Stephen Hawking durante una charla en Bruselas en 2007 AFP
"¿Quieres hacerte una foto con Stephen?". Acostumbrada a las peticiones, la asistente de Hawking me preguntó si quería un retrato con el famoso astrofísico. Era el año 2012 y la Royal Society de Londres se había vestido de gala para la presentación de la serie de documentales 'El Gran Diseño', basada en la obra homónima de Hawking, en la que mostraba su provocadora visión atea del Cosmos.
Como una auténtica estrella, el mediático científico británico posó en la alfombra roja, intervino brevemente con su característica voz electrónica con acento americano en el debate que protagonizaron varios de sus colegas, hizo bromas, alternó con los invitados al evento y accedió encantado a hacerse la foto con esta periodista y con los que se lo pidieron.
Ese año había cumplido los 70 y un Hawking con una salud cada vez más débil se esforzaba por asistir a la mayoría de los numerosos actos organizados para homenajearle por sus contribuciones para intentar comprender mejor el Universo.
Entre ellas destacan, sobre todo, sus investigaciones sobre los agujeros negros y la llamada radiación de Hawking. "Sus teorías en este campo fueron muy revolucionarias. En la Teoría de la Relatividad de Einstein, nada podía escapar del interior de los agujeros negros. Pero en la teoría que Hawking enunció en 1973, los agujeros negros dejaban de ser negros en el sentido de que podían emitir partículas desde su interior. El punto crucial es que mezcló la teoría de Einstein con la física cuántica", resume en conversación telefónica José Navarro, físico teórico del Instituto de Física Corpuscular (IFIC/CSIC-Universidad de Valencia).
Según recuerda este experto en agujeros negros, la teoría del investigador de la Universidad de Cambridge "tuvo una acogida muy positiva porque permitió establecer una conexión, una correspondencia, entre tres áreas de la física: la gravitación, la física cuántica y la termodinámica. Al agujero negro se le podía asociar una temperatura, y el cálculo que hizo Hawking mostraba que la radiación de partículas que salían del agujero negro tenía unas características muy definidas, como si fuera un cuerpo incandescente", añade Navarro.
Una teoría 'coherente y elegante'
Fue precisamente la unificación de esas tres áreas de la física lo que hizo tan creíble su propuesta: "Si no hubiera sido así, su teoría habría sido recibida con más escepticismo por parte de la comunidad científica. Además, desde hacía unos meses había otros resultados matemáticos en el ambiente que hacían sospechar que había una relación entre los agujeros negros y las leyes de la termodinámica. Es decir, había muchas piezas del puzle sueltas y Hawking lo reconstruyó todo dando una visión coherente y elegante", señala el científico del IFIC.
En la cafetería del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), en Ginebra, la muerte de Hawking era esta mañana el tema más comentado, según relata por teléfono Miguel Ángel Sanchís, vicepresidente de la Real Sociedad Española de Física (RSEF), que se encuentra allí realizando una estancia de tres meses. Este físico teórico explica así en qué consiste la Radiación de Hawking: "Por efectos cuánticos se crean parejas de partículas y antipartículas. Las dos partículas se separan y hay algo que les impide volver a unirse. Una de ellas cae dentro del agujero negro y la otra se libera, de manera que no pueden volver a encontrarse y se produce un flujo de materia y energía hacia fuera del agujero negro. Es como un matrimonio que se separa y uno de sus miembros se marcha a la otra punta del mundo. En la radiación Hawking existe un divorcio entre el electrón y el antielectrón, que ocurre constantemente. Y esto supuso una auténtica revolución porque antes se pensaba que nada podía escapar de un agujero negro".
"Yo destacaría dos áreas en las que las ideas novedosas de Hawking han establecido nuevos paradigmas en astrofísica: los modelos cosmológicos que describen el comportamiento global del Universo y la descripción de los agujeros negros y sus propiedades. En ambos campos la huella de Hawking quedará para la historia", apunta desde Tokio Xavier Barcons, director del Observatorio Europeo Austral (ESO), a través de un correo electrónico.
Con los años, Hawking fue modificando su propia teoría. "En 1976 publicó otro artículo en el que analizaba las consecuencias de su teoría y argumentaba que si las cosas ocurrían como él predecía, ese comportamiento contradecía postulados fundamentales de la física cuántica. Esto se consideró un problema teórico que sigue vigente hoy en día", recuerda Navarro.
Asimismo, recuerda que Hawking también contribuyó de forma importante a la Teoría de la Inflación que surgió a principios de los 80, "aunque no fue pionero porque hubo autores que simultáneamente llegaron a la misma conclusión. La propia física cuántica estaba en el origen de las irregularidades que se observaban en el Universo. A escala cósmica parece homogéneo pero, si se mira con detalle, hay zonas donde hay más densidad de galaxias. Todas esas irregularidades se podían explicar por la física cuántica", señala.
A lo largo de su carrera Hawking, posiblemente el científico más conocido por el público después de Einstein, recibió muchos premios de prestigio, aunque ha muerto sin conseguir el Nobel. "Pese a la trascendencia de su investigación, algunos de sus modelos, teorías y conjeturas tardarán años en cotejarse de manera inequívoca con la realidad. Por esta razón y considerando los criterios que se aplican habitualmente para la designación de los premios Nobel, no es de extrañar que no lo recibiera", argumenta Xavier Barcons.
"Quizás algún día tendremos evidencia directa de la existencia de horizontes de sucesos alrededor de agujeros negros, aunque el propio Hawking cuestionó la existencia de esas vallas de información alrededor de ellos. Cuando eso ocurra, nos acordaremos de él, aunque será demasiado tarde para el Nobel", añade el astrofísico español.
