viernes, 20 de mayo de 2022

La guerra de Ucrania dispara el miedo al hambre e inicia una oleada de proteccionismo alimentario

Foto: Dreamstime.


  • Más de 20 países han prohibido exportar alimentos
  • La FAO calcula que el doble de personas que en 2018 están en riesgo grave



La crisis alimentaria vuelve a amenazar el mundo. Una veintena de países están prohibiendo exportar determinados alimentos para evitar la escasez completa de los mismos, dejando en una situación muy delicada a los grandes importadores. El último en sumarse a la lista ha sido la India, que ha prohibido la venta al exterior de trigo. El subcontinente ha asegurado que no puede garantizar el suministro interno y en consecuencia, ha cerrado por completo las exportaciones. Países como Nepal, Bangladesh o Sri Lanka temen que esta situación pueda comprometer su propio suministro.

Siguiendo en Asia, países tan grandes como Indonesia han tomado la misma decisión con respecto al aceite de palma, para evitar quedarse sin él. Irán por su parte, ha impuesto la prohibición hasta 2023 a las patatas, berenjenas, tomates y cebolla. Turquía, por su parte, ha hecho lo propio con la carne de res, cordero, carne de cabra y todo tipo de aceites. Kuwait también se ha sumado a estas medidas prohibiendo exportar pollo, cereales y aceite. También Kazajistán ha tomado medidas pero esta solo hasta el 15 de junio, prohibiendo vender fuera trigo y harina.

En África Túnez toma esta decisión con respecto a las frutas, mientras que Egipto sobre el maíz y el aceite. Argelia, por su parte, lo ha impuesto sobre el azúcar, la pasta, trigo y aceite vegetal. En América destaca el caso de Argentina siendo la única del continente que opta por esta decisión. El Gobierno de Alberto Fernández ha prohibido la exportación de aceite de soja y harina.

Aunque es en Europa donde más se está notando el cierre del granero del mundo y la crisis para suministrar comida. Tanto el agresor, Rusia, como el agredido, Ucrania, han tomado la decisión de limitar sus exportaciones. Ucrania con el trigo, la avena y el azúcar, mientras que Rusia ha hecho lo propio con el aceite de girasol y la harina. Aunque es en los Balcanes donde realmente se ha dejado sentir el miedo al hambre, pues Serbia ha emprendido este cierre con el trigo, el maíz, la harina y el aceite; mientras que Kosovo ha añadido a esa misma lista sal, lentejas, pasta, legumbres, cebada y centeno.

La situación se debe a una mezcla de crisis simultáneas. Por un lado está la emergencia climática: un año más seco de lo normal ha dañado la cosecha de trigo de China, que caerá por primera vez en cuatro años, según las previsiones del Departamento de Agricultura de EEUU. Y la India, el segundo mayor producto mundial de este cereal, se está enfrentando a olas de calor extremo históricas que pueden dañar las cosechas del próximo año. En Kenia, las cosechas de maíz se han desplomado. Y en Etiopía, la guerra civil ha dejado a todo el norte del país al borde del hambre.

Pero lo peor ha sido el ataque ruso contra Ucrania: el país no puede exportar los cereales ya recolectados por culpa del bloqueo naval ruso al puerto de Odesa y la invasión de Mariúpol, y el presidente ruso, Vladímir Putin, exige que se levanten las sanciones económicas occidentales a cambio de permitir que los barcos con alimentos se pongan en marcha. No solo eso, sino que los efectos de la guerra supondrán un grave obstáculo para las cosechas de los próximos años. Según la FAO, 36 países que se encuentran actualmente en situación de crisis alimentaria dependían de ambos países para más del 10% de su suministro, con Egipto o Libia a la cabeza.

A eso se suma el aumento de los precios del combustible, disparados desde hace meses, como parte de los movimientos de Putin antes de iniciar la invasión de Ucrania. Así, los fertilizantes, producidos a partir de gas natural, han visto multiplicarse su precio, lo que ha llevado a varios países a recortar su uso, con el consecuente efecto en la producción. En Sri Lanka, por ejemplo, el ex primer ministro, Mahinda Rajapaksa, recomendó dejar de usar fertilizante y volver a la "agricultura orgánica", lo que ha provocado una crisis alimentaria que se ha llevado por delante su Gobierno.

Em total, según la FAO, 193 millones de personas están en grave riesgo de hambre, casi el doble que en 2018. Y la situación no tiene visos de mejorar pronto, dada la fuerte subida de los precios de los alimentos sufrida en el mes de abril.