Algunos de los avatares de Bored Ape Yatch Club. (BAYC)
Lanzada hace apenas nueve meses, esta colección ha multiplicado su precio y conquistado el mundo del arte digital. Pero no solo hay estética y especulación, también una insignia elitista y el acceso a entornos de lo más exclusivo
Unos 10.000 dibujos de monos han bastado para conquistar los NFT. Con apenas nueve meses de vida, Bored Ape Yacht Club —algo así como ‘el club náutico de los monos aburridos’— ha conseguido convertirse en la cuarta colección de tokens no fungibles más grande del mundo por volumen de transacciones. El precio de cada uno de ellos no baja de los 170.000 dólares y ya han enganchado a estrellas como el presentador Jimmy Fallon, el jugador de la NBA Stephen Curry y a cantantes como Timbaland o Post Malone. Pero ¿qué tienen estos monos para haber desatado semejante fiebre?
“Cada Bored Ape es único y se genera de forma programada a partir de más de 170 rasgos posibles, incluyendo la expresión, la cabeza o la ropa, entre otras. No hay dos iguales, pero algunos son más raros que otros”, explican sus creadores en la web. De la tirada inicial, que recaudó dos millones de dólares, se apartaron de la venta 30 unidades, destinadas a futuros regalos o recompensas. También a los propios fundadores, sobre los que apenas ha trascendido información más allá de sus alias (Gargamel y Gordon Goner), a los que luego se unieron dos amigos programadores (Emperor Tomato Ketchup y No Sass) para hacer realidad el proyecto.
Si usted aún no está familiarizado con los NFT —son las siglas de 'tokens no fungibles' en inglés—, piense en ellos como una acreditación para identificar y autentificar la propiedad de un determinado elemento digital, sea un artículo periodístico, un vídeo o, como es el caso, unos dibujos de monos. Estos se acuñan —es decir, se registran— mediante tecnología Blockchain y adquieren un valor de mercado que fluctúa según oferta y demanda, similar a lo que podría ser un mercado bursátil.
Para entender bien el fenómeno que ha supuesto Bored Ape, hay que recordar que cada ilustración salió a la venta por 0,08 ethereums —unos 300 dólares—, la segunda criptomoneda del mundo y la Blockchain que se usa para registrar de forma segura estos avatares. Tal y como se puede ver en OpenSea, el mayor 'marketplace' de NFT y lugar en el que se despacharon estas imágenes, su valor se ha multiplicado por 566 en el caso de los menos cotizados. En este momento, los más caros alcanzan los 387.000 billones de dólares.
Unas cifras que pueden marear a muchos y que a otros les han traído algún que otro quebradero de cabeza. Esta semana, el propietario de unos de estos NFT se equivocó al poner el precio de venta. En lugar de 75 ethereums (300.000 dólares), puso mal la coma y lo fijó en 0,75 (3.000 dólares), que ya era 10 veces más de lo que le costó pero muy lejos del pelotazo que tenía previsto. Apenas tuvo tiempo para reparar el fallo: un 'bot' preparado para fichar gangas se hizo con el mono en segundos.
Aunque algunas ofertas de lanzamiento de colecciones de NFT hacen preventas privadas para que determinados círculos no se queden sin su token, este no fue el caso de Bored Ape: nadie tenía privilegio para acceder, así que quien acudiera primero, se lo llevaba. Si bien se agotaron en el mismo día, no se preveía tal petardazo, por lo que no era muy difícil conseguirlos. Sobre todo, si se compara con la locura que supondría comprar ahora una de estas obras si salieran a la venta. Sin ir más lejos, Jimmy Fallon gastó 224.000 dólares en su simio.
Él es uno de los 5.947 propietarios de estos particulares monos, entre los que hay mucho famoseo, pero también quien compró un NFT porque simplemente le gustaba y, de pronto, se ha hecho con una fortuna. Es lo que le ocurrió a Pequelord, criptoartista español y coleccionista de NFT, que ha visto cómo sus 300 dólares han ido haciendo una bola de nieve hasta valer más de 400.000 dólares en menos de un año.
“Me enteré del proyecto en cuanto salió y me gustó mucho el arte porque no había casi nada parecido, quitando a los CryptoPunks, que no me convencían”, comenta Pequelord en conversación con Teknautas, donde enfatiza que su intención no era revender, sino algo que le gustase. Por eso, estuvo buscando hasta que dio con el mono que quería: “Buscaba algo raro, porque hay algunos que se parecen mucho, y conseguí uno rosa, un color del que solo hay 500 en la colección”. En aquel momento, lo difícil para él no fue comprar, sino un desconocimiento del mercado —entonces era solo artista, no inversor— que le hacía actuar con cierto miedo: "No tenía experiencia en comprar NFT y quería proteger mi dinero, no sabía si me podían robar”.
Pero el arte es solo una parte de lo que ha acabado siendo Bored Ape Yacht Club: una insignia elitista y, también, la pertenencia a un club exclusivo.
La nueva élite de los NFT
Los creadores ya avisaban de que los NFT eran algo más que la propia acreditación de propiedad: “No estás comprando simplemente un avatar, estás obteniendo acceso como miembro de un club cuyos beneficios y ofertas aumentarán con el tiempo. Tu Bored Ape puede servirte de identidad digital y abrirte puertas”. Y es que si hasta ahora el mercado de los NFT, al igual que el del arte tradicional, tenía una cara estética y otra especulativa, la nueva vuelta de tuerca supone asociarlos a una determinada utilidad. “A principios de año, este mundo era muy distinto, pero ahora todo se maneja en torno a la función que te ofrece el token”, cuenta Pequelord.
