Imaginemos por un momento que una divisa permitiese realizar transacciones totalmente anónimas, que pudiese ser usada globalmente y que el control por Gobiernos, bancos centrales u otros organismos, fuese imposible. Imaginemos además que su oferta está predefinida y nadie puede alterarla para que sus poseedores pierdan poder adquisitivo. ¿Hablamos del oro? Casi, hablamos del Bitcoin (BTC). Una nueva divisa con numerosos paralelismos con el metal áureo, incluyendo el más importante de todos: se dice que es la nueva amenaza del sistema monetario fiduciario actual.
¿Qué es “Bitcoin”? Es una divisa digital descentralizada, elaborada con código abierto y basada en P2P. Fue creada en 2008 por un usuario, o usuarios, con el alias de Satoshi Nakamoto quien, tras publicar y probar el protocolo en una comunidad de criptografía llamada Metzdowd, decide llevar adelante el proyecto, pasando a ser realidad en enero de 2009. Un algoritmo garantiza la inviolabilidad y seguridad del sistema; cada usuario tiene una o infinitas billeteras con un código y una firma, en el momento de realizar algún movimiento los datos son verificados colectivamente por los distintos servidores conectados. Si recibe el “ok” el movimiento será realizado y no habrá vuelta atrás.
Su principal diferencia con las divisas tradicionales es que no existe ningún organismo detrás, es totalmente independiente: ni Gobiernos, ni bancos centrales, ni tampoco empresas como podría ser el caso de los créditos virtuales de Facebook o similares. Por otra parte mantiene numerosos paralelismos con el oro, si bien el valor de éste se basa en un bien que lo garantiza contrariamente al Bitcoin que es totalmente digital. En otras palabras, estamos ante algo nuevo y que además ha alcanzado en cuestión de meses una masa crítica de millones de personas, algo nunca visto.
¿Cómo se opera con Bitcoins? Quien desee obtener Bitcoins solo tiene que ir a Bitcoin.org bajarse el “cliente” con todos los bloques existentes, algo que puede tardar varias horas, y ponerse a “minar”. O lo que es lo mismo, usar los recursos de procesamiento del ordenador para realizar complejos cálculos matemáticos que una vez resueltos y verificados por el sistema otorgan Bitcoins. ¡Dinero a cambio de capacidad de cálculo y tiempo!
Dado que el proceso es largo también se han desarrollado comunidades que “minan” de forma conjunta como Deepbit.net, plataformas como MtGox.com que permiten el intercambio con divisas como el euro o el dólar, o incluso lugares similares a eBay donde es posible realizar compraventas en la nueva divisa como BitBid.net. El ecosistema es cada vez mayor, si bien lo más importante es que no depende en ningún momento de entidad financiera alguna, se crean, se poseen y se consumen sin relación alguna con nadie, Bitcoin es una divisa totalmente autónoma. Lo que permite también realizar pagos internacionales sin tipos de cambio o comisiones.
Otra característica reseñable es que está programado para que la oferta sea limitada, actualmente existen unos 11 millones de Bitcoins en el sistema, siendo el máximo alcanzable de 21 millones. Seguramente muchos lectores estarán pensando que si en 4 años se alcanza la mitad de la oferta total, probablemente el tope se alcance también muy rápido, pero no es así. Actualmente se otorgan 25 Bitcoins cada 10 minutos, cifra que se reducirá a la mitad a partir de 2017 cuando solo se concederán 12.5 Bitcoins, y así sucesivamente reduciéndose a la mitad las adjudicaciones cada cuatro años y provocando que el tope de 21 millones de Bitcoins no se alcance ¡hasta el año 2140!
Aparentemente Bitcoin es una divisa segura, independiente, global, digital, autónoma, limitada y democrática pero, ¿es también la divisa del futuro? ¿Es una alternativa real al sistema monetario actual? ¿Conseguirá en unos pocos años lo que el oro no consiguió nunca desde su abolición? Sea la respuesta una u otra, no se puede negar que el fenómeno causa preguntas y curiosidad, y es que hay que reconocer como mínimo un mérito: aparecer cuando el sistema monetario genera más dudas que nunca y se producen sucesos como el control de capitales de Chipre.
No sé si será “la divisa” del futuro, pero parece que hay mucha gente que opina que sí será “una divisa” con futuro. Muestra de ello es que en solo un mes su valor ha pasado de los 40 a los 160 dólares, precio que podría estar “burbujeado” como ya ha ocurrido en el pasado pero que confirma el interés. O también que un personaje público como Rick Falkvinge, creador de The Pirate Bay, haya invertido todos sus ahorros en la divisa. Además está el conocido “SilkRoad”, que podríamos definir como el eBay de la droga, allí solo se acepta Bitcoin por ser la única divisa que garantiza el anonimato, eso sí, tiene miles y miles de usuarios dispuestos a usar y garantizar la viabilidad de la moneda.
