- Empresas y agencias estatales han empezado a vetar el dispositivo
- Se especula con que Pekín extienda a mayor escala la prohibición
- China ha sido un actor fundamental en el crecimiento de Apple
Apple protagonizó este jueves otro día funesto en bolsa, arrastrando a la baja a todo Wall Street en calidad de mayor cotizada del mundo con su capitalización de mercado superior a los 2,77 billones de dólares. La acción retrocedió un 2,92% hasta los 177,56 dólares tras haber perdido ya un 3,58% la jornada anterior. Aunque los títulos de la compañía de la manzana aún ganan más de un 36% en lo que va de 2023, este zarpazo ha hecho daño: en dos sesiones la empresa fundada por Steve Jobs ha borrado casi 200.000 millones de dólares. Hay que recordar que a comienzos de agosto los títulos superaban los 196 dólares. La principal razón detrás de esta caída es la prohibición del uso del iPhone que China quiere aplicar en sus empresas y agencias estatales en un intento por reducir su exposición a EEUU.
Aunque los estrategas de Wall Street coinciden en señalar que la subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro en expectativa de una Reserva Federal que mantenga los tipos de interés en niveles elevados durante más tiempo está afectando a las bolsas, este retroceso de más del 6% de Apple en dos sesiones apunta a China en doble sentido. El fabricante del iPhone considera a China como su mayor mercado extranjero y base de producción global. Por eso, este simbólico veto supone un importante contratiempo al mismo tiempo que la debilidad económica del gigante asiático también perjudicará a las ventas.
La sacudida se ha producido después de que varias agencias estatales hayan comenzado a dar instrucciones a su personal para que no lleven sus iPhones al trabajo, aseguran a Bloomberg personas familiarizadas con el asunto, confirmando informaciones previas del Wall Street Journal. Además, Pekín tiene la intención de extender esa restricción a un amplio elenco de empresas estatales y otras organizaciones controladas por el Gobierno, aseguran estas fuentes.
Si Pekín sigue adelante, el bloqueo sin precedentes será la culminación de un esfuerzo de años para erradicar el uso de tecnología extranjera en entornos sensibles, coincidiendo con el esfuerzo de las autoridades chinas por reducir su dependencia del software y los circuitos estadounidenses. Esto amenaza con erosionar la posición de Apple en un mercado que le reporta alrededor de una quinta parte de sus ingresos y desde el que fabrica la mayoría de los iPhones del mundo a través de extensas fábricas que dan empleo a millones de chinos.
No está claro cuántas empresas u organismos podrían llegar a adoptar restricciones sobre los dispositivos personales, y todavía no se ha emitido ninguna orden judicial formal o escrita. Es posible que las empresas u organizaciones estatales varíen en cuanto al rigor con el que apliquen dichas prohibiciones: algunas prohibirán los dispositivos de Apple en el lugar de trabajo, mientras que otras podrían prohibir por completo su uso a los empleados.
El potencial golpe, en todo caso, podría ser de calado. Las empresas estatales chinas, como el gigante petrolero PetroChina, emplean a millones de personas y controlan vastos sectores de una economía planificada centralmente. Según la Oficina Nacional de Estadística de China, unos 56,3 millones de trabajadores urbanos estaban empleados en "unidades de propiedad estatal" en 2021.
Esos empleos tenían un salario medio un 8% superior a la media urbana nacional, un segmento atractivo para una empresa especializada en dispositivos premium. Y dado que Apple vende actualmente unos 230 millones de iPhones al año en todo el mundo, 56 millones sería una cantidad considerable de potenciales compradores, especialmente en un mercado mundial de smartphones maduro con escasas perspectivas de crecimiento.
Dada la relación de Apple con Pekín y su importancia para la economía, "históricamente ha sido vista como relativamente a salvo en China de las restricciones del gobierno", apunta el analista de KeyBanc Capital Markets Brandon Nispel en un informe del miércoles.
