domingo, 29 de marzo de 2015

Cómo una inminente recesión ha transformado a la estrella del auge capitalista de Rusia


Cuando el restaurante de cocina estadounidense Black Bull abrió sus puertas seis años atrás, fue una señal de que la prosperidad había llegado a esta ciudad provincial.
Hoy en día, sin embargo, el restaurante está preparando un nuevo menú para una nueva era. Ya no tiene cortes de carne estadounidense y australiana debido a una prohibición del gobierno ruso. También desaparecieron los costosos patos importados y el foie gras que acompañaban las ensaladas de rúcula. Su chef principal, Yuri Skorinov, dice que ofrecerá bistecs de Uruguay, pato ruso y brie nacional frito para ocultar su procedencia.
Una nueva realidad económica está emergiendo en Kaluga, así como en todo el país. El colapso de los precios del petróleo y las sanciones de Occidente por el conflicto en Ucrania han generado expectativas de una recesión. El año pasado se registró el primer declive anual de los ingresos disponibles reales desde que Vladimir Putin asumió el poder. El banco central de Rusia indicó el lunes que la economía se contrajo 0,7% en el primer trimestre y ha proyectado una contracción de hasta 4% para este año.
El rublo ha perdido casi la mitad de su valor frente al dólar desde el inicio de 2014. El Producto Interno Bruto cayó 1,5% en enero frente al mismo mes del año pasado y un importante índice manufacturero tocó un mínimo de cinco años y medio. La inflación de los precios al consumidor llegó a 16,7% en febrero, con un alza de 23,3% en los alimentos. Putin ha advertido sobre una penuria económica que podría durar hasta dos años.
El resultado de todo esto es el tipo de incertidumbre económica que los rusos no han visto desde un breve período en 2008 y 2009, y anteriormente en los años 90, cuando el colapso de la Unión Soviética provocó hiperinflación y un caos financiero.
Los inversionistas de Europa y Estados Unidos se muestran más cautelosos, lo que es especialmente preocupante para Kaluga, que había transformado su economía al cortejar a empresas extranjeras para que construyeran fábricas para proveer desde autos hasta cemento a la cercana Moscú. “Si todas las fábricas perdieran la rentabilidad, habrá un colapso”, afirma Skorinov.
Kaluga, ubicada a unos 180 kilómetros al sudoeste de Moscú, data del siglo XIV. Partes de la ciudad parecen sacadas de las obras de Nikolai Gogol. Tiene un aire provincial y un gran teatro en el centro de la ciudad se asemeja al famoso Teatro Bolshói de Moscú.
En 1999, cuando Putin llegó a la presidencia, Kaluga venía de sufrir casi una década de abandono postsoviético. No obstante, gracias al alza de los precios de la energía, los casi 20 millones de habitantes de Moscú y sus alrededores empezaron a renovar sus viviendas y comprar televisores, cosméticos de primera calidad y sus primeros smartphones y autos. Las empresas extranjeras, con el fin de reducir los costos laborales y eludir aranceles de importación, buscaron lugares cercanos a la capital rusa para fabricar sus productos.
Anatoly Artamonov, gobernador de la región de Kaluga desde 2000, se percató de que su proximidad a Moscú era su principal ventaja competitiva. Emprendió una campaña para convencer a multinacionales de que Kaluga era el lugar más barato y menos burocrático para instalarse.
Incluso en medio de un bajón económico, el gobernador de 62 años, un ex miembro del Partido Comunista que dirigía una granja colectiva durante los tiempos de Leonid Brezhnev, viaja a capitales europeas para cortejar a ejecutivos, ofreciéndoles generosos subsidios, menores tasas impositivas y promesas de negocios libres de corrupción.
“Cuidamos de nuestros inversionistas como los padres cuidan a sus hijos”, suele decir.
Entre las compañías multinacionales que abrieron instalaciones en el área se encuentran L’Oréal SA, LRLCY +2.12% Samsung Electronics Co. , General Electric Co.GE +0.24% , AstraZeneca AZN +0.43% PLC, y Lafarge SA LFRGY -0.45% . El Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD), que fue establecido para ayudar a ex países comunistas a hacer la transición al capitalismo, ha invertido 638 millones de euros (US$675 millones) en la región desde 2007, financiando nuevas fábricas mediante préstamos e inversiones accionarias.
La llegada de dinero extranjero ayudó a transformar a Kaluga. Se inauguró una escuela internacional de habla inglesa y la gente empezó a aprender este idioma, aparecieron aceras de ladrillo en el centro de la ciudad, y restaurantes y hoteles abrieron sus puertas allí. Incluso hubo dinero para convertir una aldea en un museo al aire libre y una comuna de artistas.
