martes, 19 de septiembre de 2023

El juicio que puede cambiar el trono de internet: por qué el futuro de Google está en riesgo



Logo de Google. (Reuters/Gonzalo Fuentes)



Hace tres años, EEUU dijo que los GAFA eran monopolios como los de la época del ferrocarril o el petróleo. La pasada semana empezó el juicio que debe determinar si el buscador más conocido de internet es uno de esos monopolios





"Son monopolios como los que no se veían desde los tiempos de los magnates del ferrocarril y el petróleo". Esta contundente afirmación se refiere a Google, Apple, Amazon y Facebook. No es ni mucho menos la única ocasión en que estas multinacionales, conocidas por el acrónimo GAFA, han tenido que escuchar críticas de esta naturaleza. Lo llamativo de todo esto es quién señala con el dedo acusador: Estados Unidos.

La crítica forma parte de las conclusiones de una extensa investigación que los legisladores de ese país llevaron a cabo durante meses. Una investigación que dio lugar a una escena histórica: Sundar Pichai, Tim Cook, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos declarando juntos en una misma sesión en el Capitolio de Estados Unidos en el verano de 2020. La pandemia de covid-19 restó algo de espectáculo al asunto, ya que todo se hizo por videollamada, evitando un evento que habría pasado directamente a los anales de la historia de Estados Unidos y la industria tecnológica.

Casi tres años después de ese episodio, ha comenzado la primera batalla de una guerra judicial que promete prolongarse durante mucho tiempo. En un extremo del cuadrilátero se encuentra el Gobierno federal de Estados Unidos, mientras que en el otro se halla el gigante valorado en 1,7 billones de dólares conocido como Google. En el medio, un juez que debe determinar si esa startup fundada en un garaje por Larry Page y Sergey Brin hace 25 años se ha convertido con el paso del tiempo en una suerte de matón empresarial que sofoca a sus rivales más pequeños para evitar perder su posición dominante en el mercado.


placeholderSundar Pichai, CEO de Google, en una imagen de archivo. (EFE)
Sundar Pichai, CEO de Google, en una imagen de archivo. (EFE)

La vista es crucial, por varias razones. Primero, porque si el Gobierno estadounidense prevalece, podría respaldar sus esfuerzos por regular de cerca a la élite empresarial de Silicon Valley. Segundo, si se decide que Google es un monopolio, podría ordenarse su división, lo que implicaría separar, por ejemplo, su negocio publicitario de otras divisiones.

"En la actualidad, Google se beneficia de los datos de los usuarios que recopila a través de todos sus productos para realizar una microsegmentación y mostrar anuncios en todas partes. Si se produce un escenario así, perdería esa ventaja y tendría que competir como cualquier otra empresa", argumenta Paloma Llaneza, abogada, auditora de sistemas y consultora de ciberseguridad con más de dos décadas de experiencia. "Eso sería catastrófico para ellos y el futuro de su negocio", añade la autora de Datanomics, un ensayo que examina las cuestionables prácticas de las grandes tecnológicas.

En los últimos años se ha especulado, y mucho, con trocear gigantes como Google o Meta


El motivo del divorcio

Es natural que surja una pregunta en la mente de la gente: ¿por qué Washington ha decidido señalar a la tercera empresa más valiosa del país (solo detrás de Apple y Microsoft)? La razón detrás de esta separación en una relación que podría haberse considerado idílica es que el poder político cree que Google y otras multinacionales de GAFA se han convertido en un obstáculo para la libre competencia en la industria tecnológica al concentrar tanta capacidad económica y técnica. Tras años de mirar para otro lado, ahora defienden que estas empresas tienen la capacidad de eliminar a cualquier competidor emergente, ya sea comprándolo por sumas millonarias o imitando su desarrollo y dándole ventajas gracias a su control del mercado. También existe el temor de que estas empresas, con su músculo financiero, puedan expandirse a otras industrias.

