Una persona observa la obra 'Deily', de Damien Hirst, en el White Cube de Londres. DYLAN MARTÍNEZ
La feria Frieze certifica el temor del sector ante la inminente salida del Reino Unido de la UE y el efecto negativo de una subida de aranceles. Grandes galerías abren sede en París
Cuando el Reino Unido estornuda, el mundo del arte se resfría. Las ferias Frieze London y Frieze Masters, principales citas profesionales del otoño, han abierto esta semana en la capital británica con un temor inédito ante la inminente salida del país de la Unión Europea, prevista para el 31 de octubre. La amenaza fantasma del Brexit, que había sobrevolado los pasillos de la feria en sus últimas tres ediciones, se vuelve cada vez más nítida. Abandonar el mercado común impedirá la libre circulación de obras de arte en el resto del continente, por lo que esos bienes quedarán, salvo una solución de última hora, sometidos a nuevos aranceles. Londres acumuló el 66% de las transacciones comerciales que se realizaron en 2018 en este sector, pero su título de capital del arte peligra en el nuevo mapa que se dibuja para Europa.
La ansiedad ha resultado palpable en los pasillos de esta doble feria, que cerrará sus puertas mañana en el Regent’s Park de Londres. Para paliar la incertidumbre creciente, los responsables de Frieze han querido convertirla en una celebración proeuropea y cosmopolita. “Es la edición más internacional que hayamos tenido, con galerías de 35 países distintos, un récord que demuestra que Londres sigue siendo acogedora”, señala su directora, Victoria Siddall. Ante la cercanía de la fecha límite para el Brexit, la feria ha aconsejado a las galerías que no se demoren en el envío de las obras vendidas. “Les recomendamos que las saquen del territorio británico en las próximas tres semanas, ya que puede que las leyes de importación y exportación terminen cambiando”, reconoce Siddall.
Pragmatismo
Incluso los galeristas, siempre partidarios de la sangre fría, admiten su preocupación. “Hasta hace poco parecía una posibilidad lejana. Este año veo un nerviosismo nuevo. La gente está histérica, aunque yo prefiero el pragmatismo”, sostiene el marchante austriaco Thaddaeus Ropac, que cuenta con sedes en París, Salzburgo y Londres. El galerista, que en su primer día en la feria vendió un óleo de Georg Baselitz por 1,1 millones de euros, cree que la capital británica deberá “reinventar su modelo”, fundamentado en la tasa impositiva más baja del continente: su IVA sobre las obras de arte es del 5%. “Londres tiene muchas bazas que jugar: cuenta con el museo de arte moderno más visitado del mundo, la Tate Modern, y las grandes casas de subastas no cerrarán. Pero el Brexit puede alterar los equilibrios actuales. El Gobierno británico deberá estudiar cómo no perder esta industria frente a París, que es la gran ganadora del proceso”, analiza Ropac.
Hacia la capital francesa se dirige, desde hace varios meses, un pequeño éxodo de influyentes galeristas. La situación más probable, a corto plazo, es “una bicapitalidad de Londres y París”, como defendían desde la feria dos veteranos galeristas como Kamel Mennour y Almine Rech, que cuentan con sedes en ambas ciudades. Por lo menos, hasta que la situación fiscal se aclare. El alemán David Zwirner, que este año encabeza la lista Art Power, que reúne a las 100 personalidades más poderosas del arte, abrirá el 16 de octubre una nueva sala en el barrio parisiense del Marais, que se sumará a las que ya tiene en Londres, Nueva York y Hong Kong.
“El Brexit cambia el juego. Después de octubre, mi galería londinense será británica y no europea. Yo soy europeo y quiero tener una galería europea”, señaló Zwirner al Financial Times. También una institución tan londinense como White Cube, fundada en 1993 y ligada al ascenso de los Young British Artists, ha anunciado la apertura de una sucursal en París. “Llega el Brexit y es importante tener una base en la Europa continental, aunque no sea la única razón”, señalaba en la feria uno de sus directores, Mathieu Paris. “La idea germinaba desde hace varios años, ante la posición de fuerza que vuelve a adquirir París. Mudarnos a Francia nos permite anticipar el futuro”. Según la prensa especializada, también buscan local en la capital francesa otras galerías tan vigorosas como Pace Gallery y Hauser & Wirth.
Récord de ventas
Esta última, que anunció en junio la apertura de un nuevo centro de arte en Menorca en 2020, aboga por una fiscalidad adaptada para las industrias creativas. “El mundo del arte es fundamental para el Reino Unido. Somos un país creativo y es importante que el arte siga siendo sustentando. Si se hace a través de una solución como esa, sería fantástico”, opina Neil Wenman, responsable de la sede londinense de Hauser & Wirth, que cuenta con salas en Londres, Nueva York, Zúrich, Los Ángeles y Hong Kong, entre otros lugares. Son esas macrogalerías las más capacitadas “para afrontar la tormenta”, como reconoce Wenman.
Pese a las turbulencias, Hauser & Wirth inauguró Frieze batiendo un récord de ventas: casi 6 millones de euros por una obra sobre papel de Cy Twombly y 4,5 millones por un óleo de Philip Guston. Fueron adquiridas mientras Boris Johnson lanzaba su última oferta a la Unión Europea, mientras la Bolsa se hundía y la libra permanecía débil, lo que demuestra que el mercado del arte sigue carburando, al margen de la situación política. Lo que muchos temen es que ese motor no tarde en averiarse.
Londres
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