- Indonesia, Marruecos, México, Polonia y Vietnam conectan las nuevas relaciones comerciales
- Los cinco se llevan el 10% de la inversión mundial en nuevos países desde 2017
- Las grandes empresas europeas admiten sus planes de invertir fuera de la UE
La localización de las inversiones de las compañías que tienen negocio internacional, fuera de sus mercados domésticos, lleva varios años reconfigurándose. Los conflictos geopolíticos, la pandemia, y la necesidad de diversificar sus inversiones, ha generado la necesidad de invertir en nuevos mercados, y hay cinco países que se están aprovechando especialmente de esta tendencia: se trata de Indonesia, Marruecos, México, Polonia y Vietnam, cinco mercados que están siendo el foco mundial de las nuevas inversiones internacionales y son líderes a la hora de recoger los beneficios de la relocalización.
Desde antes de la pandemia, muchas compañías empezaron a revisar sus planes de inversión con el objetivo de fortalecer sus cadenas de suministro. En algunos casos se trataba de reducir la dependencia de China, la gran fábrica del mundo, en busca de mercados más baratos y también para evitar el conflicto que Donald Trump había abierto con el gigante asiático con su política internacional, la llamada "Guerra Comercial".
En 2019, Joachim Fels, asesor económico de Pimco, explicaba a elEconomista cómo "existe el peligro de una división del mundo que será más disruptiva que la guerra fría". El conflicto comercial entre China y EEUU "tendrá las peores consecuencias para Europa, ya que está muy ligada al ciclo comercial global", señalaba Fels, y añadía cómo "este proceso es muy disruptivo para la economía global, porque, a diferencia de la época de la guerra fría, ahora los dos bloques están muy interconectados".
La llegada de la pandemia de Covid aceleró aún más este proceso, al terminar de convencer a las empresas de que la relocalización de las cadenas de suministro era una necesidad de cara al futuro. China no era un proveedor del que quisieran depender en exclusiva, y los cuellos de botella que se produjeron tras la pandemia persuadieron a muchas compañías para buscar nuevos países en los que situar sus fábricas.
La sucesión de nuevos conflictos geopolíticos también ha animado a las empresas a relocalizar sus centros de producción. Una encuesta reciente que ha llevado a cabo el Banco Central Europeo a grandes empresas europeas no deja lugar a dudas: las compañías tienen claro que deben relocalizar su producción, y la mayor parte cree que debe hacerlo fuera de la propia Unión, con el objetivo de reducir los costes laborales, de la energía y del transporte, y también para conseguir una producción que encaje mejor con su distribución geográfica de las ventas.
La tendencia es clara: según la encuesta, la mayor parte de las grandes firmas destacan cómo en los últimos cinco años no se han movido sus cadenas de suministro, algo que, sin embargo, va a cambiar en los próximos cinco. La mayor parte de ellas cree que va a cambiar la localización de sus centros de producción y de operaciones, y la mayoría de ellas indica que optará por moverlos fuera de la Unión Europea.
"Las disrupciones agudas en las cadenas de suministro y el aumento del proteccionismo han hecho que crezca el miedo de que haya escasez, y esto ha llevado a los gobiernos a considerar estrategias como la relocalización en los mercados domésticos, o el acercamiento de las cadenas de suministro a sus vecinos, además de otros movimientos como confiar su localización en mercados de países aliados", explican desde S&P Global.
Los cinco ganadores de la relocalización
Los analistas de Bloomberg Economics han seguido el rastro del dinero que invierten, fuera de sus fronteras, aquellas empresas que tienen operaciones en mercados internacionales, la llamada inversión greenfield, y hay cinco países que están consiguiendo atraer una gran parte de este capital: en Asia, se trata de Indonesia y Vietnam. En América, Méjico; en Europa, Polonia, y en África, Marruecos.
Sólo estos cinco países han sido capaces de atraer el 10% de la nueva inversión greenfield desde el año 2017, un porcentaje que contrasta con el tamaño de sus economías: suponen, entre los cinco, el 4% del PIB mundial. Los cinco han conseguido que sus relaciones comerciales crezcan más que la media mundial en los últimos cinco años, y su producción se ha incrementado hasta superar, en su conjunto, los niveles de India durante el año 2022.
Aunque se trata de países que tienen pocas cosas en común, en los últimos años han coincidido en su interés por convertirse en conectores del comercio mundial, eslabones necesarios para vincular las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos, y otros grandes bloques económicos como Europa.
Estos países se están convirtiendo en la clave del nuevo paradigma del comercio mundial: no se trata de un proceso de desglobalización, ya que el comercio, de una u otra forma, continúa creciendo entre los dos grandes bloques económicos; lo que está ocurriendo es un proceso de relocalización, y estos países están moviendo sus fichas adecuadamente para ser los ganadores de esta disrupción.
Indonesia y Vietnam aprovechan la estrategia de "China +1"
Los dos países asiáticos que aparecen entre los cinco más beneficiados por la reconfiguración del comercio mundial están disfrutando de una estrategia que se ha extendido en todo el mundo en los últimos años, llamada "China +1". Catherine Yeung, directora de inversiones de renta variable de Fidelity, lo explica: "Indonesia es, probablemente, el mercado que ofrece la mejor rentabilidad riesgo de todo Asia. El gobierno ha sido muy proactivo para conseguir los contratos que genera la estrategia de China +1", señala.
