Mujeres posan para una foto frente al cartel de Hollywood, en Los Angeles (California). LUCY NICHOLSONREUTERS
La economía del Estado sobrepasa la de Reino Unido, gracias a la agricultura, la industria del entretenimiento y Silicon Valley. Aunque deja a muchos fuera del sistema.
El sueño californiano del que hablaban The Mamas & the Papas en su inmortal tema del 65 ya es potencia mundial. La quinta, para ser exactos de acuerdo a datos federales. No es un país, pese a los tibios cantos independentistas que se despertaron tras la llegada de Donald Trump al poder, pero si lo fuera sería la quinta economía a nivel mundial, por delante del Reino Unido.
El Producto Interior Bruto del estado más poblado de EEUU aumentó en 127.000 millones de dólares de 2016 a 2017, sobrepasando los 2,7 billones de dólares, en contraste con la leve contracción que experimentó el PIB británico en el mismo periodo. Por delante ya solo le quedan Alemania, Japón, China y Estados Unidos, con una cifra que duplica ampliamente al PIB español.
El dato es el reflejo de una región en estado de gracia desde hace años, con una tasa de desempleo del 4,3% y un ingreso medio por familia de 63.636 dólares. Así, a bulto, sobresalen monstruos como Apple, la compañía más valiosa del mundo por capitalización bursátil -928.000 millones de dólares-. Y por detrás Google, Facebook, Netflix, Oracle o Tesla, por nombrar al puñado de cabeza. Eso solo en el norte, en un Sillicon Valley que ha logrado descarrilar unas cuantas industrias tradicionales y hacerse de oro de paso.
En realidad, apenas hay partes del estado que no sean productivas. Al sur, con Los Angeles como centro neurálgico, la industria de la música y el entretenimiento, y al este el huerto americano por antonomasia, una máquina agrícola que produce el 13% del total en EEUU y que domina el 99% de cultivos como dátiles, aceitunas, melocotones, kiwis, nueces, almendras, higos, pistachos y alcachofas.
Solo la industria del vino, espoleada por los valles de Napa y Sonoma, facturó 34.100 millones de dólares en 2016, por detrás de Francia, Italia y España, con unas exportaciones que el año pasado superaron los 1.500 millones de dólares. Coronaron la temporada con el título al mejor vino del mundo en 2017 para un Merlot de Napa Valley, un Duckhorn, según Wine Spectator, la gran autoridad en la materia.
Incluso las regiones más desfavorecidas, como los pueblos en medio del desierto, se han subido al carro de una nueva industria: la marihuana. Localidades como Adelanto, Victorville o Hesperia están en pleno resurgir tras la legalización de la droga para uso recreativo en todo el estado.
La contraparte del idilio es la locura en que se ha convertido el mercado inmobiliario en el último lustro y que está poniendo el listón muy alto para multitud de familias. El promedio de una vivienda en Los Angeles es de 674,140 dólares y en San Francisco de 1,3 millones de dólares. A nivel estatal es de 537.315 dólares, según el portal Zillow.
Euforia no para todos
"Es cierto que todo está yendo bien en términos generales, pero no todo el mundo puede ser partícipe de esta sensación de euforia", expica Bruce Cain, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford. "Si te vas a Los Angeles, Oakland o San Francisco y miras debajo de los puentes de las autopistas, ves a multitudes viviendo allí. Es una economía vibrante, pero se está traduciendo en un desequilibrio que está sacando a mucha gente de sus casas".
Cain establece un paralelismo entre la bonanza económica y la política liberal que impera en California, de manos del gobernador Jerry Brown, traducida además en una sensación de cierta revolución cultural. "Está llegando gente muy creativa trabajando en industrias punteras, y eso implica una integración de culturas y religiones, riqueza en definitiva". Advierte, eso sí, de que llegar hasta este punto ha sido "una carretera llena de baches" y que puede haber muchos más por el camino en breve si no se toman medidas desde Sacramento.
Nathalia Gaviria, una empresaria y diseñadora de modas, ya los ves venir desde hace tiempo. Dice que el progreso de su negocio, en proceso de abrir una segunda tienda de ropa en Los Angeles, se está viendo golpeado por los precios astronómicos de los alquileres. "Lo que antes valía 6.000 dólares al mes por un local promedio, ahora cuesta 20.000. Por eso me huele a que esta economía puede morir de su propio éxito".
Gaviria emigró desde Bogotá hace más de una década, cuando el panorama era más propicio para empezar un negocio. "Los artistas y la gente creativa venían aquí porque era fácil salir adelante. Ahora esto se parece a Nueva York y San Francisco, donde solo hay sitio para los Zara y los H&M".
Eso sí, se queda con la calidad de vida del lugar. "Me gusta el clima, salir a un parque con mi hija y que haya sol. El estilo de vida California no es comer pan y viajar en metro, como en Nueva York. El estilo de vida de California consiste en tratar de vivir bien".
Pese a semejante premisa, los estudios demuestran que más gente se marcha de la que llega al estado dorado. Datos gubernamentales aseguran que seis millones de personas decidieron mudarse a otras partes más asequibles del país, frente a los cinco millones que se instalaron en California entre 2007 y 2016, un descenso de población del 2,5% para un total de 39,5 millones de individuos, según el último censo.
Los que sí llegan en masa son los turistas. El año pasado casi 56 millones de personas visitaron California, atraídos por las playas de Santa Mónica, los parques temáticos como Disney y Universal Studios, o el vértigo de las calles de San Francisco. El sueño californiano está de moda.
ABLO SCARPELLINI
Los Angeles
5 JUL. 2018 02:06
http://www.elmundo.es/internacional/2018/07/05/5b3bbd8b46163f4d588b457e.html
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