Mark Zuckerberg durante una declaración en el Congreso de Estados Unidos. (EFE/Michael Reynolds)
A medida que las grandes empresas tecnológicas ganan peso, los gobiernos luchan cada vez más por ejercer su soberanía en el espacio digital y el mundo 'tecnopolar'
Apple se ha convertido esta semana en la primera empresa que supera los 3 billones de dólares de valor de mercado, el último hito en la creciente influencia de las grandes tecnológicas. Esto ya ocurría antes de la pandemia, pero el coronavirus ha acelerado la tendencia. Ahora hay más personas que compran cosas en línea, se mantienen en contacto en las redes sociales y utilizan aplicaciones para satisfacer sus necesidades diarias que antes de que el virus pusiera patas arriba el mundo ‘real’ y el digital.
A medida que las grandes empresas tecnológicas ganan peso, los gobiernos luchan cada vez más por ejercer su soberanía en el espacio digital. Ian Bremmer sostiene que un puñado de empresas tecnológicas son ahora tan poderosas como los Estados-nación: actores geopolíticos con una influencia sin precedentes sobre la información a la que tenemos acceso -y a la que no- a través de sus algoritmos.
Pero a los gobiernos no les gusta ser el segundo plato de las grandes tecnologías en el 'mundo tecnopolar', un nuevo orden global en el que las empresas tecnológicas dominan el mundo online, pero no lo gobiernan (todavía). Eurasia Group considera que un espacio digital en rápida expansión que ni los gobiernos ni las empresas tecnológicas puedan controlar eficazmente es el segundo riesgo geopolítico más importante para 2022.
A lo largo de 2021, los gobiernos han intentado imponerse por todos los medios. Algunos han tenido más éxito que otros. China acaparó los titulares cuando Xi Jinping tomó medidas contra el gigante del comercio electrónico Alibaba, la aplicación de transporte móvil Didi, las criptomonedas e incluso los juegos en línea. Dependiendo de a quién se le pregunte, Xi lo hizo porque estas empresas se estaban enriqueciendo a expensas de lo que Pekín llama "armonía social", o más bien porque amenazaban con ser más influyentes que el Partido Comunista de China. Desde entonces, los gigantes tecnológicos chinos han moderado sus ambiciones y han mostrado su disposición a cooperar, para alegría de Xi y disgusto de ellos mismos.
En Estados Unidos, mientras tanto, una interrupción mundial de horas de Facebook y sus aplicaciones hermanas Instagram y WhatsApp -junto con revelaciones de confidentes sobre cómo la empresa pone los beneficios por encima de las personas- provocó una ola de audiencias en el Congreso para investigar la forma en que el algoritmo de Facebook perjudica a los niños y promueve la ira en la red. Pero el impulso para que Facebook tuviera su 'momento Big Tobacco' pronto se vio interrumpido por el bloqueo partidista en Washington, que continuará este año con toda seguridad.
Podría decirse que la UE ha avanzado más que los estadounidenses o los chinos en la regulación de las grandes tecnologías. Hace poco, Bruselas acordó aprobar en 2022 una nueva ley que castigará las prácticas anticompetitivas en el ámbito digital por parte de empresas con un valor mínimo de 80.000 millones de dólares. Por otro lado, la UE también está trabajando en una legislación que prohibirá los anuncios dirigidos a menores, además de obligar a Google y Facebook a abrir sus algoritmos, combatir la desinformación y ser más transparentes con los usuarios.
Sin embargo, nada de esto es suficiente para que los gobiernos socaven seriamente la riqueza e influencia de las grandes empresas tecnológicas. Tampoco para disminuir su capacidad de invertir en cuestiones como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático o la computación cuántica, que en un futuro próximo seguirán inclinando la balanza del poder virtual a favor de las empresas tecnológicas.
Es más, los gobiernos no quieren hacer concesiones porque sus ciudadanos son adictos a la tecnología, más aún en tiempos de pandemia. Durante casi dos años, miles de millones de personas han confiado en las soluciones tecnológicas para satisfacer casi todas sus necesidades diarias en medio de las restricciones del covid-19. La mayoría de los chinos se comunican, compran y hacen prácticamente todo en línea con una sola aplicación: WeChat, cuyo uso está tan extendido que bloquearla para castigar a su propietario, Tencent, no sería una opción ni siquiera para el todopoderoso Xi.
Las empresas tecnológicas, por su parte, también tienen su parte en juego. Las 'big tech' necesitan que el espacio digital no sea una batalla campal, ya que están proporcionando una infraestructura en línea esencial y otros bienes públicos de los que los gobiernos han sido tradicionalmente responsables, como la defensa nacional. Apple, Google y Microsoft han destinado miles de millones a ayudar al Gobierno y a las empresas estadounidenses a reforzar su ciberseguridad.
Una gestión ineficaz del espacio digital de los gobiernos o de las grandes empresas tecnológicas perjudicará a ambas partes. Y las consecuencias, a su vez, perjudicarán a las empresas y a la sociedad en forma de una desinformación más generalizada, una innovación reprimida y un mayor riesgo de que la tecnología potencialmente peligrosa caiga en las manos equivocadas. Solo hay que pensar en el ataque a Colonial Pipeline, 'ransomware' con esteroides
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en GZERO Media.
Por
Carlos Santamaría. Nueva York
07/01/2022 - 05:00
¿EEUU, China, la UE o las 'Big Tech'? Quien gobierne la esfera digital controlará el mundo (elconfidencial.com)
www.elconfidencial.com/mundo/2022-01-07/big-tech-gobernanza-digital-eeuu-china-ue_3354256/