lunes, 9 de marzo de 2015

Cómo apoyar a un amigo que atraviesa una crisis de pareja sin abrumarlo


MItch O'Connell

Mary Baremore recuerda cuando hace unos años una amiga cercana le contó sus problemas matrimoniales. Su esposo era prepotente, le explicó la amiga. A menudo sentía que sus opiniones eran desestimadas y que era rechazada sexualmente. Entonces empezó a llorar.
Baremore la escuchó pero no dijo mucho, aunque pensaba que su amiga debía enfrentar a su marido y hablar con él. Tímidamente, le preguntó a ella si había pensado en ir al psicólogo.
“Me sentí totalmente inepta”, dice Baremore, de 53 años, que vive en St. Paul, Minnesota.
Tarde o temprano, alguien con serios problemas matrimoniales o de pareja querrá hablar sobre lo que le pasa y posiblemente pida consejos. Apoyar a esa persona —un familiar, un amigo o un colega— es un desafío. Nadie nos enseña a dar apoyo emocional.
Cuando alguien que nos importa nos hace una confidencia, un instinto común es hacer que la persona se sienta mejor a cualquier precio. Quizás le damos esperanzas falsas o criticamos a la pareja, y si tenemos una relación cercana con esta persona, su sufrimiento puede hacerse nuestro. Pero esas reacciones no ayudan.
Algunos expertos están enseñando cómo tener más confianza y ser más efectivo para brindarle apoyo a un amigo o familiar que atraviesa una crisis matrimonial o de pareja, y cómo fijar y mantener límites.
“La meta del primer referente matrimonial es ser un buen amigo, no un terapeuta”, dice William Doherty, un terapeuta matrimonial y familiar, y profesor de ciencia social familiar en la Universidad de Minnesota. Ha desarrollado un taller de primeros referentes matrimoniales para familias de militares, drogadictos y ciudadanos comunes en centros comunitarios e iglesias en Estados Unidos. Hace poco asistí a un taller en Manhattan.
Los primeros referentes matrimoniales son aquellos a los que la gente acude naturalmente cuando necesitan hablar. Un estudio entre 1.000 personas de entre 25 y 70 años, realizado por Doherty y sus colaboradores, que será publicado pronto, indica que 74% de los adultos han escuchado a alguien que atravesaba una crisis matrimonial o un problema en una relación a largo plazo.
Estas personas suelen ser una amiga, un familiar (especialmente un hermano o hermana o un adulto joven), un amigo o un colega.
En su investigación, Doherty descubrió que la gente que le cuenta sus problemas a un amigo dice que lo que más ayuda es que el amigo sólo escuche. Los confidentes también pueden ayudar dando apoyo emocional y ayudando al amigo con problemas a poner en perspectiva la situación. A menudo pueden ayudar a una persona a comprender su contribución al problema o qué siente la pareja.
Los confidentes pueden cometer errores. Emiten juicios de valor o hablan demasiado sobre sí mismos. Se ponen de un lado de la pelea. Intentan solucionar el problema. “No confundan ser un confidente con dar consejos”, advierte Doherty.
La destreza más importante para los primeros referentes matrimoniales es escuchar, dice Doherty. Como confidente, hay que tener cuidado de no interrumpir ni ofrecer la perspectiva propia demasiado pronto. Evite sacar conclusiones, y recuerde: está escuchando sólo un lado de la historia.
Intente empatizar con el dolor de la persona, no los detalles de su historia. Refleje los sentimientos de la persona (“imagino cómo te dolió sentir que tu esposa te desestimara frente a tus amigos”). La comunicación no verbal —una mirada, un toque— ayuda mucho.
Debería decir cosas que afirmen las fortalezas de su amigo y su relación: “Sé que te preocupas”, “has superado tormentas otras veces”. Evite ser tan positivo que la otra persona no se sienta escuchada.
Ofrezca una perspectiva al ayudar a la otra persona a ver que muchos problemas en las relaciones son comunes y se pueden superar. Ayude a su amigo a considerar los sentimientos de su pareja. No acepte adicciones, aventuras extramatrimoniales o abusos como algo “normal”. Quizás quiera compartir brevemente una de sus experiencias, pero tenga cuidado de no igualarla con la de la otra persona, para no parecer un sabelotodo, dice Doherty.
Si una persona parece atascada en un problema, el confidente debería “desafiar” al amigo, sugiere Doherty. Sugiera gentilmente que la persona se comunique con más claridad con la pareja o que analice sus expectativas y contribuciones al problema.
Si alguien parece a punto de tomar una mala decisión, un confidente podría darle un consejo. Pero debería ser específico e infrecuente. Recomiende un libro o el nombre de un terapeuta matrimonial. “El primer referente, por definición, no es el último referente”, afirma Doherty.
El entrenamiento para primeros referentes también incluye poner límites. Los confidentes deben evitar sentir cierta fatiga. Sentir que un amigo acude a uno demasiado a menudo puede dañar la amistad o la relación laboral.
Si usted es un confidente, identifique los temas relacionados a las relaciones que lo ponen mal por su experiencia propia. No le conviene aumentar la negatividad ni ponerse peor que el amigo que le cuenta sus problemas.
Según su relación con la pareja, quizás tenga que resistirse a ser arrastrado a un triángulo. No se convierta en el confidente de ambos integrantes de la pareja ni actúe como mediador.
Mis amigos saben que soy una confidente veterana y, admitámoslo, también cuento mis problemas. Un punto importante que saqué del entrenamiento de primeros referentes matrimoniales fue que la mayoría de los problemas de las relaciones —falta de sexo, sentir que no lo escuchan, conflictos por dinero, la crianza de los hijos— son universales. Puede ser reconfortante para una persona escucharlo.

domingo, 8 de marzo de 2015 12:26 EDT
http://lat.wsj.com/articles/SB10344423471672714837704580481951500311566?tesla=y

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.