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El último informe sobre población de la ONU recuerda que aunque cada vez seamos más en el planeta, hay casi 30 países que pierden población. Y no están tan lejos como pensamos
Que desde los grandes países receptores de inmigrantes se hable de la superpoblación como el gran problema demográfico que acecha al ser humano nos hace olvidar otra peligrosa realidad: el despoblamiento de determinadas regiones las conduce a pequeños apocalipsis demográficos y, por extensión, económicos, políticos y sociales. Un efecto dominó con consecuencias imprevisibles en el resto del planeta. No es solo el envejecimiento de la población o la migración del campo a la ciudad; es la virtual decadencia de países enteros.
El último informe sobre tendencias poblaciones publicado por la ONU resumía esta paradoja. Durante los próximos 30 años, la población mundial crecerá en dos mil millones de habitantes, de 7.700 millones a 9.700. A finales de siglo, la cifra rondará los 11.000 millones. La población del África subsahariana se doblará de aquí a 2050. El crecimiento será impulsado por India, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y EEUU. Lo que no siempre se recuerda es que este crecimiento será tan desigual que para que unos ganen, otros tendrán que perder.
Desde 2010, 27 países o regiones han sufrido una reducción de un 1% o más en el tamaño de su población. Es solo el principio
Lo que no resulta tan visible es la significativa reducción de población que se producirá en amplias regiones del planeta, muchas veces aquellas que no pensamos que estarían sometidas a un invierno demográfico. Pero ya está ocurriendo, y previsiblemente se agudizará en los próximos años. Desde 2010, señala el informe, 27 países o regiones han sufrido una reducción de un 1% o más en el tamaño de su población. Como siempre, se trata de una suma de factores: principalmente, entre las migraciones masivas y el descenso de la natalidad.
No es sorprendente comprobar que el país donde más se ha reducido la población durante la última década ha sido Siria, en guerra desde marzo de 2011, donde el 20% de su población ha desparecido, ya sea exiliada o muerta(según la ODSH, a marzo de este año se habían cuantificado 371.222 fallecidos). Le sigue en la lista Puerto Rico, azotada por una importante crisis financiera y fenómenos naturales como el huracán María. Una crisis que hizo descender un 18% la población y que ha derivado en la dimisión de su gobernador Ricard Rosselló.
“En 14 de los 27 países o zonas donde la población se redujo al menos un 1% entre 2010 y 2019, la tasa del crecimiento natural fue negativa, es decir, el número de muertes excedió el de nacimientos”, señala el informe. Los ejemplos más obvios son Japón y su crisis demográfica, con un saldo de 2,6 millones de habitantes perdidos y Ucrania, que no se queda a la zaga con 2,3 millones de habitantes perdidos. Pero no hace falta irse tan lejos.
Promesas del este
Baja con descender un poco en la tabla para comprobar cómo una región casi vecina copa los puestos más altos. Se trata de las antiguas repúblicas soviéticas del este de Europa, especialmente, las bálticas. Lituania, Bosnia, Letonia, Bulgaria, Rumanía o Croacia figuran en los primeros puestos de países que más población han perdido en la última década, sin haber sido objeto de guerras o catástrofes naturales.
El futuro es aún más negro. Según las proyecciones de la ONU, esta es la (amplia) región donde más habitantes se perderá de aquí a 2050. El pódium es copado por Lituania, Bulgaria y Letonia. Y, si saltamos la Colectividad de Wallis y Futuna (tres islas del Océano Pacífico con una gran migración hacia Nueva Caledonia), la lista sigue con Ucrania, Serbia, Bosnia y Herzegovina y Croacia. Algo se cuece en el este. O quizá sería mejor decir que nada se cuece en el este.
El caso más espectacular en el futuro sea el de China, pero por mera cuestión de tamaño, no de proporción. Según los cálculos demográficos de la ONU, el país oriental perderá 31,4 millones de habitantes, una cifra casi equivalente a tres cuartos de la población española total. No se quedará vacía precisamente: es apenas un 2,2% del conjunto, que en el año 2017 se encontraba en 1.386 miles de millones de personas. Pero la gran pregunta es ¿qué pasa en el este, que en comparación pierde y perderá muchos más habitantes?
Una cuestión al mismo tiempo fácil y difícil de resolver. La explicación somera sería que la caída de la URSS y la facilidad de movimiento propiciada por el ingreso de algunos de esos países en la Unión Europea propiciaron migraciones masivas entre las generaciones más jóvenes de las antiguas repúblicas soviéticas. Lo que no resulta tan sencillo es comprender cómo se ha llegado a “un hundimiento sin parangón en la historia moderna”, como lo describía 'Financial Times'.
