lunes, 3 de octubre de 2011

Una prueba de sangre determina tu futuro en China


Foto from lainformacion.com

La discriminación hacia los enfermos con hepatitis B en China es terrible. Terminan más preocupados por cómo pasar desapercibidos que en curarse. Y no faltan los que buscan hacer negocio. La última moda es cobrar a los enfermos para superar la prueba de sangre que los empresarios realizan antes de contratarles.
Para al menos el 10% de la población de China, el futuro puede depender de un análisis de sangre. Mientras China es el hogar de aproximadamente un tercio de los portadores de hepatitis B del mundo, también es un lugar donde los portadores del virus son habitualmente rechazados por los empresarios y por las escuelas, repudiados por sus amigos y por sus parejas. Y mientras la discriminación sigue su curso, las víctimas de la hepatitis que hay en el país tienen nuevos medios, algunos legales y otros engañosos para combatir la enfermedad.

En los últimos años, han surgido una gran cantidad de sitios web donde los portadores de hepatitis de China pueden contratar “sicarios” para hacerse los análisis de sangre en su nombre. En China se paga a los asesinos a sueldo para obtener casi cualquier prueba y los análisis de sangre no son una excepción. Por una cantidad de entre 125 a 300 dólares, los sicarios sin infecciones virales se someten a las pruebas de
salud previas a la contratación de un empleado y, en esencia, ofrecen a los candidatos a un puesto que tienen hepatitis estar en igualdad de condiciones.

“En este momento, su negocio es realmente bueno”, dice Yang Zhanging, director ejecutivo del centro Yirenping de Pekín, que ofrece asistencia jurídica a las víctimas de la discriminación.

No es de extrañar que estos servicios a la sombra se hayan hecho tan populares, teniendo en cuenta que los portadores del virus son apartados del trabajo y de las oportunidades educativas una vez que se conoce su situación. Las últimas encuestas de Yirenping muestran como esta amplia discriminación está fuertemente enraizada, basada en falsas creencias de que el virus se propaga con facilidad.

Zhou Juejiang, de 24 años, ha perdido muchas oportunidades porque tiene hepatitis.

“En el año 2005, solicité un trabajo e informé voluntariamente a la empresa de que soy portadora”, recuerda esta joven, oriunda de la provincia de
Gansu. “Me emocioné tanto al teléfono que me eché a llorar. Prometí trabajar duro. Dijeron que lo discutirían con sus superiores y nunca respondieron”.

“Me han rechazado muchos empresarios”, prosigue. “Mi única opción parece que es regresar a mi pueblo y dedicarme a la agricultura, que es el único trabajo que no requiere pasar por un chequeo médico”.

Otros portadores de la hepatitis cuentan historias similares, de análisis de sangre que acaban con las oportunidades de trabajo, con carreras e incluso con matrimonios.
Sin embargo, Zhou dice que considera que comprar un análisis de sangre resulta inmoral. En vez de eso, espera que la sociedad cambie.

Sin embargo, más de un año después que el gobierno chino prohibiese a las empresas, los gobiernos y las escuelas pedir las pruebas de la hepatitis B, la práctica sigue siendo generalizada. Los defensores de las personas con hepatitis y los portadores del virus dicen que a pesar de esta orden, la mayoría de las compañías todavía requieren el examen como parte del proceso de solicitud, y rechazan a todos los candidatos que den positivo en las pruebas.

Yang, del centro Yireping dice que la detección de la hepatitis aún sigue estando muy extendida en las guarderías del país, donde los niños con el virus pueden ser apartados de las mejores escuelas.

“Afecta a todo”, explica Yang. “Si quieren ir a un hospital por algo, no pueden hablar de ello. Si quieren casarse, no pueden hablar de ello. No se lo pueden contar a sus amigos ni a nadie”.

Y todo esto a pesar de que la hepatitis B, que se transmite a través de la sangre y de los fluidos corporales, es endémica en China, aunque no es algo que se pueda propagar fácilmente en el lugar de trabajo. Los organismos internacionales de salud dicen que la populosa población china ha estado a lo largo de los años ampliamente expuesta a la hepatitis debido a las paupérrimas condiciones higiénicas y a una fuerte dependencia de inyecciones e infusiones, combinado con una tasa de vacunación baja.

Yang dice que la desinformación generalizada acerca de la hepatitis B se remonta a un brote en
Shanghai y Nanjing, en la década de 1990, cuando decenas de miles de personas enfermaron. Desde entonces, los análisis se han convertido en una rutina.

En encuestas anteriores realizadas por Yirenping se puso de manifiesto que las empresas estatales y oficinas de gobierno utilizaban rutinariamente las pruebas para descartar a los candidatos, mientras que las empresas privadas eran un poco menos exigentes. Las empresas extranjeras no eran mejores, puntuando tan bajo como sus homólogos chinos los análisis de sangre requeridos y rechazando a los solicitantes a un puesto con hepatitis B.

Yang dice que la clave no estriba en contratar a otros para que se sometan a los análisis de sangre, sino en el sistema legal. La ley está de parte de los portadores de hepatitis, pero al igual que la mayoría de la legislación laboral de China, su implementación lleva su tiempo y necesita un rodaje. Yirenping, que ha calentado los ánimos con el gobierno chino en el pasado, ayuda a las víctimas de la discriminación a contratar abogados y demandar. Y aunque la ignorancia es endémica, Yang se muestra optimista.

“Antes, cada demanda que ayudábamos a presentar era algo innovador”, explica Yang. “Ahora, hay tantas que empieza a ser algo normal”.
01/10/2011 | Kathleen E. McLaughlin, Pekín (China) | GlobalPost  from lainformacion.com

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