miércoles, 5 de marzo de 2025

Los jóvenes votan en masa a la extrema derecha. Hay analistas políticos que culpan al covid



Manifestantes asisten a una marcha del grupo de extrema derecha Pro-UK Campaign Group a Force For Good. (EFE/Robert Perry)



El coronavirus no ha instalado ningún chip en el cerebro. Pero, según diferentes estudios, sí ha creado unas circunstancias que están llevando a muchos votantes menores de 25 años a apoyar a la derecha radical a ambos lados del Atlántico



Los directivos de las empresas nacidos en la década de los 30 eran reacios a aceptar préstamos, según reveló el estudio sobre los 'Bebés de la Depresión' realizado por la universidad de Oxford. Los académicos quisieron averiguar cómo las experiencias individuales de shocks macroeconómicos afectaban en la vida adulta y encontraron que aquellos que crecieron con el seísmo del 'Martes Negro' asumieron menos riesgos financieros que los que supieron de ello a partir de una descripción simbólica. Puede que estos cambios no sean duraderos, pero los hábitos de gasto e incluso los gustos musicales se consolidan durante la adolescencia, al igual que otros comportamientos, como las preferencias políticas.

Y aquí la pregunta: ¿esto explica que la AfD haya conseguido ahora un resultado histórico en las elecciones de Alemania, que Donald Trump esté en la Casa Blanca o que Javier Milei sea el presidente de Argentina? Los adolescentes que pasaron el confinamiento enganchados a las redes sociales y fueron golpeados luego por la inflación, ¿son los que están ahora detrás del auge de la extrema derecha?

La llegada de la Covid-19 pareció abrir la perspectiva de nuevos tipos de solidaridad y sacrificio colectivo. Se llegó a hablar incluso de que una conciencia aguda de vulnerabilidad compartida podría crear las condiciones para un renovado sentido de propósito a la hora de abordar los problemas globales, incluida la emergencia climática. Pero cinco años después, el panorama es más tenso que nunca. ¿Ha cambiado la pandemia el comportamiento político de los adolescentes?

Un análisis publicado por el Centro de Riesgo Sistémico de la London School of Economics concluyó que las personas que sufren epidemias entre los 18 y los 25 años tienen menos confianza en sus líderes científicos y políticos. Esta pérdida de confianza persiste durante años, incluso décadas, en parte porque la ideología política tiende a solidificarse en los 20 años de edad.

Ahora no se habla de la generación Z, sino de la generación C, la afectada por el covid. El coronavirus no ha instalado ningún chip en el cerebro. Pero, según diferentes estudios, sí ha creado unas circunstancias que están llevando a muchos votantes menores de 25 años a apoyar a la derecha radical.

Los jóvenes —más susceptibles a la desinformación— pasaron gran parte del confinamiento enganchados a redes sociales, donde los populistas tienen una gran ventaja, ampliada además por los propios medios tradicionales, que llevan a los titulares vídeos de políticos como Jordan Bardella, el líder del partido de extrema derecha que asestó un golpe decisivo a la alianza del presidente Emmanuel Macron en las elecciones europeas.

La pérdida de confianza en las autoridades, sumado a la ira por los excesos del feminismo radical y del woke, los problemas de una inmigración no integrada y el alto coste de vida, les lleva a prestar ahora su apoyo a partidos expertos en explotar esos agravios, por poco probable que sea que los resuelvan. La combinación de un débil crecimiento económico real y una inmigración récord preparó terreno a estas formaciones que critican a los progresistas de ambos lados del Atlántico por no cuidar primero de sus propios ciudadanos.

Elon Musk, asesor de Donald Trump y CEO de Tesla, fue uno de los primeros en llamar el domingo a Alice Weidel, la colíder del partido de extrema derecha alemán Alternative für Deutschland (AfD), para felicitarla después de que la formación duplicara su apoyo con respecto a las últimas elecciones, quedando como segunda fuerza política.

Con más de 935.000 seguidores en TikTok, Weidel ha sido la candidata con mayor éxito en las redes sociales en los comicios del pasado fin de semana, donde AfD consiguió el 21% de los votos entre los ciudadanos de 18 y 24 años y el 20,8% en voto total. El partido de izquierda Die Linke, consiguió el 25% del voto entre los jóvenes, pero sólo el 8,8% en voto total.

Con los horrores del nazismo considerados cada vez más cosa del pasado, esta generación ha crecido viendo partidos como la AfD en programas de televisión o en el parlamento —donde consiguieron sus primeros diputados en 2017—, por lo que se han normalizado hasta el punto de que ya no parecen tan radicales.

Pese a apoyar abrumadoramente a los Verdes en 2019, el 16% de los votantes alemanes menores de 25 años votaron por la AfD en las elecciones europeas del año pasado, donde los partidos euroescépticos, antiinmigrantes y anti establishment lograron avances más que significativos.

El 16% de los votantes alemanes menores de 25 años votaron por la AfD en las elecciones europeas del año pasado

En Francia, el 30% del voto de los jóvenes fue para el partido de extrema derecha Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Mientras tanto, el 21% de los votantes italianos de entre 18 y 34 años ayudó a que Hermanos de Italia, de la primera ministra Giorgia Meloni, obtuviera un fuerte mandato para impulsar su agenda. En España, Vox aumentó su participación entre los votantes menores de 25 años al 12,4%. Y la reducción de la edad para votar a 16 años en Austria, Bélgica y Malta y a 17 en Grecia no hizo más que acentuar esta tendencia.


