lunes, 2 de marzo de 2015

La guerra de divisas cambia el tablero mundial

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Un año después de la crisis de las divisas emergentes, los 'ataques' han vuelto a aumentar en el tablero global. Unos países 'endurecen su ofensiva' y otros 'retroceden posiciones'.

A vanzo posiciones en el flanco de la deflación y refuerzo el frente de las exportaciones con más munición monetaria. Las preocupaciones de los banqueros centrales en pleno siglo XXI poco o nada tienen que ver con las de la historia económica. El nuevo escenario global, fomentado por ellos mismos, obliga a las instituciones monetarias a tener en cuenta el frente de las divisas en sus decisiones y, de este modo, trazar una estrategia para controlar su divisa a corto y medio plazo. 

Política monetaria que, a este paso, algún día podría conocerse como política monetaria y de tipo de cambio. Al margen de la manipulación del mercado de divisas, lo que está claro es que algunos países han salido muy beneficiados de esta guerra, y otros han salido malparados.

En enero se cumplió el primer año de la crisis de las divisas emergentes de 2014 que provocó una devaluación del peso argentino de casi un 15 por ciento y una actuación de emergencia de los bancos centrales de India, Turquía y Sudáfrica, para frenar la devaluación de sus divisas con una fuerte subida de los tipos de interés. 

En este periodo, el escenario económico mundial ha cambiado mucho para muchos países debido a la estrategia para controlar sus divisas. En el caso de los tres emergentes, su planificación fue exitosa y les ha servido para avanzar posiciones en el tablero de batalla. "Muchos países no tenían otra alternativa, ya que muchas de sus empresas están financiadas en dólares y tenían que frenar la caída de sus divisas", explica Víctor Alvargonzález, director de Inversiones de Tressis. 

Un año después, los analistas aplauden su estrategia, en especial en los casos de India y Turquía, que se perfilan como dos de los países mejor valorados por las casas de análisis internacionales como destino de inversión, lo que ha vuelto a asegurar la entrada de flujos de capitales. Los tres países consiguieron frenar la caída de su divisa y mantener un tipo de cambio más equilibrado, al tiempo que se han visto beneficiados por la caída del petróleo.


Cañones al frente


No es una guerra de divisas, las políticas monetarias de los bancos centrales no se hacen pensando en el tipo de cambio. Este es uno de los argumentos preferidos de los banqueros centrales para negar la existencia de una guerra de divisas, sin embargo, muchas entidades justifican sus actuaciones por su moneda. 
Mientras las instituciones mandan más artillería al frente, su discurso es que están combatiendo la deflación (o los riesgos de caer en ella). Se produce una lucha por debilitar la divisa en un movimiento ordenado, ya que si cae demasiado fuerte, el coste de las importaciones se dispara, lo que genera desequilibrios en la economía y deteriora al PIB. Por este motivo, entre los vencidos de la guerra de divisas se encuentran tanto países que no han conseguido evitar una fuerte apreciación, como los que han sufrido una gran depreciación.

En el caso de India y Turquía y de otros emergentes, el proceso global de desinflación provocado por la caída del precio del petróleo ha permitido a las autoridades monetarias volver a relajar sus tipos de interés para ayudar a su economía. Por ejemplo, el Banco de la Reserva de la India pudo recortar el precio oficial del dinero en su primera reunión del año: lo bajó en 25 puntos básicos, hasta el 6,75 por ciento. Una situación que contrasta con los apuros que sufrió la entidad en 2013 y principios de 2014 para frenar la caída de la rupia. 

Tanto fue así, que en 2013 se vio obligado a establecer otra política más agresiva: instalar controles a la importación de oro, ya que es el país que más oro físico demanda y que supone un gran agujero en su balanza comercial y también en su moneda. Un año después, los economistas dan el visto bueno a su estrategia y sitúan a India como el cuarto país que más crecerá en 2015 (por detrás de China, Filipinas y Kenia), con un avance de su PIB del 5,5 por ciento, según las estimaciones de los analistas encuestados por Bloomberg. Tampoco ha sido necesario mantener los controles a la importación de oro, que los retiró el 28 de noviembre.
Más agresiva fue la estrategia del Banco Central de Turquía. Ahogado por el desplome de su divisa, la lira, la entidad convocó una reunión de emergencia el 28 de enero de 2014 en la que subió los tipos de interés del 4,5 por ciento hasta el 10 por ciento. La estrategia sirvió para frenar la sangría de su moneda y, desde entonces, ya no ha tenido que pedir más treguas al mercado. Su divisa se estabilizó y desde sus mínimos gana casi un 15 por ciento contra el euro. Esta situación más cómoda ha permitido al país volver a normalizar sus tipos de interés de forma paulatina: en 10 meses ha recortado el precio del dinero hasta en seis ocasiones, la última el 24 de febrero, hasta dejarlos en el 7,50 por ciento.

Los expertos destacan otros países emergentes como ganadores de las batallas del mercado de divisas de los últimos meses, en especial México. El país es uno de los grandes beneficiados por la recuperación de la economía estadounidense y que, además, "ha conseguido mejorar su productividad gracias a la subida del dólar", explica Antonio Salido, director de marketing de Fidelity.


La batalla europea


La eurozona ha sido el principal foco de la guerra de divisas en 2015 y continuará siéndolo en los próximos trimestres. La decisión del Banco Central Europeo de inyectar más de un billón de euros a la economía con la compra de bonos ha supuesto reforzar el frente de la eurozona en el tablero de guerra.

Uno de los grandes perjudicados ha sido Suiza, que ha visto saltar por los aires el techo que había puesto a su divisa: 1,2 francos por euro. El Banco Nacional Suizo ya no pudo contener más la entrada de flujos en el país y tuvo retroceder posiciones en sus estímulos monetarios. Para evitar una apreciación muy elevada, el país está intentando forzar a los inversores del país a abandonar sus fronteras aplicando un tipo de interés a los depósitos del 0,75 por ciento. 

El siguiente en caer podría ser Dinamarca, que tiene establecida una banda de fluctuación con el euro. Los especuladores están presionando el cruce y muchos expertos creen que el país no conseguirá contrarrestar la fuerte entrada de flujos que está viviendo. Una de las opciones que se plantea antes de reconocer la derrota es entrar en el euro.


Javier G. Jorrín   1/03/2015 - 8:59


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