"Esta estrategia comenzó antes del Covid", continúa Yeung. "China se estaba convirtiendo en un mercado muy caro para las manufacturas, y las empresas de fuera del país empezaron a buscar tener una fábrica situada en China, y otra en otro lugar. Vietnam, por ejemplo, es otro país que se ha beneficiado enormemente por ello. Su industria textil ha ganado muchísimo con esto", destaca. "Esto es un tema de inversión en sí mismo, y es algo muy beneficioso para Asia", indica.
En el caso de Indonesia, el país ha incrementado un 48% las inversiones greenfield que ha recibido desde 2017, alcanzando los 15.000 millones de dólares en 2022. Su comercio con Estados Unidos y China también se ha disparado en este periodo, aumentando sus exportaciones hacia el país norteamericano un 71%, y un 105% las importaciones que recibe desde China, su principal socio comercial a día de hoy.
El presidente del país, Joko Widodo, ha querido crear en Indonesia una cadena de suministro completa para el desarrollo del vehículo eléctrico, y convertir el país en un enlace entre los dos bloques económicos más grandes del planeta: China y Estados Unidos.
Vietnam ha seguido una estrategia similar, y se ha beneficiado mucho de la guerra comercial que Donald Trump llevó a las puertas de China, y de la búsqueda de nuevas cadenas de suministro que aceleró con la llegada de la pandemia. En el país, por ejemplo, se ha situado un complejo industrial que supuso una inversión de 1.000 millones de dólares, del grupo Foxconn Technology, una empresa taiwanesa que se dedica a fabricar productos electrónicos, como los MacBooks de Apple. También, el fabricante chino de AirPods de la misma marca, GoerTek, está a día de hoy construyendo una nueva planta en el país.
El país se ha convertido en una fuente de fabricación de productos de Apple, la compañía estadounidense que ha querido diversificar sus cadenas de suministro para reducir su dependencia de China. Con una política comercial muy abierta, el país asiático ha conseguido incrementar sus relaciones comerciales hasta exportar 127.500 millones de dólares a Estados Unidos en 2022, y 147.000 millones a China, aumentos del 174% y 104%, respectivamente, desde 2022.
Estas cifras han llevado a Vietnam a situarse como el decimoctavo país que más productos exporta del planeta, con 356.000 millones de dólares en 2021, según los datos que recoge el Observatorio de la Complejidad Económica, y el decimonoveno en importaciones, con 331.000 millones de dólares.
México se convierte en la puerta de entrada a EEUU para China
México ha adelantado este año a China como el mayor exportador de productos a Estados Unidos. Vende más de 450.000 millones de dólares a su vecino del norte, un incremento del 45% entre los años 2017 y 2022. Buena parte de este aumento se explica por haberse convertido en una puerta de entrada a Estados Unidos para China, que ha invertido enormes cantidades en colocar sus fábricas cerca de la frontera entre los dos países y así evitar el incremento de aranceles que impuso Trump. Según la Asociación Mejicana de Parques Industriales Privados, las expectativas apuntan a que, en los próximos dos años, uno de cada cinco nuevos negocios que se asienten en el país serán chinos.
La inversión greenfield en México ha alcanzado los 41.000 millones de dólares en 2022, la más elevada de los cinco países analizados, y que supone un aumento del 47% desde 2017.
Marruecos lidera el crecimiento de la inversión greenfield
El país árabe está creciendo como potencia comercial a marchas forzadas. Marruecos cuenta con las mayores reservas del planeta de fosfatos, un mineral que es clave para la fabricación de baterías para los coches eléctricos. El impulso que está teniendo esta industria, en un país que ya tenía una presencia importante en la industria del automóvil, con fábricas de Renault y de Stellantis, ha llevado a Marruecos a convertirse en un actor importante en la reconfiguración del comercio mundial que se está produciendo.
De los cinco, es el que más ha incrementado la inversión greenfield entre 2017 y 2022, un 290%; hasta alcanzar los 15.300 millones de dólares este último año. Esta cifra supera la que había acumulado el país en los cinco años previos. La política comercial del país también es atractiva para China, y ha llevado a empresas como el grupo Goiton High-Tech a cerrar la construcción de una de las plantas más grandes del mundo de baterías para coches, una inversión de 6.400 millones de dólares por sí sola. La situación geográfica de Marruecos, que enlaza África con Europa y tiene a España como su principal socio comercial, también ha beneficiado al país. Además, poco a poco se ha granjeado la amistad con Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los principales aliados del gigante americano en la región.
Polonia, otro gran fabricante de baterías
La historia de Polonia como uno de los ganadores con la nueva configuración del comercio mundial también se explica por su presencia en el mercado de las baterías de coches eléctricos. Es el segundo mayor productor del mundo, sólo por detrás de China, y cuenta con plantas de compañías como LG Chem, Northvolt, Sk Innovation o Umicore. La producción de baterías de litio en el país alcanzó en 2022 los 8.900 millones de dólares, y el 2,4% de la exportación mundial de este producto.
La localización de plantas productoras de baterías ha llevado al país a incrementar rápidamente sus importaciones de materias primas, haciendo que las exportaciones desde China crezcan un 112% entre 2017 y 2022, hasta alcanzar el año pasado los 38.200 millones de dólares. Ahora es el decimoséptimo país que más importa del planeta, superando los 350.000 millones de dólares en el año 2021.