Señal colocada entre la localidad irlandesa de Donegal y la británica de Muff, en la frontera con Irlanda del Norte (REUTERS)
Quedan tan sólo seis meses para que el Reino Unido abandone la UE y el temido “Brexit sin acuerdo” es aún una posibilidad que tendría consecuencias "catastróficas"
Quedan tan sólo seis meses para que el Reino Unido abandone la UE y el temido “Brexit sin acuerdo” es una posibilidad que esta semana se ha planteado con fuerza a ambos lados del Canal de la Mancha. Desde Londres, la premier Theresa May ha advertido que no habrá alternativa si no se apoya su plan de Chequers. Y desde Bruselas, previa a la cumbre informal de Salzburgo eb la que May se verá hoy y mañana con sus socios de la UE, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, lo ha calificado de "catastrofe" que “desafortunadamente” es “aún bastante posible”.
Pongámonos en situación. Cuando los británicos apostaron por la salida en el referéndum de 2016, el debate se centró en si finalmente habría “Brexit blando” -con el Reino Unido manteniendo una alineación lo más cercana con la UE- o un “Brexit duro” -rompiendo completamente el cordón umbilical-. Pero el “Brexit sin acuerdo” -también bautizado como “cliff edge” Brexit, el 'precipicio'- que ahora se plantea significaría que el sábado 30 de marzo de 2019, el día después del histórico divorcio, el Reino Unido quedaría completamente aislado del club al que ha pertenecido los últimos 45 años y sin ningún periodo de transición que permitiera a ambas partes adaptarse a la nueva situación. Porque no hay que obviar que el periodo transitorio que ahora se ha establecido hasta diciembre de 2020 sólo tendrá lugar si hay pacto de salida.
Sin acuerdo, ¿qué pasaría con los permisos de aviación, la situación de los comunitarios que residen en el Reino Unido y los británicos que están repartido por el bloque? ¿Qué ocurriría con la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte, la única frontera física que existirá tras la ruptura? ¿Cuáles serían las consecuencias económicas?
Desde hace meses, las empresas llevan preparando planes de contingencia.BMW, por ejemplo, anunció este martes que la fábrica de Mini en Oxford adelantará el mes de cierre que se hace por mantenimiento cada verano al 1 de abril “para reducir cualquier posible interrupción del suministro de piezas a corto plazo”. El Reino Unido es el único país donde la empresa alemana fabrica automóviles bajo sus tres marcas, que incluyen Rolls-Royce. La planta de Cowley, a las afueras de Oxford, emplea a 4.500 personas y produce 5.000 automóviles por semana. Cientos de camiones al día llegan con piezas de todo el mundo aunque el 60% de los componentes provienen de la UE.
En caso de un “no acuerdo”, el Gobierno estaría considerando cerrar la importante autopista del sureste de Inglaterra, la M26 en Kent, y convertirla en una especie de “área de espera” para hacer frente a los colapsos que podrían producirse en puerto de Dover: hasta 10.000 camiones que quisieran pasar a la UE podrían quedar atrapados en controles de aduanas.
A lo largo del verano, el Ejecutivo ha ido publicado diferentes informes sobre sus propios planes de contingencia ante el escenario de un “cliff Edge Brexit”. Los documentos advierten sobre las tarifas de roaming y nuevos permisos de conducir para las vacaciones en España o Francia. También tratan sobre los arreglos necesarios para el sector bancario, farmacéutico, la investigación nuclear y los derechos laborales, entre otros. Pero en general, son textos llenos de vaguedades.
Los malos números del BoE, el FMI y los bancos
El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, sí ha sido más específico al advertir que la tasa de desempleo -actualmente en el 4%- podría alcanzar doble dígitos, que los precios de la vivienda podría caer entre un 25% y un 35% en tres años y que los enlaces de transporte con la UE, incluidos los viajes aéreos y el tren Eurostar, se podrían estancar. En una reciente reunión a puerta cerrada con el Gabinete de Gobierno, el canadiense llegó a comparar el resultado de un Brexit sin acuerdo con las consecuencias del colapso financiero de 2008, que llevó a Londres a aplicar unas dolorosas medidas de austeridad con recortes de 141 mil millones de libras y contundentes aumentos de impuestos.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional ha advertido sobre “consecuencias nefastas” para la economía. Aunque su directora, Christine Lagarde, evitó pronunciar el término recesión, la palabra sí se incluye en otros documentos elaborados, entre otros, por el mayor banco de Europa, HSBC, o la agencia de calificación de riesgo crediticio Moody's, que advierte que el impacto inmediato de un 'no-acuerdo' se notaría primero en una fuerte caída del valor de la libra, una devaluación que derivaría en inflación y en una restricción de los salarios de los trabajadores durante los próximos dos o tres años, lo que “deprimiría el crecimiento” del país.
En cualquier caso, todo se trata de especulaciones, al igual que pasó durante la campaña del referéndum de 2016. Los que abogaban por la unión pintaron un escenario de lo más catastrofista si ganaba el Brexit, pero el divorcio resultó victorioso … y el mundo no se paró. Con todo, en estos últimos dos años, el Reino Unido ha crecido cerca de un 2 % por debajo de las expectativas del Banco de Inglaterra y su economía ha pasado de encabezar el G7 junto con Alemania a la cola del grupo de países más industrializados. El PIB mantuvo el ritmo esperado en los dos trimestres posteriores al 23 de junio de 2016, pero el avance se enfrió durante el año pasado, en comparación con la recuperación de la mayoría de potencias mundiales.
¿Drama o estrategia?
Economistas especializados en riesgo de la City consultados por El Confidencial aseguran que las “probabilidades que se asignan a un no acuerdo son ínfimas” e interpretan el “dramatismo que se está generando” como una jugada “calculada” para forzar a los euroescépticos a aceptar el plan de Chequers de May. Lo que la premier propone es crear un área de libre comercio para bienes después del Brexit, lo que Londres afirma que evitaría los controles de aduanas y mantendría abierta la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.
El problema es que los tories Brexiters lo detestan -consideran que es un insulto a la soberanía del Reino Unido-, la oposición laborista de Jermy Corbyn tampoco da su beneplácito y la UE no acepta un plan selectivo e incompatible con los principios de la UE. Por lo tanto, ¿no habrá acuerdo de salida? El profesor Tony Travers, de la London School of Economics, asegura a este diario que aunque “parezca que las negociaciones se encuentran en un punto muerto” considera que el desenlace más probable es que finalmente se llegue a un pacto “lo bastante genérico para que ambas partes queden satisfechas de alguna manera y puedan continuar luego hablando”.
La prensa británica, que está de lo más creativa últimamente, ya lo ha bautizado como “Brexit ciego”. En su forma más simple, expresa una opinión, respaldada por algunos líderes de la UE, de que la única forma en que se puede llegar a un acuerdo entre Londres y Bruselas es redactar un texto tan vago que ambas partes puedan defender que significa algo diferente y que su postura se ha impuesto.
El período de transición se utilizaría luego para precisar los detalles de los asuntos complicados y divisivos de los acuerdos aduaneros, el acceso al mercado único y la supervisión legal. El gran problema es que requeriría que Westminster se comprometiera a pagar la factura de divorcio de 37 mil millones de libras sin garantía de acceso futuro al mercado comunitario que, hoy por hoy, representa el 48,5% del comercio total británico (importaciones y exportaciones de bienes y servicios).
AUTOR
CELIA MAZA. LONDRES19/09/2018
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