Foto por Corbis from elconfidencial.com
¿Por qué siempre termino liándome con el rarito?
No son pocas las personas que, en una eterna búsqueda del amor, tropiezan una y otra vez con la misma piedra y tras cada nuevo fracaso amoroso se preguntan ¿por qué me tiene que tocar siempre el rarito? ¿Por qué no soy capaz de encontrar a alguien normal? Miles de mujeres y hombres en todo el mundo se dan de cabezazos contra la pared cada día arrepintiéndose de haberse enamorado de esa persona que parecía su alma gemela y luego resultó ser un auténtico fiasco. Y así van sumando cuentas a un rosario interminable de relaciones fracasadas.
¿Por qué? Seguramente porque han idealizado tanto las relaciones de pareja que son ya incapaces de asumir la cruda realidad: no existe nadie perfecto. La mujer que busca un hombre extrovertido y sociable porque considera que es su hombre ideal, se quejará luego de que la deja sola en casa cuando sale con amigos. El hombre que anhela una mujer independiente y autosuficiente echará en falta sentirse necesitado por ella. Y cuando estas incompatibilidades terminen con la relación, se pondrán enseguida a buscar un nuevo hombre sociable o una nueva mujer autosuficiente para reproducir los mismos errores y volver a romperse el corazón.
“La gente tiende a repetir patrones y engancharse con idealizaciones más que con personas”, explica Gisela Kotliar, psicóloga especialista en parejas y mediación familiar. “Uno tiene una idea preconcebida de lo que quiere como pareja y si alguien da señales de ser de esa determinada forma en algún aspecto concreto, ya le cuelga el resto de características. Cuando le conoce y se da cuenta de que no todas son como pensaba, viene el desengaño”.
Ahí es donde los estereotipos desempeñan su papel estrella. Si a Lola le encantaría enamorarse de un ‘bohemio’, en cuanto vea a un chico solitario leyendo un libro en una cafetería, seguramente le va a colgar todos los demás sambenitos que acompañan al bohemio. Pero si se empareja con él y le va conociendo, igual se da cuenta de que prefiere el fútbol que la música y quizá entonces se autoflagelará por haber vuelto a ‘elegir mal’.
Pero de lo que Lola tiene que darse cuenta es de que “no puedes pedirlo todo porque nadie te lo va a dar, y desde luego no debes buscar que otros suplan tus carencias porque debes arreglarlas tú mismo”, como explica la psicóloga.
Ni príncipes azules ni princesas modelos
La clave está en desechar los mitos amorosos, esas ideas rígidas y preconcebidas que uno tiene sobre ‘cómo debería’ ser su pareja y aceptar que la felicidad no nos la va a dar un príncipe azul o una princesa modelo, si no una persona auténtica que, por supuesto, tendrá sus fallos.
La cosa se complica cuanto mayor se va haciendo Lola. Una vez pasada la etapa de experimentación y primera juventud, la gente va madurando y por lo general se va emparejando de forma más comprometida. El ‘mercado’ de solteros se va reduciendo poco a poco y el problema no es sólo que cada vez haya menos donde elegir, si no que lo que va quedando ‘libre’ trae sus ‘taras’.
Puede ser una relación anterior tormentosa que ha dañado gravemente la reacción emocional, puede ser un exceso de apego a la soltería o pánico al compromiso, puede ser incluso un divorcio o un hijo. Pasados los treinta “cuesta más compartir y renunciar a los intereses y necesidades propios”, recuerda Kotliar. Además, una vez adultas, las personas han adquirido ciertas manías, gustos y costumbres difíciles de cambiar y, por lo general, son más exigentes y saben mejor lo que buscan.
Con todo ello, las posibilidades de encontrar a alguien con quien compartir la vida se reducen, pero también se enriquecen. Será más fácil quitarse de encima aquellos pretendientes que desde el primer momento no nos llaman demasiado la atención y concentrar esfuerzos en alguien que consideramos que verdaderamente merece la pena.
Pero si el historial nos dice que siempre cometemos el mismo error, y siempre acabamos por arrepentirnos de lo mismo, cuidado. Es hora de romper los estereotipos amorosos y de tener una visión más amplia y no tan perfecta de la relación que queremos.”Lo más complicado es cambiar el ideal de pareja, pero también es lo más necesario”, recuerda la experta.
Otro aspecto interesante que hay que tener en cuenta es que, por lo general, en una relación será necesario renunciar a algo. Los jóvenes de hoy en día, que crecen sin ninguna tolerancia a la frustración, tienden a dar por hecho que el cuento de hadas se hará realidad. Tantas y tantas películas románticas y una sociedad que vende una imagen irreal de perfección han convertido a varias generaciones en presas de sus propios sueños.
Pero, como advierte Kotliar, “lo que es bueno por un lado es malo por el otro” también en el amor. “Igual buscas una mujer que esté pendiente de ti y te preste toda su atención pero cuando la consigas, te ahoga”. “A lo mejor lo que más te excita no es lo que más necesitas”, añade.
Por Alejandra-Abad from elconfidencial.com/autores/ 01/12/2011
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