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El nuevo Gobierno tailandés quiere evitar las crecidas del mar construyendo nuevas tierras. Nada de muros de contención como en los Países Bajos, su coste es muy alto, y para convencer a sus ciudadanos, Tailandia quiere construir una ciudad futurista a la espalda del muro.
Durante años, el principal profeta del desastre climático en Tailandia ha estado lanzando una advertencia apocalíptica: el nivel del mar está aumentando, Bangkok se hunde y en 2030 la capital estará bajo un metro y medio de agua.
La única defensa frente a ese escenario es un dique de 2.800 millones de dólares que aísle a Bangkok del mar, según sostiene Smith Dharmasaroja, jefe del Centro Nacional de Alerta de Desastres de Tailandia.
Pero un plan para hacer justamente eso, presentado por el nuevo Gobierno de Tailandia, está siendo vapuleado tanto por los ecologistas como por técnicos y pescadores. Incluso Smith, que ha estado vendiéndoles la idea a los políticos durante años, cree que la propuesta es más o menos de ciencia ficción. “Imposible. Ese plan se tiene que abandonar”, asegura.
El gobernante partido Pheu Thai concurrió a las recientes elecciones prometiendo levantar un dique de unos 30 kilómetros para salvar a Bangkok de las inundaciones. Esa propuesta, así como sus drásticos efectos sobre el medio ambiente, ya era de por si controvertida. Pero el partido gobernante ha sumado al plan del dique una obra de ingeniería extremadamente ambiciosa: crear una moderna “nueva ciudad” detrás de ese muro de contención.
“No tenemos que ahorrar dinero para construir la presa y rellenar el mar”, según un documento explicativo del partido. “Cogeremos 300 kilómetros cuadrados de tierras nuevas” que serán urbanizadas y vendidas con margen de beneficio. “Podríamos tener varios centros de ocio, industrias que no contaminen”.
Aún así, el dique, asegura Smith, sigue siendo la única salvación para Bangkok. “Me siguen preocupando los 16 millones de personas en Bangkok, en donde las calles se cubrirán de agua, los hospitales se inundarán y a donde no podrán venir los turistas”.
¿Pero se puede construir una ciudad futurista en el golfo? “No funcionará. Debajo del agua hay barro blando. No se puede construir nada sobre eso”, advierte.
Hay precedentes, sin embargo, de obras que han logrado contener al mar y ganarle tierra. En Holanda, quizás los principales constructores de presas del mundo, han levantado obras complicadas para salvar a Ámsterdam de las inundaciones.
Emiratos Árabes Unidos ha logrado expandir su territorio creando islas enteras en el golfo Pérsico. Y la pequeña y pujante Singapur está agrandando su territorio volcando toneladas de arena en su costa.
Pero los medioambientalistas insisten en que no hay modo de poder construir edificios sobre el suelo de las fangosas costas de Bangkok.
Una gigantesca plataforma reforzada sobre el mar sería suficiente, asegura Anond Snidvongs, director del Centro de Investigación Regional del Sureste Asiático. “Eso es si se quiere que la zona esté totalmente seca todo el tiempo, sin importar las mareas”.
Los rascacielos, carreteras y fábricas en y alrededor de Bangkok están acelerando su hundimiento. Todo ese peso empuja la capa blanda de suelo que hay por debajo. Sumado al calentamiento global que eleva el nivel del mar, el hundimiento de la capital tailandesa es cada vez más visible.
En las zonas urbanas más próximas al golfo de Tailandia ya se producen frecuentes inundaciones, que dejan casas y automóviles bajo el agua. Un templo budista cuyos monjes se han negado a abandonar su hogar, está ahora suspendido sobre el mar y sólo se puede acceder a el por una larga red de tablones.
Una inundación especialmente fuerte podría causar más de 1.000 millones de dólares en daños a Bangkok y alrededores, según un estudio del Banco Mundial. A medida que el reloj se va acercando al 2050 y Bangkok continúa hundiéndose, una inundación catastrófica podría destruir propiedades por 4.500 millones de dólares y destrozar la economía nacional, añade el estudio.
Si se sigue construyendo, especialmente en algunas zonas, podría aumentar el problema, añade Anond. “La mayor parte de la gente que habla sobre esta zona no utiliza información científica adecuada. A veces se basan en la imaginación”, dice.
No obstante, el hecho de que el partido político que ganó las elecciones lo hizo prometiendo resolver el problema de las crecientes aguas (su campaña animaba a los votantes a “Decir adiós a las inundaciones”) sugiere que el pueblo tailandés se está tomando la crisis en serio.
Y si no se construye un dique masivo, financiado con la venta de propiedades en una nueva ciudad acuática, ¿entonces qué?
Una firma de arquitectos de Bangkok ya está promoviendo Wetropolis, una red de túneles de acero y cristal sobre el mar. “Casi 300 años después de surgir de los pantanosos bancos del río Chao Phraya, parece que Bangkok volverá a sus acuosos orígenes”, reza la publicidad del estudio. “¿Nos hundimos o nadamos, huimos o flotamos?”.
Los diseñadores del proyecto, Ponlawat Buasri y Singsuda Adhibai, de la firma S+PBA, insisten en que sus planes no son ciencia ficción y que se basan en las tecnologías actuales.
