La duquesa de Sussex no podrá hacerse selfies, pintarse la uñas de color y firmar autógrafos
El pasado 19 de mayo, Meghan Markle cambió su estado civil. Muchas mujeres de su edad, 36 años ahora mismo, pasan por el mismo trámite cada día, pero no en sus condiciones: aunque adquirió un ducado, dejó atrás su soltería, su país y su carrera. En una boda televisadacontrajo matrimonio con Enrique de Inglaterra, sexto en la línea de sucesión al trono, pero también se casó figuradamente con su familia, los Windsor, la monarquía más poderosa y mediática del mundo.
La vida de Markle había empezado a cambiar meses antes, desde su noviazgo y más tarde por su compromiso, pero con su incorporación oficial a la familia real británica su rutina ha cambiado para siempre. Para empezar hay una serie de cosas que no podrá hacer, más frívolas o más formales. Esto es lo que se ha acabado para Meghan Markle.
Actuar
En diversos perfiles y entrevistas, la ya duquesa ha confesado que desde niña quería ser actriz. No le ha sido fácil conseguir una carrera profesional de éxito: ha pasado por trabajos de azafata, anuncios, películas de serie B (o C, o D…) y papeles diminutos con apenas tres palabras de texto. Su gran oportunidad llegó con la serie Suits, donde logró un papel protagonista durante seis temporadas. Eso se acabó: Meghan no podrá volver a ser actriz al incorporarse a las tareas oficiales de la familia real británica, vivir en Londres y apartarse de los focos. Los sueños de Oscar quedan ya muy lejos.
Votar
Markle todavía no es ciudadana británica; tendrá que pasar un proceso largo, de al menos cinco años desde que viva en Reino Unido, y bastante latoso (para un ciudadano de a pie, aunque seguramente no para ella) para poder serlo. Sin embargo, aunque forme parte del país, no podrá votar en él. Según la web del parlamento británico, “no está prohibido por ley que la familia real vote, pero se considera inconstitucional”.
Llegar tarde, decidir cuándo come, cuándo se levanta de la mesa o cuándo se va a la cama
De nuevo, mandan las costumbres de Su Graciosa Majestad. Y la reina ha de ser la última (o la primera en todo), siempre que esté presente: nadie puede entrar en un sitio después que ella (a no ser que se trate de un acto excepcional como una boda, donde Meghan, como la novia, entró la última), pero a su vez siempre será la primera en irse a la cama. Algo similar pasa con la comida: Meghan —y todos los demás— tendrán que esperar a que la reina coma para empezar, y una vez que ella acabe no podrán seguir comiendo.
Tener blogs o redes sociales
Markle es una aficionada confesa al Tignanello, un vino italiano que llegó a darle nombre a su blog, The Tig. La entonces actriz hablaba en él de viajes, gastronomía, estilo de vida o de sus acciones solidarias. Sin embargo, tuvo que cerrarlo en abril de 2017, cuando su relación con el príncipe Enrique salió a la luz. Algo similar ocurrió con sus perfiles de redes sociales: en enero de 2018 se acabaron sus fotos y comentarios en Twitter, Facebook o Instagram. A partir de ahora toda su actividad la llevarán las cuentas oficiales de la familia real o delpalacio de Kensington (su residencia oficial), que pocos minutos después de su boda con Enrique cambió su foto de perfil para incorporarla de forma oficial.
Hacerse 'selfies'
Si a la reina no le gusta, eso no se hace. Es la máxima que se sigue en la casa real británica. Y no, a la reina Isabel II no le gustan los selfies. Lo desveló a los medios británicos Matthew Barzun, ahora exembajador de EEUU en el Reino Unido, que explicó que, en los eventos a los que acude, a la reina “le gusta saludar a la gente y tener conversaciones con ellos”.
Pintarse las uñas de colores fuertes
En su boda con el príncipe Enrique, la duquesa de Sussex hizo un guiño a la reina Isabel II y llevó su color de uñas favorito, el tono Ballet Slippers de la marca Essie. Un rosa empolvado muy delicado y clásico que casa muy bien con un vestido de novia como el suyo. Sin embargo, no será la última vez que la veamos llevando las uñas de ese tono o de uno similar, puesto que las mujeres de la realeza no llevan colores fuertes. Otra cosa es que ella se salte el protocolo, claro…
Llevar zapatos de cuña
Poco después de casarse con el príncipe Guillermo, Kate, duquesa de Cambridge, usaba cuñas de esparto con asiduidad. Sin embargo, dejó de calzarlas poco después y las cambió por sandalias, tacones o mocasines. Aunque a otros miembros de casas reales (sin ir más lejos a la reina Letizia) se les ve con ellos en muchas ocasiones, no la busquen en actos oficiales en Kate… ni, por lo que se ve, en Meghan.
Llevar faldas muy cortas o las piernas al aire (o cruzarlas)
En su primera aparición pública tras su boda, el look de la duquesa de Sussex llamó la atención por sus medias, transparentes pero con un toque blanquecino que hacía que sus piernas parecieran incluso más claras que las de su casi suegra, Camila de Cornualles. Se debía a sus medias, puesto que las mujeres de la familia real no deben llevar las piernas al aire por protocolo, de ahí que siempre lleven medias, aunque sean finas. Ocurre igual con cruzarlas o las faldas cortas: para evitar que se vea más piel de la deseada se pide recato, mucho recato
Firmar autógrafos
En sus primeros actos junto a su entonces prometido, Meghan Markle sonreía a la multitud, les estrechaba la mano y se acercaba a ellos para hacerse fotos y firmar autógrafos. Eso se acabó, puesto que los miembros de la familia real británica no tienen permitido firmar autógrafos, supuestamente porque sus firmas pueden ser copiadas (además de porque pueden ser vendidas en el mercado de segunda mano por un sustancioso margen). De hecho, si escriben en un libro de firmas suelen usar solamente su nombre de pila. El príncipe Carlos hizo una excepción en 2010 con una familia que había sufrido inundaciones.
Madrid
https://elpais.com/elpais/2018/05/23/gente/1527075508_410870.html
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