- El 'Índice Abramov' estudia la evolución de los precios de productos comunes
- Los resultados, no científicos, apuntan a una escalada mucho más agresiva
- Abramov, profesor de Economía, ha captado la atención con su índice
Nada escapa a la inflación. Por eso, el economista ruso Alexander Abramov decidió hacer de los ositos de gominola su termómetro particular para analizar una evolución de los precios en Rusia que poco tiene que ver con los pronósticos planteados para este año.
El 'índice Abramov' no solo compila los precios de esas golosinas (importadas, para captar el efecto del tipo de cambio) sino que cuenta con otros 11 productos habituales en las compras de los hogares (pan, leche, pollo...) que le han permitido hacer una fotografía completa -no científica- de los cambios al alza de los precios.
Según los informes que Abramov ha ido compartiendo a través la red social Facebook (siempre con unos días de adelanto sobre las publicaciones oficiales) la inflación de noviembre dista mucho del 8,4% trasladado por Rusia; los cálculos del economista apuntan a que los precios escalaron el mes pasado hasta el 26,1%, un nuevo máximo.
A pesar de la ausencia de rigor estadístico de este método, Abramov sí ha atraído el interés de especialistas que buscan averiguar hacia dónde se dirige el crecimiento de los precios, ahora en un máximo de seis años. "Es una buena pista de lo que está sucediendo debido a su simplicidad y refleja la situación real mejor que después de que las autoridades establecieran un promedio y lo suavizaran", indicó a Bloomberg Oleg Vyugin, ex alto funcionario del banco central y seguidor del índice de Abramov lector habitual.
¿De dónde sale este índice?
Abramov, especialista en mercados financieros en la universidad de economía nacional rusa, inició el índice en 2015 como como un proyecto escolar con su hija pero fue el año pasado cuando el indicador dio su primera gran alerta de un repunte de los precios después de que el banco central comenzara a recortar los tipos de interés.
El éxito de su método, conscientes todos de la ausencia de rigor estadístico, se debe a dos factores: que es reconocido y estimado como profesor y que los ciudadanos rusos son muy escépticos con las cifras aportadas por el banco central, por lo que no entienden como descabellado que la inflación pueda llegar a ser muy superior a la informada. Incluso 18 puntos más, como indica Abramov.