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cantante del grupo Nirvana, Kurt Cobain.
Esta semana funcionarios de la ciudad estadounidense de Aberdeen, en el estado de Washington, decidieron que no era una buena idea ponerle a un puente local el nombre del fallecido cantante del grupo Nirvana, Kurt Cobain.
Pero, ¿cuáles son los peligros e inconvenientes de poner nombres de famosos a lugares públicos?
Hay muchos sitios en ciudades de todo el mundo bautizados con el nombre de personajes conocidos.
La cuestión es que los nombres se pueden cambiar rápidamente, borrando las huellas de la nomenclatura anterior.
¿Cuántos extranjeros que vuelan al aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York recuerdan que solía llamarse aeródromo de Idlewild?
Ponemos a los lugares nombres de personas para reconocer los logros de estas. El acto de darle un nombre a un sitio está cargado de significado.
En los años '80 en Reino Unido estuvo de moda poner el nombre de Nelson Mandela a plazas y calles.
Ello sucedía en una época en que gobernaba la primera ministra Margaret Tatcher, quien, según se decía, consideraba a Mandela como un terrorista, por lo que solían ser instituciones de tendencia izquierdista las que decidían honrar al expresidente sudafricano.
Hoy en día Mandela no es una figura controvertida y es alabado por personas de todo el espectro político.
Mientras, en Estados Unidos se hizo frecuente bautizar lugares con el nombre de Martin Luther King.
Personajes controvertidos
Pero hay otras figuras que son más controvertidas.
No es difícil entender por qué Aberdeen decidió finalmente no honrar a Kurt Cobain, quien era considerado por algunos como un gran músico pero al que otros veían como un drogadicto que no representa un modelo a seguir.
En cualquier caso, la actitud hacia las celebridades cambia con el tiempo.
En Reino Unido era común poner a los lugares nombres de personajes notables del Imperio Británico.
Pero, por ejemplo, en 2002 hubo una campaña para cambiarle el nombre a una calle del oeste de Londres en la que había un templo de la religión Sij, una de las principales religiones del subcontinente indio, porque estaba bautizada en honor a Henry Havelock, quien tuvo un papel importante en la represión de la rebelión india de 1857.
Algunos han sugerido incluso que la famosa calle Penny Lane de Liverpool, que fue inmortalizada en una canción de los Beatles, tiene un nombre poco adecuado, ya que conmemora a James Penny, un comerciante de esclavos del siglo XVIII.
La cuestión es que las actitudes cambian con el paso del tiempo, asegura Derek Alderman, profesor de geografía en la Universidad del Este de Carolina, en EE.UU.
El académico ha estado contabilizando las calles que llevan el nombre de Martin Luther King en EE.UU. y de momento ya lleva 900.
Para Alderman, los nombres de las calles son un recordatorio de la historia de ciertos personajes, a veces más efectivo que un museo.
"Piensa en todas las veces que usas el nombre de una calle cuando tomas un taxi o utilizas el GPS", señala.
Según Alderman, ello puede hacer más por la popularidad de una persona que un monumento y es una opción más barata.
El académico cree que los nombres de personajes del pasado son útiles porque hacen que la gente hable de su propia historia.
Cuestión de reputación
Además, señala que la reputación de los personajes históricos está siendo reconsiderada constantemente.
Pone como ejemplo a George Washington. Celebrado como el artífice de la Constitución de EE.UU., ahora es criticado por algunos por su relación con la esclavitud.
Alderman ha constatado una tendencia en EE.UU. a no dar nombres de personajes a las escuelas para evitar controversias.
Pero todo este debate, señala el académico, da la oportunidad de hablar de la manera en que la gente percibe a determinadas figuras.
"Si una ciudad decide que va a dar el nombre de Kurt Cobain a uno de sus parques, discutirán por qué esa persona es importante. Y hablarán del legado de esa persona, por lo que tienen que alcanzar un consenso sobre lo que significa".
Por otro lado, los nombres de personajes en determinados lugares pueden tener una motivación política, según señala Alderman.
"Darle un nuevo nombre a una calle es reclamar una nueva voz y un cierto poder sobre el aspecto que tiene tu ciudad. Se trata de recordar a una persona específica, pero también se trata de asegurarnos de que hay más democracia en la manera en la que lucen nuestras ciudades", asegura.
Cuidado con las modas
Liam Scott-Smith , del centro de estudios británico Red del Nuevo Gobierno Local, va un paso más allá. Cree que darle el nombre de una persona a un lugar puede servir para premiar el buen comportamiento.
Un reconocimiento de este tipo, señala, puede crear un círculo virtuoso en el que la gente quiera obtener este tipo de reconocimiento.
La organización de Scott-Smith inició una campaña en 2008 para que a más calles británicas se les pongan nombres de personajes contemporáneos.
Cree que debe animarse a bautizar las calles en honor de celebridades locales, ya que eso hace sentir orgullosos a los que viven en el lugar.
En cualquier caso, advierte contra las modas pasajeras, confesando que cuando hicieron público el informe con sus conclusiones, sugerían ponerle el nombre del futbolista David Beckham a sitios públicos.
Y es que la fama de los personajes va y viene.
En la Universidad de Leeds, en Inglaterra, tenían un bar llamado Harvey Milk, en honor al activista de los derechos de los homosexuales estadounidense asesinado en 1978. Pero muchos de los estudiantes nuevos que llegaban no conocían nada de ese personaje.
Después de la película biográfica protagonizada en 2008 por Sean Penn la gente vuelve a saber quién era Harvey Milk.
Otros personajes mantienen un nivel de fama más o menos constante.
Las ciudades en Italia, Holanda o España que pusieron a sus calles el nombre del escritor George Orwell se decantaron por una apuesta segura.
Pero algunos nombres desaparecen en la oscuridad. ¿Quién recuerda hoy a George Downing, por el que fue nombrada la londinense calle Downing, en donde reside el primer ministro británico?
La experta en etimología Tania Styles dice que la gente por la que fueron nombradas ciudades, calles o pueblos puede ser olvidada sin muchas consecuencias.
Pero advierte que en la época moderna, la memoria en torno al origen de la denominación de los sitios persistirá por más tiempo. "Es en esta época no puedo imaginar que esa clase de información sea olvidada", concluye.
Por Clare Spencer from BBC 30 de julio de 2011