Foto: EFE/EPA Yonhap.
La píldora de la farmacéutica estadounidense cuenta con el aval de la EMA y está destinada a reforzar la protección de los pacientes de riesgo incluso donde no llegan las vacunas
Aunque se daba por seguro y el Gobierno español ya había comprado 344.000 tratamientos, hasta esta semana no ha sido oficial: la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha recomendado otorgar una autorización de comercialización condicional a Paxlovid, el nuevo fármaco antiviral de Pfizer contra el covid. Estas pastillas están indicadas para “adultos que no requieren oxígeno suplementario y que tienen un mayor riesgo de enfermedad grave”. El nuevo fármaco se debe administrar en los primeros días de los síntomas y, en teoría, debería servir para acabar de proteger a las personas vulnerables. Ese pequeño porcentaje que, a pesar de las vacunas, aún corre algún riesgo de acabar en el hospital.
Los ensayos clínicos han tenido unos resultados excelentes y hay muchas esperanzas depositadas en el Paxlovid. Sin embargo, su aplicación práctica y su futuro uso aún dejan algunas dudas. ¿Será realmente útil? ¿Funcionará con ómicron y con el resto de las variables del SARS-CoV-2 que puedan llegar? ¿Acabaremos por tomarlo de forma generalizada aunque no seamos población de riesgo? En el escenario ideal, puede ser el golpe definitivo a la pandemia, pero está por ver cómo se organiza su administración.
El tratamiento está compuesto de tres pastillas que se dispensan juntas: dos de nirmatrelvir o PF-07321332 (la nueva molécula desarrollada por Pfizer) y una de ritonavir (otro antiviral ya conocido), que hay que tomarse cada 12 horas durante cinco días. “Este fármaco ha demostrado que reduce la mortalidad y la morbilidad en pacientes que tienen al menos un factor de riesgo”, afirma José Manuel Martínez Sesmeros, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en declaraciones a Teknautas. Esos factores de riesgo son bien conocidos: la edad, la diabetes, la obesidad y ser un paciente inmunodeprimido u oncológico están entre los principales.
Paxlovid reduce el riesgo de hospitalización o muerte en un 89% si se toma dentro de los tres primeros días tras la aparición de los síntomas, una cifra que se mantiene casi idéntica (88%) si se toma en los cinco primeros días. Estos datos proceden de un estudio dado a conocer hace semanas y sirve de base para la autorización. Participaron 2.246 personas no vacunadas y con alto riesgo. Entre ellas, solo el 0,7% de los pacientes que recibieron la pastilla (5 de 697) tuvieron que ser ingresados por covid en los 28 días posteriores, y ninguno de ellos falleció. Por el contrario, el 6,5% de los pacientes que recibieron un placebo fueron hospitalizados (44 de 682) y, entre ellos, finalmente se produjeron nueve muertes.
“Los resultados son esperanzadores, pero una cosa es la eficacia en los ensayos clínicos, que se realizan en condiciones ideales, y otra la efectividad real, que suele ser menor”, recuerda Javier Carrera Hueso, farmacéutico del Hospital Universitario de La Plana (Villarreal, Castellón). Entre las objeciones que podrían ponerse al estudio de Pfizer está que entre los participantes había poca gente mayor, pero lo cierto es que al no estar vacunados y sufrir factores de riesgo importantes, parece más que demostrado que las nuevas pastillas protegerían casi a cualquier paciente.
Paxlovid. (Reuters)
¿Dónde están las dudas?
No obstante, una duda que puede surgir son las interacciones con otros medicamentos, precisamente, porque las personas de riesgo toman otros tratamientos. “Uno de los problemas que tiene con respecto a la seguridad es que contiene ritonavir, un fármaco que interacciona con otros agentes”, comenta Martínez Sesmeros, “hay que chequear qué está tomando el paciente para evitar problemas y los garantes de que se haga correctamente son tanto el médico prescriptor como el farmacéutico”.
