Foto from bbc.com
Tal vez lo maldiga y le dé un sacudón de su sopor cada mañana. Puede que sea una contracción que le desbarata abruptamente el ensueño de dormir y lo devuelve con fanfarria a la mundana realidad de un día de trabajo.
Pero ya sea uno naturalmente madrugador o tenga el natural reflejo de pulsar la pausa temporaria de alarma repetidamente; ya sea que el suyo cuente con de agudos pitillos, que zumbe, repiquetee o dé trompetazos, es difícil de imaginar cómo la sociedad moderna comenzaría cada día sin el auxilio de los relojes despertadores.
En un mundo donde el tiempo es un bien cada vez más escaso, este aparato nos provee de una invaluable función, algo por lo que quizás deberíamos dar un más generoso agradecimiento.
Cada año, encuentra más formas de proliferarse de manera encubierta, disfrazado de radio, reloj digital, teléfono y televisor, todos ellos poseídos por el mismo espíritu del antiguo reloj , cada uno capaz de atizarnos o alertarnos en el instante más preciso.
Cada año, encuentra más formas de proliferarse de manera encubierta, disfrazado de radio, reloj digital, teléfono y televisor, todos ellos poseídos por el mismo espíritu del antiguo reloj , cada uno capaz de atizarnos o alertarnos en el instante más preciso.
¿Desde cuándo?
Reencarnaciones dentro de los "móviles inteligentes" son las más recientes de este objeto que nos ha acompañado por siglos.
De acuerdo con el vizconde Alan Midleton, curador y bibliotecario en el Instituto Británico de Horología, en la antigua Grecia y Roma existían unos "ya bastante sofisticados" relojes accionados por medio del agua, cuyo flujo podía ser medido y cronometrado para propiciar una señal; en el siglo séptimo, los chinos desarrollaron un instrumento con los mismos principios, el cual se activaba a horas preestablecidas.
Cuando San Benedicto delineó, con esmerado esfuerzo, el itinerario de los monjes cristianos, fue imperativo para las órdenes religiosas desarrollar despertadores, inicialmente basados en el flujo de agua, pero después, tomando ventaja de los desarrollos de los relojes mecánicos en la Edad Media.
La invención de los péndulos en el 1656 y del espiral del volante alrededor del 1670 significó que controlar el tiempo podría ser más preciso que nunca antes.
Pero el reloj despertador siguió estando fuera del alcance de la mayor parte de la población hasta fines del siglo XIX. Pero la Revolución Industrial lo hizo disponible a las masas y requería a esos mismos trabajadores estar en las fábricas a turnos específicos.
Primer y segundo sueño
Roger Ekirch, profesor de historia en Virginia Tech y autor de "At Day's Close: a History of Night-Time" (Al final del día: la noche en el pasado), menciona que en la etapa preindustrial, la mayoría del pueblo en Europa practicaba lo que el llama "sueño segmentado": "tener el primer sueño" entre el fin del trabajo y la media noche, despertándose para socializar y charlar, y luego tener el "segundo sueño" hasta la madrugada siguiente.
Por entonces, afirma, los relojes despertadores eran simplemente innecesarios porque los patrones de sueño eran mucho más naturales.
"Nuestro patrón de sueño tiene 200 años: es un producto artificial de la modernidad", dice el historiador Ekirch.
"Sin embargo nuestros cuerpos están hoy en día intensamente menesterosos de sueño", señala.
"Debido a ello estamos obligados a confiar en medios artificiales para despertarnos de forma brusca".
Libertador
Sin embargo, no todo el mundo tiene una visión negativa del rol del reloj despertador de regir nuestros descansos postindustriales.
Según el vizconde Midleton, éste ha liberado a la gente de que su tiempo esté bajo control exclusivo de sus superiores.
Previo a su producción masiva, el argumenta, los trabajadores tenían que vivir cerca de donde trabajaban para poder oír la sirena de la fábrica anunciando el cambio de turno.
"Lo que significa es que hoy en día el reloj despertador nos permite vivir donde elijamos vivir", nos dice.
"No somos dependientes de un tiempo público para controlar nuestra puntualidad".
El problema es que es difícil recordar esa característica emancipadora al reloj despertador cuando nos arranca de los brazos de Morfeo.
Pero si realmente es nuestro liberador en vez de nuestro opresor, tal vez deberíamos golpearlo un poco menos fuerte la próxima vez que nos despierte.
Por Jon Kelly from bbc.com 16/01/2011
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