Es lo que ha ocurrido en el caso de los monos. Bored Ape es la obra distintiva, pero Yatch Club es el entorno exclusivo. “El elitismo es algo real en este caso, igual que en el de los CryptoPunks. Si tienes un mono, perteneces a otro nivel por el hecho de tenerlo, seas famoso o no. Por ejemplo, si lo pones de imagen de perfil en Twitter, es una forma de que se sepa que tienes una pieza que puede valer varios cientos de miles de dólares”, ejemplifica este coleccionista de NFT. Es algo que ya hacen algunos famosos, como Post Malone como Timbaland, que tienen a su mono particular como avatar en Twitter.
La otra gran parte del pastel es la propia pertenencia a la comunidad de Bored Ape, que está cebada de incentivos para mantenerla activa con todo tipo de recompensas, otra de las causas de que su valorización haya subido como un cohete. Uno de los primeros beneficios no era muy allá. Se trataba de un mural colectivo llamado The Bathroom, donde cada propietario podía poner ahí lo que quisiera. Aunque eso se sigue usando, sobre todo por parte de los recién llegados, ha quedado en una mera broma si se compara con lo que ofrece ahora este club.
Inicialmente, el modelo de negocio de estos NFT se basó en una hoja de ruta para la primera venta. Según se alcanzaran ciertos porcentajes, se darían ciertos regalos. Por ejemplo, al alcanzar el 20%, se sorteaban cinco avatares que no salieron a la venta, al 60% se lanzaba una tienda de 'merchandising' exclusivo; y al 80% se iniciaba un juego tipo 'búsqueda del tesoro'. Quien lo resolviera, se llevaba cinco ethereums (55.000 euros) y un mono. “He ido a exposiciones con la sudadera del mono y la gente te reconoce porque saben que, si la llevas, tienes uno”, dice Pequelord a modo de anécdota.
Aquel objetivo se consiguió en apenas un día y, desde entonces, han ido apareciendo recompensas más jugosas y, esto es importante, constantes. “La gente cada vez quiere más. Ya no les vale solo con camisetas, ahora quieren algo que aumente el valor de su inversión”, comenta este coleccionista. Uno de los habituales son los juegos como el mencionado, que han acabado ofreciendo recompensas como un coche tuneado con la estética de la colección.
También se han organizado fiestas exclusivas en Miami o Nueva York a las que solo pueden acceder los propietarios de un Bored Ape. “Es igual que esos locales exclusivos que hay por todo el mundo y solo conoces si eres millonario. Todos estos beneficios hacen que la colección valga mucho a nivel comunitario, no solo monetario", agrega Pequelord.
Eso sí, la venta de toda la oferta inicial supuso un importante giro en la creación de estos NFT. O, mejor dicho, la aparición de un nuevo y suculento negocio.
Una galería de arte londinense expone una de las obras de Bored Ape Yacht Club. (EFE/Facundo Arrizabalaga)
Monos mutantes: las clases dentro del club
Tal y como indica el criptoartista y coleccionista, “había una sed muy grande de que hubiera más monos en el mercado”, ya que solo había 10.000 y no se crearían más. Algunas colecciones permiten que se genere un NFT de la copia de un NFT —sí, como lo lee— para seguir aumentando valor, pero en Bored Ape sacan pecho para decir que ellos no hacen eso. Y es cierto, pero la jugada que han ideado es parecida: lanzar productos asociados al mono original que tienen menos valor pero generan mercados de reventa.
Primero, dieron a cada propietario un nuevo NFT que era la mascota del mono, un perro. Estos fueron asignados de forma aleatoria, de modo que no tenían por qué corresponderse con el simio que tenía el destinatario, provocando que se sucedieran reventas y cambios entre los propios miembros. Después, dieron a cada dueño de la primera tirada un archivo que, aplicado al mono original, generaban un nuevo NFT: un simio mutante.
“Me llegaron a ofrecer 40.000 dólares solo por eso”, cuenta Pequelord, que especifica que había tres categorías según el grado de mutación que provocaban. “Los más raros eran más escasos, así que se generó otro mercado para conseguir mutaciones más extrañas”. En total, se despacharon 20.000 unidades de este nuevo producto.
Esto último es lo que ha hecho que, dentro del club, también haya clases. El primer estamento lo forman los poseedores los monos originales, que son los más valiosos y los que compran los famosos. A estos les siguen quienes consiguieron comprar un perro de reventa y, en último lugar, los que tienen el mono mutante. "Te mantienen siempre activo, pero también se invierte mucho para que todo vaya agregando valor a las piezas aunque no hagas nada. Además, para ellos son ganancias, porque cada vez que la pieza se vende, la colección original recibe regalías", cuenta el criptoartista y coleccionista.
La llegada de grandes marcas al Bored Ape Yacht Club no se ha hecho esperar. La discográfica Universal ya ha anunciado que va a formar una banda con cuatro de estos monos y Adidas acaba de comprar su propio simio. No son las primeras en hacer algo así: la revista 'Rolling Stone' creó una portada con este avatar, que luego convirtió en NFT y vendió por 3,4 millones de dólares. “Todo esto genera una proyección que revaloriza los tokens de forma enorme", explica Pequelord.
Por ahora, las transacciones de este peculiar token están a punto de alcanzar los 900 millones de dólares —4,6 en las últimas 24 horas, según CryptoSlam—, pese a no tener ni un año de vida. La duda ahora es hasta dónde conseguirán trepar estos monos y, sobre todo, si conseguirán mantenerse en lo más alto del árbol en un mercado tan volátil como el de los NFT.
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20/12/2021 - 05:00 Actualizado: 20/12/2021 - 10:20
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