“La ciudad se ha vuelto más limpia y las calles han mejorado. La mentalidad de la gente ha cambiado”, señala Ksenia Denisova, gerente de 30 años en una agencia de turismo de Kaluga. “Las personas que trabajan aquí ahora tienen contacto con extranjeros”.
La región se convirtió en un centro para las automotrices extranjeras. Volkswagen AGVLKAY +0.54% , PSA Peugeot Citroën PUGOY -1.70% y Mitsubishi Motors Corp.7211.TO -1.00% abrieron plantas. Volvo VOLVY -1.47% AB instaló una fábrica de camiones, mientras que empresas como Magna International Inc. MGA -0.06% y Benteler International AG lanzaron operaciones para proveer autopartes. En 2014, Kaluga produjo su vehículo número un millón. La industria automotriz ahora constituye 42% de la producción industrial de la región.
Sin embargo, la dura situación económica comenzó a tocar a las automotrices en Kaluga. Recientemente, Volkswagen anunció que reducirá la producción en su planta en la ciudad debido a la baja demanda y GM indicó que cerrará su planta en San Petersburgo, además de dejar de vender muchos de sus productos en el país.
El auge agobió los recursos de Kaluga. Las fábricas requerían más electricidad, generaban más desechos y demandaban más mano de obra calificada. No obstante, la prosperidad que trajeron superó las desventajas.
Luego, el año pasado, Rusia invadió y anexó Crimea, y respaldó a los separatistas en una guerra en el este de Ucrania. La tensión política, la inestabilidad y las sanciones occidentales resultantes espantaron a los inversionistas.
La inversión extranjera directa neta fuera del sector bancario cayó a US$18.600 millones el año pasado, desde US$61.500 millones un año antes, según el Banco Mundial. El BERD, que había financiado fábricas en Kaluga, suspendió todas las nuevas inversiones en Rusia debido a las sanciones.
En tanto, el precio del petróleo, la principal exportación de Rusia, se derrumbó desde más de US$110 en junio de 2014 a menos de US$55 este mes. En diciembre, ante la fuerte devaluación del rublo, el banco central subió las tasas de interés. Para muchos rusos, eso efectivamente cortó su acceso a créditos para comprar viviendas o autos. Las ventas minoristas declinaron 4,4% en enero frente a un año antes, la mayor caída interanual desde la crisis financiera de 2008-2009. Los salarios reales disminuyeron 8% en ese mes comparado con el mismo mes de 2014, el mayor descenso del que se tenga registro, según la firma de investigación Capital Economics.
Conforme las relaciones con Occidente llegaron a su punto más bajo desde la Guerra Fría, muchos funcionarios rusos se jactaron de que podían ser autosuficientes. “Podemos tener nuestra propia diversión sin su Coca-Cola KO -0.67% ”, decía una de las muchas camisetas lanzadas por empresas rusas en respuesta a las sanciones. Las autoridades cerraron temporalmente locales de McDonald’s MCD -0.70% aduciendo violaciones a las normas de salud.
Artamonov, el gobernador de Kaluga, dice que los que sostienen que Rusia puede arreglárselas por su cuenta no entienden de economía y siguen sumidos en el pensamiento soviético. Critica a los políticos occidentales por imponer sanciones. “Están tratando de separar a Rusia del mundo”, afirma. “Eso es malo. No puede llegar a eso”.
El sector automotor ha sido uno de los más golpeados. Las ventas de autos nuevos y vehículos comerciales ligeros cayeron 37,9% en febrero frente a un año antes, después de contraerse 10,3% durante 2014, según la Asociación de Empresas Europeas.
Los residentes de Kaluga, mientras tanto, están tratando de ajustarse a los cambios económicos. Denisova, de la agencia de turismo, cuenta que reservó un viaje de Año Nuevo a San Petersburgo en lugar de a destino en el exterior como solía hacer. Skorinov, el chef, dice que podría crear una carta completa con productos rusos si lo tuviera que hacer y seguiría siendo delicioso.
Artamonov trata de mantener una actitud positiva. En una entrevista con una estación radial rusa, prometió reevaluar y mejorar el clima empresarial. “Probablemente hay una crisis”, dijo. “Pero estamos prohibiendo que se mencione esa palabra”.

Paul Sonne y  William Boston 
jueves, 26 de marzo de 2015 20:09 EDT
http://lat.wsj.com/articles/SB11359226210375633378604580542623651557464?tesla=y

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