sábado, 2 de marzo de 2019

¿Cómo elegimos lo que queremos?

¿Cómo elegimos lo que queremos?
El psicoanálisis nos ayuda a entender que muchas de estas decisiones que tomamos obedecen a múltiples determinaciones (Dimitri Otis / Getty)


Hacerse adulto pasa por hacerse responsable de las decisiones

La serie Shtizel (Netflix) nos muestra el interior de una comunidad judía ultraortodoxa con normas muy estrictas. Hay un momento en el que el protagonista contraviene una regla. Decide echarse atrás durante los preparativos para su boda con una joven que siguiendo la tradición le eligieron. Él no desea a esta mujer, sino a otra, que es viuda y además mayor que él. Cuando comunica su decisión, su padre, que tiene un pie en el siglo XIX y otro en el siglo XXI, lo echa de su casa (luego lo irá a buscar).
A Kive, el protagonista, se le plantea un conflicto subjetivo. Duda entre el mandato paterno, encarnado en la educación estricta que recibió y que le supone someterse a las normas establecidas, y lo que como sujeto desea. Él sigue adelante y entre la norma y su deseo apuesta por lo segundo, poniendo en cuestión la autoridad de su padre y sus tradiciones.
De una manera cristalina, la serie nos muestra una situación paradigmática que se pone en juego en las elecciones a las que nos enfrentamos a lo largo de la vida. ¿Cómo elegimos lo que queremos? ¿Cuán libres o responsables somos de nuestras elecciones? ¿Qué factores afectan nuestras decisiones?

Los factores externos



Evidentemente, hay factores externos que nos determinan y que no dependen de nosotros. Por ejemplo, no es lo mismo nacer en un país del Primer Mundo que en uno del Tercero. Se trata de condiciones objetivas.
El psicoanálisis nos ayuda a entender, sin embargo, que muchas de estas decisiones que tomamos obedecen a múltiples determinaciones, que no son externas a nosotros y que ciertamente no controlamos, pero de las cuales no podemos desentendernos, es lo que se llama la “responsabilidad subjetiva”.
Se ponen en juego cuestiones inconscientes, tales como las identificaciones, las formas de satisfacción de cada uno, en algunos casos ciertas inhibiciones, el peso de los ideales.

Cuestiones inconscientes



Un psicoanálisis precisamente nos ayuda a que nuestras elecciones sean cada vez mas genuinas, y que podamos saber de que pata cojeamos a la hora de decidir. Qué nos influye y qué no.
Así es como se eligen los amigos, la pareja, los intereses, las vocaciones. La paradoja es que muchas veces confrontarnos con aquello que deseamos puede producir síntomas, ya que elegir, y es lo que nos muestra el protagonista de la serie, supone un duelo, una pérdida. Cuando elijo algo descarto otras cosas. No puedo quedarme con todo. A veces la dificultad de enfrentarse a esa pérdida nos hace no elegir (inhibición).
Esto lo vemos mucho en la consulta con adolescentes que se encuentran desorientados, especialmente cuando se trata de sus primeros encuentros sexuales o las elecciones vocacionales que se ponen en juego a partir del Bachillerato.

Eligir supone un duelo, una pérdida


Del lado de los padres nos encontramos muy a menudo con la sobreprotección. Padres que buscan aconsejar e influir en las elecciones de sus hijos. Se plantea, pues, un equilibrio muy delicado. Hay padres que se preguntan: ¿cómo hago para dejar que mi hijo decida o elija solo, sabiendo que puede equivocarse? Buscan, según ellos, evitar el sufrimiento de sus hijos.
Sin embargo, creemos que hacerse adulto pasa por hacerse responsable de las decisiones (que sean propias), sabiendo que estas pueden en algunos casos ser fallidas. A estas alturas la función educadora de los padres pierde inevitablemente relevancia. Esto a muchos padres y madres les cuesta aceptar.
¿Qué es en definitiva educar? Ayudar al hijo o a la hija a que hagan elecciones correctas de acuerdo con unos valores que se transmiten de generación en generación. Pero a partir de la adolescencia la separación necesaria supone que esas elecciones podrán o no seguir las pautas de los progenitores. Se trata de un paso necesario. Y del lado de los padres supondrá aceptar esta pérdida. Lo vemos cuando el joven deja de aceptar los consejos paternos. O cuando elige un camino diferente, el suyo propio.
En definitiva, que una elección sea buena o mala no estará necesariamente definida por el reconocimiento social sino por aquellos actos que a posteriori (siempre lo sabremos después) nos hagan sentir bien con el camino elegido.
Esta es la gran dificultad a la que se enfrenta Kive, el personaje de nuestra serie: ¿cómo saber si su elección ha sido la correcta?

Mario Izcovich. Autor del libro Ser padres, ser hijos. Los desafíos de la adolescencia (Editorial Gedisa)

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