martes, 18 de febrero de 2025

La burbuja del cannabis en EEUU ha estallado y el sector se enfrenta a una oleada de quiebras sin ayuda estatal

 

Un agricultor sostiene una hoja de cannabis. Foto: Bloomberg


  • El Gobierno lo sigue considerando un negocio ilegal pese a estar autorizado



Cuando una burbuja estalla, las empresas que se lanzaron a apostar por ese negocio acaban teniendo que recurrir a declarar la bancarrota y meterse en el proceso de tutela judicial, renegociaciones y reestructuraciones. Pero el sector de la marihuana en EEUU tiene un problema: la etapa de las vacas flacas ha llegado después de años de impulso con la ola de legalizaciones en decenas de estados, pero esta droga sigue siendo considerada ilegal, y el Gobierno de Donald Trump no se lo va a poner nada fácil para volver a salir a flote.

Este año, la mayoría de las grandes empresas de marihuana -las que operan en más de un estado- se enfrentan a vencimientos de deuda que alcanzan los 6.000 millones de dólares en total, según calcula Beau Whitney, economista jefe de Whitney Economics, especialista en el sector del cannabis, en declaraciones a Bloomberg. Esa deuda se contrajo hace años, cuando parecía que EEUU avanzaba de forma imparable hacia la legalización. Pero eso no ha ocurrido, y el hecho de que el sector siga operando al borde de la ley supone un obstáculo insalvable a la hora de negociar reestructuraciones de esa deuda con los acreedores, que deben hacerse de forma privada y sin intervención judicial.

Aquí se juntan dos problemas. El primero es que el sector se está enfriando a pasos agigantados. En 2022, un 42% de los distribuidores de cannabis anunciaron haber obtenido beneficios con su negocio. En 2024, la cifra se había reducido al 27%. Y para los que no han logrado alcanzar la rentabilidad, las deudas resultan cada vez más onerosas, porque los tipos de interés han aumentado notablemente en los últimos años, haciendo aún más difícil su renegociación.

"Hay una enorme burbuja de deuda que podría tener un impacto significativamente negativo en la industria del cannabis si no se aborda", advierte Whitney. "La refinanciación de este ciclo se realizará a tipos de interés mucho más altos y las empresas no tendrán el flujo de efectivo para gestionarlo".

Casi la mitad de los 50 estados han legalizado la marihuana, y muchos otros han despenalizado la droga o la han permitido con fines medicinales. Solo hay cuatro estados la siguen considerando ilegal. Un 79% de la población estadounidense tiene una tienda que vende marihuana en su condado, según el Pew Research Center, y el sector da trabajo a más de 450.000 personas, registrando ventas de 30.000 millones de dólares en productos el año pasado.

Sin embargo, las legalizaciones estatales se encuentran con un problema nacional: la ley del país sigue considerando al cannabis como una droga muy peligrosa (Nivel I), por lo que está prohibido su traslado entre estados, los bancos tienen limitadas los servicios que pueden prestar a las empresas que operan con esta droga y los tribunales no pueden permitir que estas firmas se acojan a la ley de Bancarrotas de EEUU, el llamado "capítulo 11".

Las firmas que se enfrentan a una quiebra acaban teniendo que vender parte del capital de la empresa a los prestamistas, o renegociando los acuerdos con intereses muchísimo más altos. "Esto ha sido así durante años", dijo la abogada de la industria Hilary Bricken, del bufete Husch Blackwell. "Estos prestamistas tienen la sartén por el mango. Las condiciones que se dan a las empresas de cannabis son onerosas y draconianas. No es un entorno amigable".

El año pasado, el Departamento de Justicia de EEUU inició el proceso para reclasificar la marihuana como una sustancia menos peligrosa, del Nivel III en vez del I, uno de los principales objetivos de la industria porque permitiría a las empresas de cannabis deducir los gastos comerciales normales y llevaría "a cientos, si no miles, de empresas a la rentabilidad", dijo Aaron Smith, cofundador de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis. La nueva fiscal general de Trump, Pam Bondi, se ha negado a decir si mantendrá o detendrá ese proceso. "A menos que haya una intervención federal, a través de una reforma, entonces la industria está al borde del colapso y las grandes empresas externas estarán en posición de tomar el control por unos centavos por dólar", advirtió Whitney.

Colorado y Washington se convirtieron en los primeros estados en legalizar la marihuana recreativa hace más de una década, lo que desató una ola de pequeñas empresas dirigidas por gente entusiasta pero inexperta. A medida que más estados legalizaron el consumo de la droga, los inversores se amontonaron y el número de distribuidores y vendedores autorizados se disparó. Las ventas crecieron de manera constante, y los ingresos aumentaron especialmente cuando terminó la pandemia. Fue entonces cuando las empresas se cargaron de la deuda que vence el año próximo.

Hoy en día, el mercado ha madurado con operadores más astutos y profesionales que impulsan a las nuevas empresas familiares. Solo quedan un puñado de prestamistas dispuestos a invertir en la industria, asegura Bricken. "Todo el dinero estúpido ha abandonado el sector".