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El americano-israelí Michael Arad ha diseñado el monumento a las víctimas de la nueva Zona Cero. Ganó el concurso entre 5.200 propuestas de 63 países.
Unos días después del 11 de septiembre de 2001, Michael Arad se despertó de madrugada. Vivía entonces en el East Village, en el sureste de Manhattan. Salió a la calle y caminó sin dirección. Llegó a Washington Square Park. Aquellos días de septiembre la plaza era un lugar de encuentro de insomnes. Colocaban velas, los dibujos de los niños de las Torres Gemelas, «pasajes del Corán y de la Biblia, grafiti de 'amor y paz' en lo alto de la estatua ecuestre» (escribió Don de Lillo en Harper's Magazine). Arad, de forma espontánea, se unió al grupo. Cuenta que por primera vez se sintió parte de Nueva York, de la heterogénea comunidad en permanente renovación que da forma a la ciudad.
Arad (nacido en 1969 en Londres, pero de nacionalidad americano-israelí) habla en la oficina de Handel Architects en Nueva York, el estudio de arquitectura donde trabaja. Parece que ha contado su historia muchas otras veces, pero construye la narración con lentitud y elige con cuidado las palabras, como si fuera consciente de lo fácil que es convertir el recuerdo en una simple anécdota. En su silla tiene el casco y el chaleco de las obras de la Zona Cero junto a varias pruebas de materiales con rótulos inscritos y una maqueta completa de la futura Zona Cero.
«Uno de los primeros recuerdos que tengo de aquel día es que era una mañana preciosa». Comienza a contar su historia. El día del ataque a las Torres Gemelas vivía en Nueva York. Desde la azotea de su casa vio caer la primera torre con cierta sensación de irrealidad, sin entender lo que estaba ocurriendo.
Su mujer trabajaba en Broad Street, cerca del World Trade Center. Fue a buscarla. Lograron encontrarse en una plaza y caminaron sin rumbo por Manhattan, cada vez más lejos, como hicieron miles de personas. Cuando cruzaban el Puente de Williamsburg, sobre el East River, vieron derrumbarse la segunda torre. Una noche, varios días después, caminó hasta Washington Square.
Varias semanas más tarde comenzó a trabajar en un monumento a las víctimas. Barajó varias ideas. El primer proyecto que pensó se construía directamente sobre el agua del Hudson, pero le pareció irrealizable y lo descartó. Se decidió al final por otro proyecto: dos enormes piscinas, cada una sobre la huella de las torres destruidas en los ataques, con las paredes cubiertas por los nombres de las 2.742 víctimas que murieron en la Torres Gemelas, las 224 personas asesinadas en los aviones secuestrados y las seis víctimas del ataque al World Trade Center de 1993.
El agua fluye sin pausa hacia el interior de las piscinas, por las paredes de los cubos. Los visitantes caminarán en penumbra por el interior. Por un instante, cuando salgan a la superficie, la repentina aparición de la luz los cegará. El monumento se llama 'Reflejando la ausencia'. En 2003, Arad ganó el concurso entre 5.200 propuestas de 63 países. Tenía 34 años. Vivía en Nueva York desde 1999.
Los visitantes podrán sentarse en los bancos a la sombra de los árboles y formar una comunidad espontánea, como la que encontró Arad en Washington Square Park en los días posteriores al 11 de septiembre de 2011. El arquitecto se refiere al memorial como un lugar de encuentro.
Por Carlos Martínez de la Serna from elmundo.es 06/09/2011
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