El juicio comenzó el martes pasado y está previsto que dure 10 semanas en total. Un dato que refleja la magnitud y complejidad del proceso es que los equipos legales han presentado documentos que suman un total de cinco millones de páginas. El caso se centra en si Google pagó para asegurarse ser el motor de búsqueda predeterminado en el iPhone y otros dispositivos, lo que, según la acusación, habría dificultado la existencia de competidores como Bing o DuckDuckGo y habría aumentado su cuota de mercado. Según datos de Statista, en 2022, la compañía de Mountain View controlaba el 92,07% de las consultas en línea a nivel mundial, mientras que el buscador de Microsoft obtenía poco más del 3%.


placeholderSede de Google. (Reuters)
Sede de Google. (Reuters)

Aunque aún quedan varias jornadas importantes, como la declaración de Pichai y otros altos ejecutivos, bastaron unas pocas horas de las primeras jornadas para conocer el tono y los argumentos de ambas partes. La defensa de Google sostiene que los usuarios utilizan sus productos "no porque se les obligue", sino "porque les aportan valor". Argumentan que existen alternativas y que cambiar es fácil. Además, afirman que Google ha logrado su posición actual por méritos propios y que la legislación estadounidense debería centrarse en promover beneficios para los usuarios en lugar de dificultar que las empresas los proporcionen.

Por otro lado, los representantes gubernamentales aseguran que su objetivo es sacar a la luz la hoja de ruta oculta de la compañía, que, según ellos, busca "bloquear a los competidores" y "desalentar la competencia" mediante el uso de ajustes predeterminados. Comparan esta estrategia con la frecuencia con que las personas compran un dispositivo y no cambian el motor de búsqueda predeterminado. Argumentan que la falta de opciones reales es el problema principal.


La compañía intentará convencer de que su mercado no son las búsquedas sino todo internet


Llaneza destaca una de las disputas clave que podrían definir el resultado del juicio: la definición del mercado. "Esto es lo primero que se aborda en un caso de esta índole. Imagina que tienes una empresa de camisas y te acusan de abuso de poder por tener el 98% del mercado de camisas. Lo que intentarás es explicar y convencer de que tu negocio no se limita a las camisas, sino que es mucho más amplio. Ahí cambia el discurso y la percepción del problema", explica esta abogada. "Google intentará argumentar que su negocio es internet, no solo búsquedas". Vamos, que no es lo mismo que te comparen con Bing o con Yahoo a que te comparen con Meta, TikTok o Netflix, por poner algunos ejemplos. "Dadas las experiencias en Europa, veo difícil que ganen el juicio", se atreve a aventurar Llaneza.


¿Es EEUU el que puede cambiarlo todo?

Uno de los puntos que suelen destacarse cuando se habla de regular Silicon Valley es si Estados Unidos es el único actor capaz de hacerlo o si otros pueden contribuir al cambio. "La Unión Europea es un mercado lo suficientemente grande como para tener influencia, como ya se ha demostrado", señala Paris Marx, divulgador tecnológico, escritor y creador del pódcast Tech won't save us, en conversación con El Confidencial.

En los últimos años, Bruselas ha logrado presionar a las big tech de diversas maneras. Uno de los ejemplos más recientes y notorios fue obligar a Apple a abandonar su conector Lightning y adoptar un estándar universal como el tipo C en sus iPhone, algo que nunca quiso hacer. Además, se han implementado otras medidas, como el RGPD en materia de privacidad y la Digital Market Act en términos de competencia. "Europa no necesita preocuparse tanto por dañar los intereses geopolíticos y la competitividad económica, ya que espera que al controlar a estos gigantes se abra más espacio para competidores locales".