Las 10 poblaciones que merman con mayor velocidad se encuentran en centro y este de Europa
“Una caída tan brutal y sostenida a lo largo de las décadas no se había visto en el mundo desde los años 50, con la excepción del sur de Europa en los últimos cinco años [el texto data de 2016] y el este de Europa en los últimos 25”, señalaba el artículo. Según las estimaciones de las Naciones Unidas, entre principios de los 90 y hoy, la población de estas regiones se había reducido en 18 millones, alrededor de un 6% en toda la región. Una tormenta perfecta demográfica.
Lituania, qué grande eres
La imparable contracción en los países del este ha traído de cabeza a políticos y organismos públicos, conscientes de que es prácticamente imposible revertir un proceso de despoblación semejante con políticas activas. Por ejemplo, otro documento publicado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas recordaba que las 10 poblaciones que merman con mayor velocidad se centran en el centro y este de Europa.
Los tres factores volvían ser los conocidos: una balanza migratoria negativa(países como Rumanía o Georgia perdieron alrededor de 300.000 habitantes por esta causa, por lo general jóvenes que se marchan a otros países en busca de nuevas oportunidades), unos niveles de fertilidad por debajo de la tasa de reemplazo (2,1 hijos por mujer; en muchos casos, ni siquiera llega a superar el 1,5); y altas tasas de mortalidad. En Bielorrusia, Rusia y Ucrania, los hombres tienen una esperanza de vida 10 años inferior a las mujeres.
Lituania es uno de los casos más llamativos. Una investigación publicada en 'Urban Studies Research' resumía el cambio en la era postsocialista como una colisión entre la migración “impulsada por la recesión económica en los países del este de Europa y las nuevas posibilidades para encontrar mejores oportunidades (trabajo, educación, calidad de vida, etc.) en el extranjero” y el descenso de la fertilidad ocasionado por una segunda transición demográfica caracterizada por “el retraso del matrimonio, un mayor porcentaje de adultos viviendo solos o retrasando la paternidad”.
La despoblación puede suponer una amenaza cuando los niveles de desigualdad se disparen y los pobres se sientan abandonados
De igual manera que la población global crece al mismo tiempo que en otras zonas se reduce, otras regiones aumentan en población mientras otras retroceden. Como cabe esperar, la despoblación se concentra en las zonas rurales de las repúblicas bálticas. El escaso desarrollo urbano de ciudades como Vilna durante la época soviética provocó que fuesen el principal objetivo de migración en el país, pero no la mejor alternativa si se miraba el extranjero. Las perspectivas, no son nada esperanzadoras debido a que las medidas son tremendamente regionales.
“No hay planes bien desarrollados para adaptarse al hundimiento de la población”, señalaban los autores. “A medida que la población del país entero se reduce, intentar atraer nuevos residentes significará un descenso en otras zonas: es un juego de suma cero. Como en otros países occidentales, las inversiones en infraestructuras de transportes y renovación de colegios son costosas e ineficaces”.
Puede resultar llamativo que la economía lituana prospere a pesar de la contracción en el número habitantes, que se debe a un aumento de la productividad por trabajador. Pero los autores avisaban: “La despoblación conducirá a consecuencias negativas. Sin ninguna estrategia, puede suponer incluso una amenaza a la economía y la sociedad de Lituania, especialmente cuando los niveles de desigualdad se disparan y los pobres de las zonas en declive se sienten abandonados”. Nos suena a algo.
Un informe de la OCDE hacía hincapié en Letonia y Lituania, dos países que vivieron éxodos masivos después de su entrada en la Unión Europa en 2004, que favoreció el movimiento de ciudadanos a otros países de la región, que se agudizó tras la crisis económica de 2008. “La emigración de los países bálticos suele estar compuesta por jóvenes de entre 20 y 35 años, personas muy formadas y familias completas”. Con una excepción, Estonia. La mayoría no suelen volver.
El problema global, suele recordar la ONU, es que “el coste de incrementar la fertilidad con políticas públicas es alto, y el impacto, pequeño”. El caso de los países del este puede servir de guía para naciones en proceso de contracción. Las naciones donde se tienen más hijos no suelen tener políticas activas de fertilidad, sino políticas familiares “que creen las condiciones y proporcionen apoyo para que los padres equilibren trabajo y familia, y por lo tanto deseen tener más hijos”. No está muy claro que en España vayamos por ese camino.
AUTOR
HÉCTOR G. BARNÉS 10/058/2019
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