Las redes afectan en la polarización

No es exclusiva del Viejo Continente. Según una encuesta reciente de CBS, los estadounidenses menores de 30 años no solo están divididos de manera uniforme entre los partidos, sino que son incluso más pro-Trump que los baby boomers mayores de 65.

"Si hubiera sido la extrema derecha la que estuviera en el poder durante los últimos 10 o 15 años, los jóvenes también votarían en contra de ellos"

Laura Serra, investigadora en el Observatorio de Psicología Electoral de la London School of Economics, asegura que las razones que llevan a las nuevas generaciones a apoyar a los partidos de extrema derecha se explican principalmente “por la precariedad económica y también por sentimientos antisistema, en la medida en que culpan a los gobernantes y a los partidos tradicionales de las condiciones en las que viven, no necesariamente por actitudes xenófobas, que tienden a ser aún más frecuentes entre los estratos de mayor edad de la población”.

“En muchos sentidos, el creciente apoyo que los votantes jóvenes están mostrando a estos partidos es una forma de protesta, más que un apego genuino a sus ideales o un acuerdo con ellos”, matiza a este diario. “Si hubiera sido la extrema derecha la que estuviera en el poder durante los últimos 10 o 15 años y las condiciones socioeconómicas reflejaran las de hoy, los jóvenes también votarían en contra de ellos. Un ejemplo de ello es que en Alemania los dos partidos más exitosos entre los jóvenes (Die Linke y AfD) podrían considerarse antiestablishment, pero se ubican en extremos completamente opuestos del espectro ideológico político”, añade.

Asimismo, recalca que las redes sociales han traído consigo “cambios significativos en la forma en que las personas perciben y discuten asuntos políticos”, y aunque los partidos y líderes de extrema derecha “definitivamente han sacado provecho de esto”, no cree que eso sea suficiente para explicar su creciente popularidad entre los jóvenes.

“Independientemente de su edad, la forma en que una persona responde a lo que ve en las redes sociales, el tipo de contenido que se le presenta y con el que interactúa, depende mucho más de sus propias actitudes preexistentes, contexto social y antecedentes socioeconómicos, que del atractivo real de cualquier partido”, matiza.

Reino Unido se presenta como una excepción, ya que el Partido Laborista ganó las elecciones del año pasado por una mayoría aplastante y obtuvo más del 40% de los votos entre los jóvenes de 18 a 24 años. Serra lo achaca al hartazgo por el prolongado período de dominio de la derecha y el peculiar sistema electoral británico, que favorece el bipartidismo. “Los más jóvenes han vivido durante un período de profundos sentimientos "anti-Tory" que surgieron no solo del Brexit, sino también de la austeridad, los crecientes costos de la educación superior y las dificultades con la asequibilidad de la vivienda, que son las cuestiones que mencionan como principales prioridades para ellos”, apunta.

Por su parte, la reacción contra la “ideología de género” ha sido también identificada como un factor clave en esta nueva tendencia, particularmente entre los hombres. En el estudio realizado por el Instituto de Investigación Generacional de Alemania, cuando se preguntó a los votantes primerizos si consideraban que la tendencia LGBTQ+ era “exagerada”, los que mostraron el mayor nivel de acuerdo fueron aquellos que planeaban apoyar a la AfD.

Los cambios progresistas en torno a la igualdad de género, identidad de género y el movimiento #MeToo han desafiado las estructuras patriarcales, los roles de género y el estatus de los hombres en muchos aspectos de la sociedad y los partidos de extrema derecha intentan explotarlo estratégicamente.

Yascha Mounk, profesor en la Universidad Johns Hopkins en Washington y autor de The Identity Trap, asegura que, especialmente en los países anglófonos, la creciente obsesión por la identidad de grupo ha derivado en una rebelión contra la cultura 'woke' entre los más jóvenes, sobre todo entre los hombres. “Tal vez estén enojados por ser incluidos en el grupo de supuestos opresores debido a su masculinidad, su “identidad de género cis” o su “raza blanca”. O tal vez simplemente vean el lenguaje identitario de sus maestros y muchos de sus representantes como una distracción inútil de los problemas básicos, como la inflación, que realmente les preocupan”, apunta.

En definitiva, aunque la extrema derecha es vista por muchos como una fuerza extremista, incluso antidemocrática, parece que el esfuerzo de “normalización” está dando resultados, sobre todo entre los nuevos votantes.

Tarik Abou-Chadi, profesor de Política Europea en la Universidad de Oxford, cree que, a largo plazo, podría producirse incluso un cambio aún más radical. "En cuanto los partidos más tradicionales empiecen a renunciar al 'cortafuegos' o cordón sanitario, la extrema derecha empezará a canibalizar al centroderecha. Es muy probable que, en muchos o en la mayoría de los países europeos, los partidos de extrema derecha sean el principal partido de la derecha, o ya lo sean", afirma.