El amanecer y el atardecer son el inicio y final de las rutinas humanas en las sociedades tradicionales.DANIEL MONSIVAIS
Los urbanitas se guían más por el reloj biológico que el oficial, dice un estudio con un millón de personas
El estudio de los patrones de las llamadas telefónicas de más de un millón de personas muestra que el Sol, el reloj biológico, sigue marcando la vida de los humanos urbanizados. El trabajo, realizado con miles de millones de llamadas, desvela que la hora de las primeras y últimas llamadas de cada día cambia con las estaciones. Más aún, las personas de dos ciudades que comparten hora oficial pero no real, hacen sus llamadas según el horario solar y no el social.
La investigación se ha realizado con datos de una operadora del sur de Europa recogidos en 2007. Por razones de protección de datos y tras firmar un acuerdo de confidencialidad, sus autores no pueden desvelar qué país es. Algunas pistas, como las bandas de coordenadas geográficas de las 36 ciudades incluidas en el trabajo, sugieren que ese país podría ser España.
Imaginemos que se trata de España. Aunque Barcelona y A Coruña comparten la misma hora oficial, el Sol pasa por ambas ciudades con una diferencia de unos cincuenta minutos. La mayoría de sus habitantes van a la misma hora a trabajar o a la escuela. Sus tiendas y centros comerciales abren a la vez y en ambos lugares ven los telediarios a la misma hora. Sin embargo, según esta investigación, los barceloneses tenderían a realizar su primera llamada del día y la última llamada de la noche 50 minutos antes que los coruñeses.
La investigación usa millones de llamadas telefónicas como indicadores de actividad
"Personas que viven con el mismo horario social, siguen su horario biológico", dice el investigador de la Universidad Aalto de Helsinki (Finlandia) y principal autor del estudio, el mexicano Daniel Monsivais. "Los que viven más al este ven antes el amanecer y el atardecer y nuestro trabajo muestra que están sincronizados con el reloj que marca el Sol", añade.
La investigación, publicada en la revista PLOS Computational Biology, encuentra una serie de patrones que se repiten en la inmensa mayoría de los casos. Así, encontraron dos picos horarios con mayor número de llamadas: alrededor de las 12 del mediodía y a las 8 de la tarde. En el extremo contrario, vieron que casi nadie llama por teléfono en torno a las 4 de la tarde y, menos aún, a las 4 de la madrugada.
Buscando usar las llamadas como un indicador del inicio y final del día, del inicio y fin de las rutinas diarias, los investigadores se detuvieron en los patrones de la primera llamada del día y la última antes de acostarse. Primero vieron algo que tiene su lógica: a medida que avanza el año, también lo hacen las horas a las que solemos llamar. "En invierno, la gente tiende a hacer la última llamada antes y más tarde en verano", comenta Monsivais. Y es un dato independiente del cambio horario.
Lo más intrigante viene ahora. Siguiendo esa lógica de la traslación de las llamadas al ritmo estacional del Sol, el día en el que se llamaría más tarde debería ser el de la Noche de San Juan, es decir, el 23 de junio, cuando más se acorta la noche. Sin embargo, los momentos más repetidos para la llamada más tardía tuvieron lugar a finales de julio. Podría pensarse que, si es España, se debió a que la mitad del país está de vacaciones. Pero hay otra posibilidad que encaja mejor con los datos: la medianoche solar.
En ciudades ubicadas en distinta longitud pero misma hora oficial, las llamadas se hacen según la hora solar
El mediodía solar solo coincide con las 12:00 del mediodía social durante los solsticios y los equinoccios. El resto del año este mediodía astronómico se mueve con las estaciones. Lo mismo sucede con la medianoche solar, el extremo más alejado del mediodía. Diversos estudios han comprobado que, cuando la noche es más oscura, la secreción de melatonina, hormona implicada en el sueño, alcanza su máximo. También es el momento en el que las personas sin trastornos se encuentran en la mitad del sueño. Y la hora aproximada es alrededor de las cuatro de la mañana, la hora a la que, según este estudio, nadie llama por teléfono. Y es a finales de julio y principios de agosto cuando la medianoche solar es más tardía.
Aunque ninguno de los autores de la investigación es biólogo, sino científicos de datos masivos o Big Data, creen necesario realizar más investigaciones sobre esta permanencia de señales astronómicas que influyen en el ritmo circadiano de los humanos más urbanitas.
Otra derivada de este trabajo es la necesidad de replantearse la uniformidad horaria en amplias zonas geográficas. "En México hay una gran distancia entre Cancún, en el estado de Quintana Roo [en el Caribe], y Guadalajara, en Jalisco [mirando al Pacífico]", recuerda Monsivais, que añade: "Tanto en Cancún como en Guadalajara van a trabajar a las 9 de la mañana, pero para los cancunenses amanece hasta una hora y media antes. Esto debe tener consecuencias en el rendimiento laboral, económicas o sociales".
https://elpais.com/elpais/2017/11/21/ciencia/1511254320_649572.html
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