La capacidad de almacenamiento de los smartphones es un elemento disuasorio
Que me perdone la decena de fabricantes que ya presume de smartphones 5G en el mercado español, pero la relevancia operativa de un dispositivo dotado de la nueva superconectividad móvil ahora es escasa, muy escasa. En el día a día, y a efectos prácticos, alcanzar velocidades de conexión de 550 Mbps es una prestación casi anecdótica en los días que corren. El resto de los elementos diferenciales no son apreciables respecto a cualquier otro equipo convencional de media y alta gama de alta gama de 4G y 4G+. Por lo tanto, quien pretenda comprarse un móvil 5G puede estar sentir lo mismo que el en su momento adquirió un coche eléctrico sin apenas puntos de recarga o un televisor 8K ante tan exigua oferta contenidos compatibles con semejante resolución y calidad gráficos, por mucho escalado de imagen que la inteligencia artificial sea capaz de inventarse.
Samsung, Huawei, Xiaomi, LG, Vivo, OnePlus, Oppo, Lenovo, ZTE y Energizer son conscientes de que sus smartphones de 5G apuntan a una pequeña parte del mercado, todos ellos usuarios inquietos, interesados en lo último y posiblemente decepcionados ante el pobre alcance del servicio. Por el momento, sólo funcionan con la red de Vodafone y únicamente limitado a enclaves icónicos de 15 ciudades españolas. Fuera de esa cobertura, esta estirpe de móviles empata con cualquier otro del mercado.
Además de costar más caro que el resto y de consumir más batería (en su desgaste continuo de búsqueda de redes 5G que ahora escasean), las oportunidades de disfrutar de las altas velocidades responden más a caprichos que a necesidades. Nadie en un sano juicio pagaría mucho más de lo acostumbrado solo por descargarse una película en su móvil varios segundos antes que el prójimo. Además, por muy buenas y grandes que sean las pantallas de los smartphones -y por muy buena vista que se tenga-, la experiencia de uso del consumo de vídeo, series de televisión o cine en un móvil siempre será inferior a la que proporciona cualquier un televisor.
El consumo de datos no es un asunto menor. Quien pretenda utilizar el 5G en el smartphone, y por la cuenta que le tiene, debe estar abonado a una tarifa ilimitada de datos para no quedarse sin recursos al primer minuto de uso. Sería como disponer de un Ferrari, pero sin una gota de gasolina en el depósito. La capacidad de almacenamiento de los smartphones también es otro elemento disuasorio, de forma que quien no borre las películas en 4K según las vaya viendo, acabaría agotando el espacio del disco duro del terminal también a toda velocidad. A modo de ejemplo, Apple ha aplazado la llegada del 5G a sus iPhones 11 hasta que el mercado y las redes adquiera cierta consistencia y madurez. Cualquier fallo de la cobertura podría ser interpretado como una deficiencia del terminal, y por ahí el gigante de California no está dispuesto a pasar.
El 5G no está pensado prioritariamente para su uso en los móviles, sino para las industrias
Por mucho que se empeñen los fabricantes de dispositivos el 5G no está diseñado para su disfrute en el móvil. Los operadores de telecomunicaciones no invertirán todo lo que tendrán previsto tanto en la compra de nuevas frecuencias como en su posterior despliegue si pretendieran rentabilizarlo a través del consumo de particulares. Sólo con ese mercado, deberían esperar más de 15 años para comenzar a cuadrar las cuentas, según apunta un estudio de ABI Research. Otro reciente análisis del observatorio nacional del 5G también reconoce que la "implantación de la tecnología 5G para aplicaciones de consumo está siendo mucho más costosa en tiempo y dinero de lo inicialmente previsto".
Todo lo anterior viene a recalcar que el 5G no está pensado prioritariamente para su uso en los móviles. Ni mucho menos. La capacidad de la red cien veces mayores que sus inmediatamente comparables, las velocidades de un gigabit (10 superiores que las mejores de 4g+), la mayor eficiencia energética y las bajas latencias de apenas un milisegundo adquieren pleno sentido en las aplicaciones empresariales. El negocio estará en la digitalización de las industrias, así como en el desarrollo de las ciudades inteligentes, el futuro del coche autónomo y los nuevos usos que irán surgiendo en los próximos meses.
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