Guo Guangchang en abril de 2015 en Nueva York. / MICHAEL NAGLE (BLOOMBERG)
El Gobierno centra la nueva etapa de su campaña anticorrupción contra los altos ejecutivos del país
Las fotos que circulaban por las redes sociales y que mostraban a un hombre con gafas escoltado por la Policía en el aeropuerto de Shanghái desataron los rumores sobre una nueva captura en la campaña contra la corrupción. En la noche del jueves 10 de diciembre, el grupo Fosun confirmaba a la revista “Caixin” que su presidente, Guo Guangchang, se encontraba “incontactable”. Uno de los hombres más ricos de China había entrado en un agujero negro que se ha tragado este año a decenas de altos ejecutivos en este país.
Guo parece haber sido uno de los afortunados. Cuatro días más tarde, y después de que Fosun confirmara que su jefe “cooperaba” con las autoridades judiciales en una investigación, reaparecía en una reunión de empresa. El viernes 13, otra publicación económica, “Caijing”, le situaba en Nueva York en un almuerzo de trabajo, aparentemente liberado ya de las pesquisas de la temida Comisión Central para la Inspección de la Disciplina (CCID), el brazo policial del Partido Comunista que ejecuta la campaña anticorrupción ordenada por el presidente Xi Jinping.
Los inspectores de la Comisión emplean el procedimiento conocido como “shuanggui” o retención extrajudicial, ampliamente condenado por las organizaciones pro derechos humanos. Los miembros del Partido sospechosos de corrupción -o cualquier otro delito- quedan detenidos en un paradero desconocido, sin acceso a sus allegados y sometidos a interrogatorios durante un periodo que puede durar días, meses o incluso años.
El presidente de Fosun no es el único potentado que ha suscitado la atención de la CCID. La revista Hurun, el Forbes chino, calcula que desde 1999 se han abierto investigaciones contra 35 -aproximadamente un 1%- de los 3.000 millonarios incluidos en sus listas de los más ricos del país.
Lo nuevo es la intensidad con que la campaña del presidente Xi Jinping contra la corrupción se está dirigiendo contra el sector financiero y empresarial. Previamente, en sus dos primeros años, se había enfocado especialmente hacia el sector petrolero y los funcionarios. En 2014 cayeron cerca de 71.000, según las cifras de la Comisión.
Pero desde principios de este año está siguiendo la pista al dinero. En enero se anunciaron las investigaciones contra altos ejecutivos de dos bancos, el de Pekín y el Minsheng, este último aparentemente por sus tratos con un alto funcionario durante la presidencia de Hu Jintao. Desde su entrada en el agujero negro del “shuanggui” no se ha vuelto a saber de ellos.
“La raíz del problema se encuentra en la connivencia entre la política y el mundo empresarial” en un país donde la economía se encuentra aún fuertemente intervenida por el Estado, señala el profesor Hu Xingdou, del Instituto de Tecnología de Pekín. “Sin el apoyo de los políticos, para un empresario es casi imposible convertirse en un gran multimillonario”.
Según la CCID, hasta finales de octubre había enviado 8 equipos de inspectores a 14 instituciones financieras. Entre enero de 2014 y junio de 2015, según la Fiscalía china, se investigó a 877 personas del sector por abuso de poder y corrupción. De ellos, un 75% trabajaba en bancos, y un 25% en seguros y corredurías. La mitad de ellos eran sospechosos de ofrecer o aceptar sobornos.
El número de casos conocidos ha aumentado radicalmente desde el verano, cuando las Bolsas chinas registraron fuertes descensos que impactaron en los mercados de valores del resto del mundo y que pusieron a prueba la capacidad de respuesta del Gobierno chino.
Desde entonces han caído reguladores, banqueros y responsables de firmas de corretaje bursátil. También, incluso, el “George Soros de China”, Xu Xiang, del fondo de inversión Zexi y en manos de los investigadores desde el 1 de noviembre tras una persecución digna de Hollywood por las autopistas de su ciudad natal, Ningbo, en la costa china.
Aparentemente, el mensaje que el Gobierno quiere enviar es que está dispuesto a hacer caer a cualquiera que se interponga en el cumplimiento de su plan para el cambio de modelo económico. Y el sector financiero y las empresas estatales son dos áreas donde abundan los grupos de poder que pueden dar problemas.
“Combatir la corrupción en el sector empresarial contribuirá a mejorar el clima para la inversión. Todas aquellas empresas nacionales y extranjeras que cumplan la ley darán su visto bueno a la campaña porque a la hora de hacer negocios e invertir les beneficia un clima imparcial, sensato y ajustado a la ley”, aseguraba en rueda de prensa esta semana Liu Jianchao, viceministro de la Oficina Nacional para la Prevención de la Corrupción.
“Viendo lo que está pasando, es previsible que a algunos les entre el pánico a corto plazo”, opina el profesor Hu. “A largo plazo, será una oportunidad para limpiar el sector empresarial y permitir un desarrollo más sano de la economía de mercado”.
Ricos bajo sospecha (o muertos)
Una de las entidades más afectadas por las investigaciones sobre corrupción ha sido la firma de corretaje CITIC Securities. Su presidente, Cheng Boming, se encuentra retenido desde septiembre, como sospechoso de participar en operaciones bursátiles con información privilegiada. Otros dos altos ejecutivos,Jun Chen y Jianlin Yan, se encuentran desaparecidos desde principios de septiembre. En total, al menos una decena de directivos de la firma han pasado a manos de los inspectores.
Mao Xiaofeng, máximo responsable de Mingsheng Bank, quedó en manos de la CCID en enero, en un caso que le vinculaba con el hombre de confianza de Hu Jintao, Ling Jihua, acusado de corrupción. Después de que los medios chinos informaran de su caso, el presidente más joven de un banco chino -tiene 43 años- presentó su dimisión.
Yim Fung, presidente de la división hongkonesa de Guotai Junan International, otra gran firma de corretaje, se encuentra “incontactable” desde el 18 de noviembre.
El presidente del Banco Agrícola de China, Zhang Yun, dimitió de sus cargos a comienzos de diciembre después de que en noviembre las autoridades se lo llevaran para participar en una investigación sobre corrupción.
El caso más misterioso es el del empresario Xu Ming, cuyo testimonio contribuyó a condenar por corrupción al que fuera una de las grandes estrellas del Partido Comunista, Bo Xilai. Encarcelado él mismo por corrupción, debía quedar en libertad este diciembre. Pero un mes antes apareció muerto en su celda por un ataque al corazón, según las autoridades chinas. Sus familiares, según los medios chinos, aseguraron que Xu gozaba de excelente salud antes de fallecer.
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/12/18/actualidad/1450443172_338256.html
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