Hombre de luto sosteniendo una urna de cremación y una flor
(iStock)
Si te ha parecido ver a tu pareja tras su fallecimiento por la calle, en el supermercado o la has escuchado por casa, no estás solo. Es más común de lo que se verbaliza y tiene una explicación tanto psicológica como neurológica
Hace seis meses que Daniel se quedó viudo. Su mujer murió de manera repentina, pero a él le ha parecido verla en el mercado al que iban cada viernes a comprar hablando con la frutera. Esta ilusión ha dejado al hombre sin palabras, pero con una sonrisa en la cara porque no esperaba volver a ver a María jamás, y aunque sabe que no ha sido real, él, durante unos escasos segundos, lo ha sentido como tal. Esto que le ha ocurrido a Daniel es muy común. Tanto que existen varios estudios sobre este fenómeno.
Es más, esta ilusión no tiene por qué darse exclusivamente de manera visual, sino que podemos sentir la presencia de este ser querido que ha fallecido sin llegar a verlo, oler su perfume de repente, o "escucharlo". Sobre ello, escribió también Sigmund Freud en su ensayo Duelo y Melancolía (1917), donde denominó esta realidad como 'psicosis delirante'. Freud aseguraba que el dolor de haber perdido a alguien provoca alucinaciones o locura momentánea, la cual te puede llevar a ver figuras o a percibir aromas relacionados con la persona que extrañas.
Por tanto, haciendo caso a Freud, ver "fantasmas" dejaría de ser algo exclusivo de las películas de terror y se trataría, por tanto, de las consecuencias del dolor que provoca la pérdida de una persona a la que quieres. Si a Daniel le salió una sonrisa al ver a María comprando media sandía en la frutería es porque, además, funciona como una especie de mecanismo de defensa que ayuda a lidiar con la pérdida. Echar de menos es inevitable, pero ese día Daniel no se esperaba que ir al mercado a hacer la compra, una actividad que habitualmente realizaba con su mujer, fuera a sacarle una sonrisa.
No obstante, Daniel no reaccionó, no salió corriendo a darle un abrazo. Aunque esa "aparición" le hizo sonreír, sabía que no se trataba de su mujer, que ella no podía estar allí; y esto mismo le pasó al escritor estadounidense Jonathan Weiner, quien vio a su amigo y neurólogo Oliver Sacks en una calle concurrida de Nueva York semanas después de su fallecimiento. Él tampoco se acercó a saludarlo, sabía que aunque su presencia hubiese aliviado su dolor, no era real.
Si te pasa esto, no estás solo
A Daniel le ha pasado, a Jonathan Weiner también, pero no son los únicos. En 1971, en un estudio titulado 'Las alucinaciones de la viudez', un médico galés (Rees, W.D.) entrevistó a 227 viudas y 66 viudos; y descubrió que casi la mitad de las personas a las que había preguntado habían padecido alucinaciones con su cónyuge fallecido. Es más, estas alucinaciones solían durar muchos años, aunque eran más frecuentes en los 10 siguientes al fallecimiento de la pareja.
En 1985, otro estudio, 'Alucinaciones de viudez', en esta ocasión llevado a cabo entre residentes viudos de dos residencias de ancianos en Estados Unidos, analiza cómo habían sido las ilusiones de los viudos y descubriendo que estas experiencias son muy comunes, a pesar de que el 54 % de los entrevistados no había hablado nunca antes de esto con nadie. Por tanto, aunque sea algo que sucede con cierta frecuencia, todavía se tenía (y se sigue teniendo) bastante reparo a la hora de hablar de ello.
Entre el 30 y el 60 % de las personas viudas tienen experiencias alucinatorias después de un duelo
Más recientemente, en el año 2015, otro estudio demostró que entre el 30 y el 60 % de las personas viudas tienen experiencias alucinatorias después de un duelo. Estas experiencias pueden ser de todo tipo, desde sentir su presencia hasta ver a la persona parada en mitad de la calle. Pero lo que demuestran estos estudios es que si a ti también te ha ocurrido, si en los primeros meses o años tras la pérdida de un ser querido "te lo has encontrado", no estás solo, no eres el único al que le ha pasado. Es más común de lo que nos atrevemos a verbalizar.
¿Por qué sucede?
Esto, que es tan común suceda, se puede explicar desde dos perspectivas, la psicológica y la neurológica. Y, según Beatriz González, psicóloga, fundadora y directora de Somos Psicología y Formación, no pasa solo tras la pérdida de un ser querido, sino también después de una ruptura.
"Al perder a esa persona, el cerebro sigue buscando esos estímulos, lo que puede resultar en alucinaciones visuales o auditivas temporales"
"Desde un punto de vista más neurológico, el cerebro se habitúa a ciertos estímulos asociados con las personas que queremos, como su apariencia, voz, y olores. Estos estímulos se almacenan en nuestra memoria y forman parte de nuestra vida diaria. Al perder a esa persona, el cerebro sigue buscando esos estímulos, lo que puede resultar en alucinaciones visuales o auditivas temporales. Es la manera en la que nuestro sistema intenta mantener la conexión y procesar la ausencia de manera gradual", explica Beatriz González.
Por tanto, cuando tú estás acostumbrado a tener a alguien en tu vida, desprenderte de esa persona es muy complicado, hasta el punto de olerla, verla o escucharla cuando ya no está.
Sin embargo, por otro lado, está la perspectiva psicológica, asegura González: "Esto es parte de un mecanismo de adaptación emocional. El duelo es un proceso gradual (las famosas etapas del duelo) que permite a la mente y al cuerpo ajustarse a la nueva realidad tras la pérdida. Con el tiempo, estas sensaciones tienden a disminuir a medida asimilamos la ausencia y encontramos nuevas formas de seguir adelante", es por eso que son más comunes en los primeros meses o años tras el fallecimiento del ser querido.
Es más, concluye la psicóloga que "la duración de estos estímulos o sensaciones es un reflejo del vínculo emocional tan profundo con la persona perdida y nuestra necesidad de mantener el contacto con nuestros seres queridos, incluso después de que ya no estén".
Mary-Frances O'Connor, director del Laboratorio de Duelo, Pérdida y Estrés Social en la Universidad de Arizona, manifiesta en un artículo publicado en la revista 'Psyche', que estas ilusiones visuales son más frecuentes cuando estamos en piloto automático o divagando, porque el cerebro genera una visión de la situación anticipatoria en la cual aparecen estos seres queridos que ya no están con nosotros porque nuestro cerebro recuerda esos lugares con ellos allí: "Es por eso que la gente dice: 'Sé que esto suena loco, pero siento que va a cruzar la puerta otra vez'".