- La hoja de ruta demográfica marcaba en 2022 el inicio de la estabilización
- En la década de los 90 Rusia atravesó una crisis poblacional que aún dura
- El mercado laboral adolece falta de jóvenes y atraer talento es imposible
La guerra que Rusia ha iniciado motu proprio en Ucrania hará volar por los aires los planes que el país ha estado elaborando desde los años 90 para evitar el colapso demográfico. Como un bumerán, el ataque armado ordenado por Vladimir Putin a finales de febrero golpeará al país en uno de sus puntos flacos.
La escalada bélica está acelerando el declive poblacional de Rusia. Las miles de bajas en el campo de batalla, el alistamiento de cientos de miles de reservistas ordenado en septiembre y la huida de hombres al extranjero para evitar ser enviados a luchar en nombre de Rusia impedirán que este año comience la estabilización de la población a la que apuntaba la hoja de ruta del Kremlin.
En la década de los 90, tras la desintegración soviética, Rusia atravesó por una crisis demográfica por la caída de la fertilidad ante las dificultades económicas post URSS. Ahora, la historia se repite como consecuencia de la invasión de Ucrania, que pospone -si no fulmina- los planes familiares en un momento, además, crítico en cuanto al número de mujeres en edad fértil (se ha reducido un tercio en la última década) y con una tasa de mortalidad de las más altas del mundo.
La repercusión sobre la economía es directa y las perspectivas empeoran a medida que se prolonga la guerra. El mercado laboral -aunque de momento parece resistir- adolece de falta de trabajadores jóvenes y el potencial de Rusia para atraer talento está más que cuestionado, por lo que el futuro está en vilo.
La estimación de Bloomberg Economics apunta a una tasa de crecimiento potencial de Rusia en 0,5%, dos puntos porcentuales menos que antes de la guerra; la demografía representa alrededor de una cuarta parte de la rebaja.
Putin torpedea su propio reto
"Salvar al pueblo de Rusia es nuestra máxima prioridad nacional", dijo Putin en su discurso ante la Asamblea Federal de abril del año pasado. Se refería al asunto demográfico, uno de los mayores retos que ha enfrentado como presidente. El Gobierno de Rusia tenía como objetivo de comenzar a revertir la disminución de la población en 2022 y reanudar el crecimiento en 2030, pero la guerra acaba con esta posibilidad. Ya antes de que se anunciara la movilización de reservistas en septiembre, un informe interno descartaba los objetivos por poco realistas debido al impacto del coronavirus y los flujos migratorios (no por la guerra).
Si las operaciones militares se extienden más meses, como se espera, Rusia podría registrar menos de 1,2 millones de nacimientos en 2023 y se anotaría el nivel más bajo en la historia moderna, según las estimaciones de Igor Efremov, investigador y especialista en demografía del Instituto Gaidar en Moscú para Bloomberg. En 2024 caería aún más, hasta el millón. Un harakiri en toda regla que arrastra el número de hijos por mujer en niveles cercanos a los posteriores a la caída de la URSS.