- Nueva York y Florencia se acaban de sumar a la lista de urbes que limita este tipo de viviendas
Airbnb nació en 2007 cuando sus fundadores pusieron en alquiler tres camas en su piso en San Francisco -aunque no fue hasta un año después cuando se lanzó oficialmente- y desde entonces el crecimiento que ha registrado es exponencial. En estos 16 años ha logrado estas presente en más de 220 países que se traducen en mas de cuatro millones de anfitriones. Y como en todas las historias de éxito por el camino se ha creado algún que otro enemigo.
Si bien todos a título personal hemos recurrido alguna vez a sus servicios o conocemos a alguien que lo ha hecho, la realidad es que las grandes ciudades a nivel general están cada vez más en contra de los servicios que ofrece. El mejor ejemplo de ello es Florencia.
La capital de la Toscana ha tomado la decisión de prohibir los nuevos los nuevos alquileres residenciales de corta duración en el centro histórico con el objetivo de intentar liberar más viviendas para los habitantes de la ciudad. "Los 40.000 florentinos que viven en el centro se quejan de encontrarse, de repente, viviendo en apartahoteles", denuncia Dario Nardella, el alcalde de Florencia. Además, asegura que el número de estos apartamentos se ha incrementado con el paso de los años pasando de 6.000 en 2016 a cerca de 14.380 en la actualidad.
Pero la ciudad italiana no está sola. A principios de septiembre Nueva York tomó una decisión muy similar y ha prohibido alquilar apartamentos para estancias menores a 30 días. Solo podrán sacarse al mercado siempre y cuando el arrendador viva en el apartamento y esté presente durante la estancia de los visitantes, que no podrán ser más de dos al mismo tiempo.
Estas limitaciones no son del todo extrañas en España, donde Barcelona es pionera. La anterior alcaldesa de la ciudad condal, Ada Colau, aprobó el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) para ordenar los alojamientos turísticos que, entre otras cosas, impide abrir nuevos establecimientos en las zonas más tensionadas. Según datos de Exceltur, la patronal del turismo en 2017 cuando entro la normativa había 92.592 viviendas de uso turístico y dos años después se habían reducido hasta las 84.299.
Ese mismo año tomó también cartas en el asunto San Sebastian y desde entonces no permite nuevos pisos turísticos en la parte vieja y en el puerto. En ese momento la cuidad contaba con 10.878 viviendas de este tipo y, según Exceltur, tan solo dos años después había conseguido reducirlos un 32% hasta los 7.362. Una caída que desde la patronal no dudan en adjudicar a la ordenanza municipal.
Palma de Mallorca es otro de los municipios españoles que en 2017 aprobó medidas para limitar este tipo de alojamientos y al igual que ocurre con Barcelona y San Sebastián se observa una caída, en su caso ha pasado de 17.416 viviendas para uso turístico a 10.279 en 2019, lo que supone una caída del 41%.
Unos recortes que contrarrestan con el crecimiento que registra Madrid año tras año, que desde 2017 tiene un 15% más de pisos turísticos, pasando de 67.354 a 77.466.
Renovarse o morir
Esta oposición de las grandes urbes ha forzado a Airbnb a plantearse un cambio en su modelo de negocio hacia el alquiler de vivienda a largo plazo y de automóviles, según ha revelado su director ejecutivo Brian Chesky, en una entrevista con el diario británico Financial Times recogida por Europa Press.
Chesky señala que desde el próximo año, la empresa de alquiler online de vivienda vacacional miraría "más allá de su negocio principal", incluyendo una ampliación de servicios y experiencias. Además, avanza más cambios, previstos para el siguiente mes, que marcarían la "mayor actualización de Airbnb jamás realizada".
Sobre la medida adoptada por Nueva York, Chesky le resta importancia y asegura que "la mayoría de la gente en la ciudad de Nueva York y más allá sienten que hay absolutamente una situación en la que todos ganan".