Sí, es bueno abrigarse. Pero beber vitamina C no sirve de mucho
El frío intenso ha llegado para quedarse durante todo el invierno, y los abrigos, bufandas, gorros y guantes nos acompañarán varios meses para protegernos de las bajas temperaturas. Y también llega la gripe, ese compañero que parece ligado al frío año tras año. Sin embargo, muchas veces le damos menos importancia de la que tiene a esta enfermedad y, con frecuencia, confundimos síntomas y tratamientos con los del resfriado.
Desde Verne hemos hablado con dos expertos en gripe para ayudarnos a resolver algunos mitos e ideas erróneas que se tienen sobre esta afección: son el Dr. Justo Menéndez, jefe de servicio de Urgencias y responsable de la Unidad de Medicina del Viajero y Enfermedades Tropicales del Hospital Universitario HM Sanchinarro, y el Dr. Manuel Linares, coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas, Medicina Tropical y del viajero de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Una gripe no es lo mismo que un resfriado. Aunque ambas son enfermedades respiratorias causadas por virus, el responsable de la gripe es conocido como influenza, mientras que para el resfriado hay más de 200 tipos. Linares explica que, además, en el caso del resfriado, las complicaciones son menos frecuentes, su duración suele ser menor, y su sintomatología también es distinta.
Si tenes fiebre alta, dolor de cabeza y muscular, y tos intensa, entonces, seguramente, se trata de una gripe. Suele incubarse durante 18 a 36 horas, y provoca fiebre de entre 38 y 40 grados que produce una sensación de cansancio elevada. Ocasionalmente, puede ir acompañada de dolor de garganta, irritación ocular, secreción y congestión nasal, y estornudos, añade Linares. Sin embargo, un resfriado rara vez da fiebre. “Si acaso, unas décimas”, indica Menéndez. Sus síntomas típicos son “mocos, estornudos y dolor de cabeza”, como se recogía en este otro artículo de EL PAÍS.
No, no se da exclusivamente en invierno. El virus de la gripe circula durante todo el año por todo el globo, aunque fuera del invierno solo suele haber casos aislados. Menéndez asegura que el pico epidémico se da durante unas pocas semanas al año. “En la última semana de diciembre suele empezar el aumento de los casos de gripe en el hemisferio norte, aunque sin llegar a la epidemia, que llega entre enero y febrero y dura entre 8 y 10 semanas”, indica.
El frío influye en la aparición de la enfermedad, y mucho. El frío debilita las defensas de las vías respiratorias y facilita que entre el virus al organismo, afirma Linares. Y, justamente por transmitirse por esas vías -a través de las gotitas que inhalamos y exhalamos al respirar, estornudar o toser- es mucho más frecuente donde hay aglomeraciones de personas. “Suele darse mucho en colegios, guarderías o residencias de ancianos, por ejemplo”, explica Menéndez.
Entonces, ¿es útil abrigarse? “Abrigarse es bueno porque lo que se decía antes de coger frío, es cierto. Cuando la temperatura corporal baja mucho, las defensas del cuerpo se debilitan y es más fácil coger infecciones”, asegura Menéndez.
No, lo vitamina C no va a prevenirlo ni lo va a curar antes. Atiborrarte a zumos de naranja no va a servir de mucho. “No es malo tomar zumo de naranja, pero no vamos a evitar ni acortar la gripe”, afirma Menéndez. Según explica el experto, este mito tan popular lo extendió el premio Nobel Linus Pauling. “No hizo ningún estudio ni ensayo clínico, aunque su afirmación tuvo mucho eco por la autoridad que da tener uno de estos galardones”, asegura. “Se han hecho estudios que han comprobado que no previene la gripe, ni la cura mejor, ni nada”.
Lavarte las manos te puede ahorrar un contagio. Lo más importante es mantener una buena higiene de las manos, fundamentalmente, para evitar llevarnos el virus a los ojos, boca o nariz al tocarnos. Según explica Linares, los virus pueden estar en nuestro organismo latentes hasta dos horas después de que se expulsen por estornudos, tos o contacto físico. Además, también es importante limpiar las superficies de contacto común, evitar el contacto cercano con las personas que lo padezcan y compartir objetos en contacto con saliva o secreciones.
La medida de prevención más eficaz es la vacuna. Aunque de momento se recomienda sólo a grupos de riesgo (personas por encima de los 65 años, niños pequeños o personas con ciertas enfermedades y embarazadas), Menéndez opina que “debería vacunarse prácticamente todo el mundo, porque es una vacuna barata, segura y eficaz. Protege al 90% de los que se vacunan”. El doctor Linares añade que, aunque es menos eficaz que vacunas para otras enfermedades, “es la mejor medida que tenemos para proteger”. “Dependiendo de la temporada, la eficacia de la vacuna varía, por la complejidad del virus”.
No te vas a poner malo por vacunarte. Casi todas las vacunas tienen una reacción local o general que puede causar sensación de fiebre, malestar o cierta destemplanza, explica Menéndez. “Es imposible coger la gripe al ponerse la vacuna, por la vacuna lleva virus muertos, inactivados”, añade. Además, Linares señala que “normalmente te vacunas cuando hace frío, hay más de 400 virus circulando, vas al centro de salud y la persona que está a tu lado está resfriada. Suele coincidir”.
Si has cogido una gripe, los antibióticos no te van a servir de nada. Ambos expertos afirman rotundamente que los antibióticos no funcionan con las gripes, porque están provocadas por virus y no por bacterias. Menéndez indica que las enfermedades por virus tienen muy poco tratamiento etiológico, es decir, de la causa.” “Suele durar entre cinco y 10 días, hay que pasarla y no queda más remedio”, explica. “El único tratamiento que realmente merece la pena es el de los síntomas: tomar un antitérmico para la fiebre, o un jarabe para la tos”. Linares añade que, además, tomar antibióticos en estos casos puede tener efectos contraproducentes, como el aumento de la resistencia bacteriana, es decir, que los antibióticos no te hagan efecto cuando de verdad lo necesitas porque las bacterias se hayan hecho resistentes a ellos.
Aunque te encuentres bien, puedes contagiar la gripe. Durante el periodo de incubación también se pueden producir contagios. Además, cuando ya hayan aparecido los síntomas, el doctor Menéndez recomienda evitar ponernos en contacto con otras personas. “Por ejemplo, no llevar a los niños a la guardería o no ir al centro de trabajo si hay más personas, si está más o menos aislado no importa”, aconseja. También es efectivo protegerse con un pañuelo o con la manga al estornudar o toser. “Debemos evitar diseminar los virus al aire”.
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https://verne.elpais.com/verne/2017/12/15/articulo/1513335513_716648.html
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