Sin embargo, Marx señala el dilema en que se encuentra la Administración Biden. En un contexto marcado por "la competencia tecnológica con China", debe decidir los controles nacionales que desea ejercer sobre estas empresas líderes, al mismo tiempo que debe considerar cómo esta acción a nivel global beneficia los intereses generales de Estados Unidos. "De cualquier manera, Estados Unidos tiene el mayor poder para impulsar cambios en estas compañías".


placeholderJoe Biden, presidente de Estados Unidos. (Reuters)
Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (Reuters)

"Hemos visto cómo se ha multado a Google varias veces con sumas que arruinarían a casi cualquier otra empresa. El problema radica en que, al final, 2.000 millones en su cuenta de resultados representan un porcentaje mínimo. Por eso es crucial el impulso legislativo en su país de origen", señala Llaneza al respecto. "Es allí donde responden ante la ley, es allí donde tienen sus sedes centrales y donde se encuentran la mayoría de sus inversores".

Paris Marx es muy claro en su opinión. "Si Google gana, probablemente será el último intento de Estados Unidos por acabar con los monopolios tecnológicos". Sin embargo, cree que si el Departamento de Justicia prevalece, habrá que esperar para conocer los detalles. Afirma que es importante evaluar los argumentos que condujeron a la victoria y las acciones que podrían tomar en consecuencia. También depende del partido político que esté en el poder en el momento en que se resuelva este asunto.


"Si gana Google, será el último clavo en las ansias de regular los monopolios 'tech' en EEUU"


"Cuando Microsoft perdió su caso antimonopolio, inicialmente se esperaba que se deshiciera de una de sus divisiones comerciales. Sin embargo, luego el presidente George W. Bush y los republicanos asumieron el poder y las sanciones se suavizaron significativamente. Por lo tanto, es difícil determinar cuál sería el impacto total en este momento", añade Marx.


La vía Khan: ¿meter tijera?

En este contexto, es importante mencionar a Lina Khan, la actual directora de la FTC después de ser nombrada por el presidente Biden para este cargo. Khan, abogada y profesora de Yale, se hizo famosa hace algunos años tras publicar un artículo académico en el que abogaba por desmantelar las GAFA. Su artículo también resaltaba otro problema: el hecho de que las empresas tecnológicas no encajan en la definición tradicional de monopolio, ya que no fijan precios abusivos para el público, pero afectan a otros aspectos de la cadena. Este documento se centraba en el caso de Amazon, pero rápidamente se convirtió en un texto de referencia para los críticos de estas corporaciones.

En Estados Unidos, existe una larga historia de casi un siglo en este tipo de litigios y en la regulación de estructuras empresariales que se han vuelto demasiado complejas. En la industria tecnológica, el primer gran caso se produjo en la década de 1980, cuando American Telephone and Telegraph, más conocida como AT&T, fue obligada a dividirse en varias compañías regionales, conocidas como baby bells.


placeholderLina Khan. (Reuters)
Lina Khan. (Reuters)

Esta acción impulsó la competencia en la industria de las telecomunicaciones. Aunque algunas de estas pequeñas empresas se volvieron a fusionar para recrear AT&T, otras trabajaron juntas y crearon Verizon, otro de los principales operadores del país. En otros casos, los efectos no fueron tan evidentes. A principios del siglo XXI, Microsoft llegó a un acuerdo con el Gobierno para poner fin a una serie de contratos que mantenía con fabricantes de ordenadores para evitar que usaran software de otras empresas. Aquel movimiento no creó un nuevo actor fuerte en esa materia.

Aunque existen diferencias significativas entre estos acuerdos y el caso de Google, Marx señala que es importante ser cauteloso y que la efectividad de la solución depende en gran medida de la empresa. "Es difícil dividir el motor de búsqueda o la plataforma de Facebook de Meta. Podrían separar partes, como el negocio de publicidad, o exigir la venta de Instagram o WhatsApp", reflexiona el divulgador, que sostiene que la división más sencilla sería la de Amazon, ya que está involucrada en "muchos sectores económicos diferentes" que no están relacionados entre sí. "Diría que es factible, pero aún está por verse. No soy optimista y creo que hemos exagerado los beneficios que se obtendrían al separar a las empresas sin otras intervenciones que frenen sus prácticas más explotadoras".



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