¿Sabemos realmente lo que compramos? (iStock)
Enfermedades como el cáncer, la obesidad o los trastornos vasculares tienen relación directa con la dieta. Y según un nuevo trabajo tenemos mucho que mejorar. ¿Dónde fallamos?
Somos lo que comemos y la realidad dice que, en general, nos alimentamos mal. Una dieta inadecuada, sobre todo si es mantenida en el tiempo, nos deja al pie de los caballos de todo tipo de enfermedades, desde la obesidad a los trastornos cardiovasculares, pasando por el cáncer. Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), los aspectos relacionados con la dieta causan aproximadamente la tercera parte de las muertes por cáncer. Y estiman que entre el 30 y el 40% de todos los tumores en los hombres y hasta el 60% en las mujeres están relacionados con la alimentación en los países desarrollados. Es decir, simplemente comiendo de forma más saludable estaríamos reduciendo el riesgo de padecer cáncer.
Una nueva investigación apunta que, sin embargo, la tendencia es la contraria. Acaba de presentarse el Estudio sobre hábitos de alimentación en España, el primero que analiza con detalle el perfil nutricional de los productos más consumidos por la población española. Lo ha realizado la app El CoCo, que detecta los ultraprocesados y ayuda a elegir a elegir los alimentos más saludables. Realiza una aproximación al contenido de nuestra cesta de la compra y analiza la calidad nutricional, el grado de procesamiento y los aditivos de los productos de las marcas más vendidas. ¿Sacamos buena nota? No. Suspendemos.
Los principales resultados son los siguientes:
- El 64% de los productos analizados son ultraprocesados
- El 50% son de baja calidad nutricional
- El 27% tienen una cantidad de azúcares libres superiores a 10 g por 100 g (esto es, contienen más cantidad de azúcar añadida que el refresco de cola que tienes en mente).
- El 53% contiene azúcares añadidos en el listado de los ingredientes
- El 69% de los productos de las marcas más vendidas contienen aditivos; y el 30% de estas sustancias son poco recomendables o deberían evitarse.
Con estos datos parece claro que nuestra compra no es la más adecuada si queremos seguir un patrón de alimentación saludable. Hemos hablado con Jean-Baptiste Boubault, fundador de esta app, y apunta que "los consumidores no somos conscientes de la calidad real de los productos que hay en un supermercado. No se trata de ser alarmista, no estamos comprando veneno, eso está claro; pero el comprador no es consciente de que no está adquiriendo un nivel de calidad óptimo como podría ser si hiciéramos una compra de productos naturales. Nos hemos acostumbrado en los últimos años a comprar productos procesados, y ahoracada vez más ultraprocesados, y los adquirimos como si fuera la comida normal, buena, sana, recomendable, lo que no siempre es el caso".
Sistemas de etiquetado efectivos
Para determinar la cantidad nutricional, el grado de procesamiento y el número de aditivos de los productos que llenan nuestra cesta de la compra, los autores del trabajo han recurrido al estudio Kantar Brand Footprint España 2018, que señala las marcas de consumo más elegidas en nuestro país. Después han buscado los productos más vendidos de esas marcas en la plataforma web de Carrefour España (el segundo supermercado escogido mayoritariamente, tras Mercadona) y han obtenido un listado de 124 productos alimenticios de 35 marcas y en 15 categorías de alimentos.
A continuación, se ha obtenido la información nutricional de la etiqueta de los distintos productos y cada uno de ellos se ha pasado por el filtro de dos clasificaciones: NOVA y Nutriscore. La primera, analiza el grado de procesamiento del alimento en cuatro categorías (producto no procesado o mínimamente procesado, procesados culinarios o ingredientes de la industria alimentaria, productos procesados a partir de alimentos del primer grupo, y productos ultraprocesados). Nutriscore, por su parte, es un sistema cuya puesta en marcha está ya aprobada en nuestro país, y que mediante una escala de letras y colores (del verde de la A, al rojo de la E) describe la calidad nutricional de los alimentos, de los más sanos (grupo A) a los menos saludables (grupo E).
Los productos analizados son, por categorías de mayor a menor: Productos lácteos y análogos (distintos tipos de yogures, leches, batidos, postres lácteos y quesos); carne y productos cárnicos (jamones, pechuga de pavo, cinta y chuleta de lomo, salchichas, bacon, morcilla, fuet...): bebidas, excepto las lácteas (refrescos de cola, de naranja y limón, bebidas isotónicas y zumos); productos de panadería (pan de molde, galletas, barritas, magdalenas...); cereales y productos a base de cereales; pescado y productos a base de pescado; frutas, hortalizas, frutos secos y semillas; y dos últimas categorías, que corresponden a confitería y salsas, especias, sopas y producto listos para comer (desde chocolate a sopas de pollo o arroz tres delicias).
La mayoría de estos alimentos (un total de 22) se clasifican con Nutriscore B y grupo 4 en NOVA. Son lácteos y postres lácteos que contienen aditivos, además de productos cárnicos, refrescos light... En segundo lugar se encuentran 19 productos con Nutriscore C y NOVA grupo 4 y corresponden a productos con alto grado de procesamiento, como flanes, pizzas y gelatinas.
En tercera posición, 15 productos clasificados como Nutriscore E y NOVA 4: ultraprocesados con altas cantidades de grasas, azúcares y sal, que deberían quedar fuera de la alimentación habitual. Hablamos sobre todos de productos cárnicos como salchichas y bacon, además de barritas de cereales, chocolates y refrescos. Por último, en cuarta posición hay 12 productos con Nutriscore D y Grupo 4 NOVA: jamones, fiambres y productos de pastelería como muffins y galletas.