La ventaja es que la administración de Paxlovid tan solo dura cinco días, lo cual reduce las posibilidades de que las interacciones puedan causar problemas importantes, según Carrera: “Si hay pacientes con tratamientos crónicos que, en principio, fuesen muy incompatibles, se podrían detener”, explica. En sí mismo, ritonavir suele tener algunos efectos secundarios, pero precisamente por el carácter limitado del periodo en el que se va a administrar, los expertos confían en que no serían graves.
El hecho de que las píldoras de Pfizer estén indicadas únicamente para el periodo de inicio de los síntomas (en teoría, los cinco primeros días), plantea otra duda: ¿llegaremos a tiempo de administrar el tratamiento antes de que el paciente de riesgo entre en una fase más grave? “Los test de antígenos solo dan positivo cuando tienes una carga viral importante”, advierte Carrera, así que la ventana de oportunidad no es demasiado amplia. “Da tiempo, pero todo depende de que los protocolos de seguimiento se realicen correctamente”, opina su colega del Hospital Clínico San Carlos. “Si no fuera así, es posible que no tenga la utilidad deseada”, añade.
Y este asunto nos lleva a otro problema organizativo: ¿quién debe prescribir el fármaco? En teoría, lo ideal es que fueran los centros de Atención Primaria, puesto que está indicado para pacientes con síntomas que aún no han llegado a tener complicaciones. Sin embargo, la limitada disponibilidad de este tratamiento hace que, de momento, se haya planteado que deben dispensarlo los servicios de Farmacia Hospitalaria. “Hay que organizar el proceso correctamente, con los médicos de Primaria, con los de urgencias y con el apoyo de los sistemas informáticos”, apunta Carrera.
El papel que tendrá en el futuro
Si todo funciona como se espera, el nuevo tratamiento oral está llamado a tener un papel importante en la prevención de hospitalizaciones. “Es el primer antiviral que reduce morbilidad y mortalidad y viene a sumarse a la política que tenemos, con el uso de diferentes vacunas y con las medidas de prevención de contagios, no se trata de sustituir lo que ya tenemos, sino de apoyar a las personas de riesgo”, comenta Martínez Sesmeros.
Los expertos confían en que la efectividad se mantendrá aunque en el futuro lleguen nuevas variantes. De hecho, en el estudio de Pfizer ya se comprobó que también funcionaba frente a ómicron. La clave está en que las mutaciones no tienen mucho que ver con el mecanismo que utiliza la molécula nirmatrelvir para atacar al virus. El principio activo no se dirige a la famosa proteína de la espícula, que se une a las células y está sufriendo numerosos cambios en el proceso de evolución del SARS-CoV-2, sino contra otra proteína que es clave para la replicación del virus dentro de la célula.
La pastilla de Pfizer. (EFE)
“Tenemos que ser optimistas”, afirma Carrera, “porque previene un porcentaje altísimo de hospitalización”. En su opinión, es probable que si en un futuro el fármaco se produce en grandes cantidades (solo para este año, Pfizer prevé distribuir un mínimo de 80 millones de tratamientos) deje de estar restringido para las personas más vulnerables y comience a estar a disposición de todos. “No sabemos cuándo, pero puede pasar como con el tamiflu”, comenta en relación a un medicamento que tiene como objetivo prevenir la propagación del virus de la gripe una vez que el paciente se ha infectado. “Aunque casi nos hemos olvidado de él, en realidad tiene un uso parecido, porque también hay que administrarlo en los primeros días”, destaca.
Por
José Pichel
29/01/2022 - 14:02 Actualizado: 30/01/2022 - 00:23
¿Una pastilla contra el covid-19 para todos? Dudas y certezas del antiviral de Pfizer (elconfidencial.com)
www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2022-01-29/pastilla-contra-covid-todos-dudas-antiviral-pfizer_3366525/