- La inflación afecta a consumidores españoles con ingresos medios y bajos
- Se priorizan las compras de básicos como leche, pasta o mantequilla
- El 35% de los compradores recurre a ahorros o a crédito para pagar facturas
La inflación récord está provocando que los consumidores europeos opten por la austeridad cuando hacen la compra. Los hogares están evitando los caprichos y centrando su gasto en los productos básicos, hasta tal punto que sus hábitos ya son como los de sus padres o abuelos durante la crisis de los años 1970.
"Los comercios minoristas y los productores están siendo testigos de uno de los mayores cambios en el comportamiento de los consumidores en las últimas cinco décadas, que afecta a la capacidad de compra y a su disposición a gastar", señala el informe FMCG Demand Signals de la firma de análisis de consumo IRI. El estudio analiza la evolución de los hábitos de compra de los productos de alta rotación (los que se adquieren con frecuencia) en los siete primeros meses del año.
El informe señala que el deterioro en la renta disponible está afectando a los consumidores de ingresos bajos y medios de países como España, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia u Holanda. Un 71% de ellos está adaptando la forma en la que compra y el uso que hace de las cosas al contexto inflacionista. Además, la mayoría comparten la preocupación de cómo les afectará personalmente la situación económica, ya que son conscientes de las consecuencias que tiene en su día a día la presión en los precios.
Todo ello se traduce en un 'cambio de chip'. Los consumidores están yendo a las estanterías de frescos, productos enfriados, congelados y alimentos no perecederos. Es decir, están llenado sus cestas con los básicos cotidianos, priorizando esenciales como la leche, la mantequilla o la pasta. En cambio, dejan en las baldas de los supermercados aquello que no es esencial, como los productos para el hogar o el alcohol. Esta última categoría es la que más ha notado las nuevas preferencias, ya que sus ventas netas han caído un 5%, ingresando 3.400 millones de euros menos hasta julio de 2022.
Más allá de que se compren menos cervezas, el cambio de costumbres va a más y no solo afecta al carrito de la compra. El 29% de los europeos ha alterado los lugares en los que come o bebe (ya sea en casa, eligiendo sobre la marcha o fuera del hogar). Eso se ha traducido en un mayor peso del tupper, más planes caseros, estética y peluquería en casa, más cafés de las despensas y más duchas en el gimnasio.
El esfuerzo también conlleva acudir a los ahorros. Un 35% de los europeos está recurriendo a ellos o a créditos para poder pagar las facturas. Otros, el 58%, optan por reducir sus compras de productos básicos, saltándose comidas o apagando la calefacción. "Los consumidores se están haciendo con el control de su gasto, eligiendo donde comprar para moderar los efectos de la crisis", explica el informe.
Las tiendas mantienen los precios "artificialmente" bajos para atraer el consumo
Eso implica comparar más, pensar más en lo que se necesita y qué no y acudir a los establecimientos con mejores ofertas. El 30% cambian de tienda si van a encontrar mejores precios y el 26% irán a un segundo comercio si lo que buscan no está en el primero.
Todo ello ha llevado a los vendedores a cambiar también sus propias estrategias. En vez de atraer a sus clientes con promociones y así incentivar las compras de ciertos productos y mejorar la rotación de stock, están manteniendo los precios "artificialmente" bajos en el tiempo para retener a los compradores. En todo caso, a los establecimientos la inflación les afecta para bien y aumentarán en un 2,6% el volumen de ventas netas durante 2022 gracias a la inflación.
La conclusión del estudio -que analiza 2.000 segmentos y 10 millones de productos en 14 mercados- es clara y muestra que los hábitos de consumo están imitando los de 1970 y 1980, cuando la economía estaba en crisis y los precios eran muy elevados. "La fatiga de la inflación se está profundizando", señala IRI.