Apple goza de gran popularidad en China, a pesar del creciente resentimiento por los esfuerzos estadounidenses para contener la industria tecnológica del país asiático. Los iPhones de la empresa figuran entre los más vendidos del país y son habituales tanto en el sector público como en el privado. Pero este veto a sus dispositivos coincide con la intensificación de los esfuerzos para desarrollar tecnología nacional que pueda igualar o incluso superar la innovación estadounidense.
La semana pasada, el lanzamiento de un smartphone de Huawei, el Mate 60 Pro, que contiene un avanzado procesador y cuenta con capacidad 5G fabricado en China causó revuelo a ambos lados del Pacífico. Los medios de comunicación estatales celebraron un triunfo temprano contra las duras sanciones estadounidenses, mientras que un legislador estadounidense pidió una investigación sobre posibles violaciones de esas restricciones.
Pugna con EEUU
Hace tiempo que se desaconseja el uso de dispositivos extranjeros en organismos sensibles, sobre todo a medida que Pekín intensificaba en los últimos años una campaña para reducir la dependencia de la tecnología de EEUU, rival geopolítico de China. Los empleados de "algunos" organismos reguladores del gobierno central ya habían recibido instrucciones a través de grupos de chat y en reuniones para que dejaran de llevar esos aparatos a la oficina, ha informado el WSJ.
En 2022, Pekín ordenó a los organismos del gobierno central y a las empresas estatales que sustituyeran los ordenadores personales de marca extranjera por alternativas nacionales en un plazo de dos años, lo que supuso uno de los esfuerzos más agresivos para erradicar la tecnología extranjera clave de sus órganos más sensibles.
El gobierno de Biden, por su parte, ha intentado limitar las exportaciones de semiconductores de última generación a China. Y el principal fabricante de chips de China, Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC), ha sido objeto de escrutinio por suministrar componentes a Huawei, una empresa que EEUU ha incluido en su lista negra.
Aunque los lazos entre EEUU y China se están deteriorando, Apple sigue dependiendo en gran medida del país asiático, tanto como socio fabricante como mercado para sus productos. El consejero delegado Tim Cook celebró esa relación durante un viaje a China a principios de este año, calificándola de "simbiótica". China también fue uno de los aspectos más destacados de los resultados de Apple el trimestre pasado, ayudando a compensar un período generalmente flojo. Por el momento, la compañía se dispone a presentar sus últimos iPhones la próxima semana, preparando el escenario para un trimestre de vacaciones que es invariablemente su mayor período de ventas del año.
"La historia de crecimiento de Apple depende en gran medida de China, y si se intensifican las medidas represivas de Pekín, esto podría suponer un gran problema para el resto de empresas tecnológicas de gran capitalización que dependen de China", valora Edward Moya, analista de mercado senior de Oanda. El analista de Bank of America (BofA) Wamsi Mohan señala que "el momento de la posible prohibición es interesante", dado el reciente lanzamiento del smartphone de gama alta de Huawei.
Sin embargo, analistas alcistas como Daniel Ives, de Wedbush Securities, creen que el efecto de una "prohibición del iPhone es exagerado", ya que, según sus cálculos, lejanos a los 56 millones referidos anteriormente, afectaría a menos de 500.000 iPhones de los aproximadamente 45 millones que espera que se vendan en el país en los próximos 12 meses. "A pesar del fuerte ruido, Apple ha registrado enormes ganancias de cuota en el mercado de teléfonos inteligentes de China", escribió en una nota Ives, que tiene una calificación de sobreponderar la acción.
"El gobierno estadounidense está investigando a la empresa china Huawei por su tecnología de chips. Esto sigue a la prohibición del gobierno chino de que los productos de Apple se utilicen en oficinas gubernamentales. Estas medidas suelen disfrazarse de seguridad nacional, pero la agitación del cambio estructural seguirá alimentando el nacionalismo económico. Las expectativas de nacionalismo económico son difíciles de valorar en los mercados financieros", reconoce Paul Donovan, economista jefe en UBS GWM.