Los inconvenientes
Pero he aquí que los problemas comienzan a aparecer si realmente se pretende ser algo más que una divisa marginal. Al igual que Bitcoin es de gran ayuda en países con control de capitales, como Chipre o Argentina, también lo es para las actividades ilícitas. Ninguna divisa con la sombra de favorecer el narcotráfico o las actividades ilícitas puede funcionar, tendrá usuarios sin duda, pero será rechazado por el resto de la sociedad. Y Bitcoin es muy perfecto en muchos sentidos, pero no tiene forma de contrarrestar estas acusaciones porque no existe control.
Otro tipo de actividades ilícitas, pero muy diferentes a las anteriores, también suponen una incógnita: los hackers. Parece existir unanimidad en que el algoritmo es muy bueno, convirtiendo a los Bitcoin en irreplicables, pero lo que no es invulnerable es el software que opera con la divisa. Así, ya se han producido fraudes con webs que se han quedado el dinero, ataques DDos a webs como MtGox que han hecho caer el servicio, robos a usuarios que usaban Windows… entre otras. Si bien es cierto que todo lo que está en internet está expuesto a ser hackeado (claves bancarias, tarjetas, etc) no menos cierto es que a una divisa puramente virtual le afecta más. ¿Meteríamos nuestro dinero en algo que un día puede desaparecer?
El debate económico
Pero sin duda el debate más interesante no es ético ni filosófico, es económico. ¿Puede el ecosistema Bitcoin ser mejor que el actual y robarle el protagonismo al dólar o al euro? Muchos de los usuarios que defienden fervorosamente el nuevo modelo son descendientes, sorprendentemente, del patrón oro. Y digo sorprendentemente porque, a pesar de las similitudes como son la demanda limitada, la “minería”, o el estar fuera del control de las autoridades, tienen una gran diferencia: uno es un bien físico y el otro es digital. Dicho de otro modo, quien apoya el “patrón oro” está en contra de las divisas “fiat” y quien apoya Bitcoin está en contra del intervencionismo de Gobiernos y bancos centrales.
Por supuesto alguien que apoya el “patrón oro” puede estar a su vez en contra del intervencionismo, pero dejemos los matices y vayamos más allá. Algo que comparten tanto el “patrón oro” como Bitcoin es la oferta limitada y no manipulable, mientras que las divisas tradicionales tienen una oferta potencial infinita y dicha oferta es constantemente alterada por los bancos centrales. Por ello la pregunta última que subyace detrás de este debate es, ¿qué es mejor, un sistema no alterable y finito o un sistema alterable e infinito? O dicho de otra forma, ¿preferimos el sistema estático de Bitcoin o el sistema donde los bancos centrales actúan a veces certeramente evitando crisis y a veces erróneamente provocándolas? ¿Qué es más poderosa, una regla fija o la acción humana con sus vicios y virtudes?
O lo que es lo mismo, ¿estaríamos mejor hoy si el patrón oro nunca hubiese desaparecido o si en su defecto se hubiese implementado un sistema Bitcoin? Mi opinión es que NO, no lo estaríamos. Mi opinión es que es muy fácil ver los errores, las partes malas, la presente crisis es uno de esos momentos, pero lo que no vemos son las ventajas y aciertos. Un sistema estático es absolutamente calamitoso para una crisis como la actual, simplemente no habría reacción y el sistema habría quebrado. Claro que quien apoye el patrón oro argumentará que dicha crisis no se habría producido en primera instancia.
Dicho argumento es bastante discutible, ya que las burbujas forman parte de la historia desde que el hombre es hombre; no es el sistema, somos nosotros. Si bien es cierto que con el patrón oro podría existir menos volatilidad, por una sencilla razón: paraliza casi en su totalidad el crédito. Un sistema no tiene que estar limitado por una regla fija, tiene que estar limitado por la demanda de crédito solvente, y si bien es cierto que dicha línea es imposible de trazar, no menos cierto es que solo perfeccionando este sistema se puede conseguir que las buenas ideas puedan tener financiación, ideas que una vez llevadas a cabo cambian el mundo para siempre como es el caso de la tecnología o de la sanidad.
¿Es Bitcoin algo positivo? ¡Sin duda! Permite evitar a Gobiernos con tendencias hiperinflacionarias o controles de capitales, permite el traspaso de dinero globalmente y sin comisiones, una vez instalado es muy sencillo de usar… ¡tiene muchas ventajas! Pero tengo la impresión de que, quizá por vivir un momento tan duro y tan condicionado por la crisis económica, se nos enseña a estar en contra del sistema y a echarle las culpas de lo que pasa. Y, si bien el inconformismo es el primer paso de la mejora, si no sabemos valorar también las ventajas actuales y ser constructivos, puede que caigamos en el “inconformismo destructivo” y el paso adelante sea en realidad un retroceso. ¿Bitcoin, un complemento? Sí. ¿Una alternativa? Lo dudo.
Kike Vázquez 08/04/2013 from COTIZALIA - blogs.elconfidencial.com/mercados/perlas-kike-vazquez
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