Ojo con la cantidad de azúcar del chocolate, la mermelada, la bollería o los refrescos que adquirimos
Este trabajo ha puesto la mirada especialmente sobre los azúcares libres (los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por el fabricante, el cocinero o el consumidor, incluidos los naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los jugos de frutas). Aquí destacan (negativamente) el chocolate, las mermeladas, la bollería, las bebidas azucaradas...
Como señala Jean-Baptiste Boubault, "nuestro objetivo es abrir los ojos y darnos cuenta de que el 64% de los productos de la lista de los más vendidos en España son ultraprocesados. Habría que hacer un estudio más completo, pero ya es un índice que indica que estamos acostumbrados a comprar productos de mala calidad. La cifra en sí es relevante y también nos hemos dado cuenta de que el tema del azúcar es un problema derivado del exceso de consumo de ultraprocesados. Visto de otra manera, para llamar la atención, es que más de la cuarta parte de los productos más consumidos en España llevan más azúcar que la coca cola. Cualquier padre o madre sabe que dar a su hijo este refresco es darle mucho azúcar. Pero cuando le das cierto tipo de cereales por la mañana le estás ofreciendo una dosis del doble o el triple de azúcar".
Cabe recordar aquí las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud en este tema: Las calorías diarias en forma de azúcares libres no deberían llegar a ser el 10% del total, y lo ideal es que sean menos del 5%.
"Compra yogures de los buenos, naturales, no de sabores, sin azúcar y añádele las fresas. Eso sí es saludable"
Los responsables del estudio destacan especialmente la cantidad de azúcares que tienen los yogures analizados. Así, el 73% de ellos contienen azúcares añadidos en su composición, y el 53% incluye más de 10 g de azúcares por 100 g de producto. Como indica Boubault, "el tema de los yogures es muy interesante. Hay que hacer una distinción entre los naturales y los de sabores o azucarados. Los primeros en su inmensa mayoría son productos sanos, procesados saludables, equilibrados y nutritivos, que tendrían una etiqueta A o B en Nutriscore. Pero en los yogures con sabores la cosa cambia. Van a llevar azúcar, aditivos que no son imprescindibles para la conservación del producto, sino de los que llamamos 'cosméticos', es decir, que hacen pasar lo que no es fresa por fresa. Y estos yogures sí son ultraprocesados".
También hace una llamada de atención al respecto: "No vayamos a dejar de comprar estos para adquirir otros con otras etiquetas del tipo 0% o similares, porque muchas veces cuando le restan azúcar le van a añadir otra cosa, un edulcorante químico que muchas veces no es mejor que el azúcar en sí. La recomendación aquí es muy clara: compra yogures de los buenos, naturales, sin azúcar y échale tú tres trozos de fresa. Esto sí será muy saludable".
Aditivos por doquier
¿Qué hay de los aditivos? Los analistas apuntan que forman parte del procesado de los alimentos y muchas veces son necesarios para la conservación de los mismos. Con esa premisa, han encontrado los siguientes resultados:
- El 69% de los productos de las marcas más vendidas contienen aditivos identificables con letra E y seguidos con un número correspondiente a un tipo concreto de conservante, antioxidante, colorante...
- El 35% contienen aditivos aceptables, que no causan problemática; y otro 35% tienen aditivos tolerables, pero que se deben restringir en segmentos de población específicos
- El 23 de los productos contienen aditivos poco recomendables
- El 7% incluyen aditivos que podrían afectar a la salud de los consumidores y que se tendrían que evitar.
Las conclusiones del trabajo señalan que, si bien la mayor parte de los productos de consumo habitual en los hogares españoles tienen un alto grado de procesamiento, con exceso de grasas saturadas, sal y azúcares libres, son sin embargo deficitarios en fibra, proteínas, vitaminas y minerales, nutrientes presentes en alimentos sin procesar o con un procesamiento mínimo y que sí deberían ser la base de nuestra dieta.
Jean-Baptiste Boubault indica que "el mensaje es que a la hora de entrar en el supermercado entramos en el mundo del marketing. Del distribuidor, de las marcas, del propio supermercado y de lo que ahora llaman el neuromárketing, que es el que habla a nuestro subconsciente sin que nos demos cuenta. Es una cuestión de ser conscientes, debemos informarnos. Las marcas están para hacer dinero, hay una regulación muy floja y se aprovechan de ello y te cuentan todas las bondades y milagros que pueden sobre el producto: que si más fibra, que si menos azúcar... Pero esto es muchas veces engañoso y en ocasiones mentira".
Así, los investigadores apuntan hacia la necesidad de fomentar la transparencia de la industria alimentaria; la reformulación de productos para que sean menos dañinos para la salud; así como educar al consumidor. Según señala Boubault, "los cambios profundos vendrán si los fabricantes cambian drásticamente la manera de crear y de publicitar sus productos. Esto puede venir de la regulación, que siempre llega más tarde. Pero hay también una responsabilidad de los consumidores. Nos tenemos que organizar y crear comunidades donde informarnos. Espero que esta comunidad sea lo suficientemente grande como para llamar la atención de la industria y que se den cuenta de que ya no pueden jugar con el tema de la transparencia. El consumidor exige transparencia y el que no la ofrezca se va a pegar tortazos".
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