Su arquitectura acuática (o “aquatecture”, como ellos la llaman) eliminaría la necesidad de un dique y de echar toneladas de tierra al agua, afirma Ponlawat. Su planteamiento es un laberinto de túneles con casas, avenidas para los coches y tiendas, alimentados por paneles solares y con mercados flotantes tradicionales en las aguas próximas.
La única defensa frente a ese escenario es un dique de 2.800 millones de dólares que aísle a Bangkok del mar, según sostiene Smith Dharmasaroja, jefe del Centro Nacional de Alerta de Desastres de Tailandia.
Pero un plan para hacer justamente eso, presentado por el nuevo Gobierno de Tailandia, está siendo vapuleado tanto por los ecologistas como por técnicos y pescadores. Incluso Smith, que ha estado vendiéndoles la idea a los políticos durante años, cree que la propuesta es más o menos de ciencia ficción. “Imposible. Ese plan se tiene que abandonar”, asegura.
El gobernante partido Pheu Thai concurrió a las recientes elecciones prometiendo levantar un dique de unos 30 kilómetros para salvar a Bangkok de las inundaciones. Esa propuesta, así como sus drásticos efectos sobre el medio ambiente, ya era de por si controvertida. Pero el partido gobernante ha sumado al plan del dique una obra de ingeniería extremadamente ambiciosa: crear una moderna “nueva ciudad” detrás de ese muro de contención.
“No tenemos que ahorrar dinero para construir la presa y rellenar el mar”, según un documento explicativo del partido. “Cogeremos 300 kilómetros cuadrados de tierras nuevas” que serán urbanizadas y vendidas con margen de beneficio. “Podríamos tener varios centros de ocio, industrias que no contaminen”.
Aún así, el dique, asegura Smith, sigue siendo la única salvación para Bangkok. “Me siguen preocupando los 16 millones de personas en Bangkok, en donde las calles se cubrirán de agua, los hospitales se inundarán y a donde no podrán venir los turistas”.
¿Pero se puede construir una ciudad futurista en el golfo? “No funcionará. Debajo del agua hay barro blando. No se puede construir nada sobre eso”, advierte.
Hay precedentes, sin embargo, de obras que han logrado contener al mar y ganarle tierra. En Holanda, quizás los principales constructores de presas del mundo, han levantado obras complicadas para salvar a Ámsterdam de las inundaciones.
Emiratos Árabes Unidos ha logrado expandir su territorio creando islas enteras en el golfo Pérsico. Y la pequeña y pujante Singapur está agrandando su territorio volcando toneladas de arena en su costa.
Pero los medioambientalistas insisten en que no hay modo de poder construir edificios sobre el suelo de las fangosas costas de Bangkok.
Una gigantesca plataforma reforzada sobre el mar sería suficiente, asegura Anond Snidvongs, director del Centro de Investigación Regional del Sureste Asiático. “Eso es si se quiere que la zona esté totalmente seca todo el tiempo, sin importar las mareas”.
Los rascacielos, carreteras y fábricas en y alrededor de Bangkok están acelerando su hundimiento. Todo ese peso empuja la capa blanda de suelo que hay por debajo. Sumado al calentamiento global que eleva el nivel del mar, el hundimiento de la capital tailandesa es cada vez más visible.
En las zonas urbanas más próximas al golfo de Tailandia ya se producen frecuentes inundaciones, que dejan casas y automóviles bajo el agua. Un templo budista cuyos monjes se han negado a abandonar su hogar, está ahora suspendido sobre el mar y sólo se puede acceder a el por una larga red de tablones.
Una inundación especialmente fuerte podría causar más de 1.000 millones de dólares en daños a Bangkok y alrededores, según un estudio del Banco Mundial. A medida que el reloj se va acercando al 2050 y Bangkok continúa hundiéndose, una inundación catastrófica podría destruir propiedades por 4.500 millones de dólares y destrozar la economía nacional, añade el estudio.
Si se sigue construyendo, especialmente en algunas zonas, podría aumentar el problema, añade Anond. “La mayor parte de la gente que habla sobre esta zona no utiliza información científica adecuada. A veces se basan en la imaginación”, dice.
No obstante, el hecho de que el partido político que ganó las elecciones lo hizo prometiendo resolver el problema de las crecientes aguas (su campaña animaba a los votantes a “Decir adiós a las inundaciones”) sugiere que el pueblo tailandés se está tomando la crisis en serio.
Y si no se construye un dique masivo, financiado con la venta de propiedades en una nueva ciudad acuática, ¿entonces qué?
Una firma de arquitectos de Bangkok ya está promoviendo Wetropolis, una red de túneles de acero y cristal sobre el mar. “Casi 300 años después de surgir de los pantanosos bancos del río Chao Phraya, parece que Bangkok volverá a sus acuosos orígenes”, reza la publicidad del estudio. “¿Nos hundimos o nadamos, huimos o flotamos?”.
Los diseñadores del proyecto, Ponlawat Buasri y Singsuda Adhibai, de la firma S+PBA, insisten en que sus planes no son ciencia ficción y que se basan en las tecnologías actuales.
Su arquitectura acuática (o “aquatecture”, como ellos la llaman) eliminaría la necesidad de un dique y de echar toneladas de tierra al agua, afirma Ponlawat. Su planteamiento es un laberinto de túneles con casas, avenidas para los coches y tiendas, alimentados por paneles solares y con mercados flotantes tradicionales en las aguas próximas.
Por Patrick Winn, Bangkok (Tailandia) | GlobalPost from lainformacion.com 24/08/2011
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