Navarro coincide con Barcons: "La fuerza, la belleza, la elegancia y la solidez de las teorías sobre agujeros negros de Hawking realmente son merecedoras del premio Nobel, pero el comité pone la condición de que haya una comprobación directa, empírica e inequívoca, como sí la hubo con la reciente detección del bosón de Higgs, que fue predicho en los años 60. ¿Era merecedor Peter Higgs del Nobel unos años antes que se detectara esa partícula? Con Hawking pasó algo parecido".
"En mi opinión, Hawking sí merecía el Nobel aunque he de decir que hay muchos otros científicos de valía equivalente, como Roger Penrose, que también trabajó con él, que lo merecían", apunta Miguel Ángel Sanchís.
Garik Israelian no sólo cree que "Hawking merecía un Nobel, sino dos". El investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) le conoció bien, pues fue su invitado estrella en dos de las cuatro ediciones celebradas hasta ahora del Festival Starmus del que Israelian es fundador. En esas dos ocasiones Hawking viajó a Tenerife en barco -no debe montar en avión por sus problemas de salud- acompañado de un séquito de una decena de personas.
Exploración del Cosmos
Como ejemplo del entusiasmo que derrochaba, Israelian recuerda esta anécdota: "En una ocasión nos pidió montar en un submarino en Tenerife. Cuando nos enteramos de que era imposible dijo que quería ver ballenas y tocarlas. Organizamos un viaje de avistamiento de cetáceos y se puso muy contento".
Unas ganas de vivir - "cada día es una recompensa", solía decir- que le llevaron a desafiar las recomendaciones de los médicos y a subirse a un avión para disfrutar de la experiencia de un vuelo parabólico, que permite experimentar la gravedad cero y flotar como hacen los astronautas. De hecho, durante los últimos años su interés por el espacio, el medio ambiente y la exploración de planetas fue en aumento y ocupó una parte importante de las numerosas charlas que daba por todo el mundo.
Formó parte del proyecto Starshot, que pretende enviar naves minúsculas al sistema estelar de Alfa Centauri para comprobar si hay vida extraterrestre. Y es que el genio de Cambridge no creía "que podamos sobrevivir más de 1.000 años sin escapar de nuestro frágil planeta", como declaró en Tenerife durante su participación en el festival Starmus 2016.
"De sus visitas al IAC recuerdo con qué interés me preguntaba si podríamos intentar confirmar sus teorías sobre radiación de agujeros negros utilizando la nueva generación de telescopios Cherenkov, su curiosidad por conocer los últimos avances en la búsqueda de otros planetas como el nuestro y, también, por si había cambios en el comportamiento de la actividad solar", recuerda Rafael Rebolo, director del IAC, en un comunicado emitido esta mañana tras su fallecimiento.
Una curiosidad que mantuvo intacta hasta su muerte y que intentaba transmitir al público: "Pregúntense qué es lo que hace que exista el Universo". Y sobre todo, sugería, "recuerde mirar a las estrellas y no a sus pies".
Según recuerda este experto en agujeros negros, la teoría del investigador de la Universidad de Cambridge "tuvo una acogida muy positiva porque permitió establecer una conexión, una correspondencia, entre tres áreas de la física: la gravitación, la física cuántica y la termodinámica. Al agujero negro se le podía asociar una temperatura, y el cálculo que hizo Hawking mostraba que la radiación de partículas que salían del agujero negro tenía unas características muy definidas, como si fuera un cuerpo incandescente", añade Navarro.
Una teoría 'coherente y elegante'
Fue precisamente la unificación de esas tres áreas de la física lo que hizo tan creíble su propuesta: "Si no hubiera sido así, su teoría habría sido recibida con más escepticismo por parte de la comunidad científica. Además, desde hacía unos meses había otros resultados matemáticos en el ambiente que hacían sospechar que había una relación entre los agujeros negros y las leyes de la termodinámica. Es decir, había muchas piezas del puzle sueltas y Hawking lo reconstruyó todo dando una visión coherente y elegante", señala el científico del IFIC.
En la cafetería del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), en Ginebra, la muerte de Hawking era esta mañana el tema más comentado, según relata por teléfono Miguel Ángel Sanchís, vicepresidente de la Real Sociedad Española de Física (RSEF), que se encuentra allí realizando una estancia de tres meses. Este físico teórico explica así en qué consiste la Radiación de Hawking: "Por efectos cuánticos se crean parejas de partículas y antipartículas. Las dos partículas se separan y hay algo que les impide volver a unirse. Una de ellas cae dentro del agujero negro y la otra se libera, de manera que no pueden volver a encontrarse y se produce un flujo de materia y energía hacia fuera del agujero negro. Es como un matrimonio que se separa y uno de sus miembros se marcha a la otra punta del mundo. En la radiación Hawking existe un divorcio entre el electrón y el antielectrón, que ocurre constantemente. Y esto supuso una auténtica revolución porque antes se pensaba que nada podía escapar de un agujero negro".
"Yo destacaría dos áreas en las que las ideas novedosas de Hawking han establecido nuevos paradigmas en astrofísica: los modelos cosmológicos que describen el comportamiento global del Universo y la descripción de los agujeros negros y sus propiedades. En ambos campos la huella de Hawking quedará para la historia", apunta desde Tokio Xavier Barcons, director del Observatorio Europeo Austral (ESO), a través de un correo electrónico.
Con los años, Hawking fue modificando su propia teoría. "En 1976 publicó otro artículo en el que analizaba las consecuencias de su teoría y argumentaba que si las cosas ocurrían como él predecía, ese comportamiento contradecía postulados fundamentales de la física cuántica. Esto se consideró un problema teórico que sigue vigente hoy en día", recuerda Navarro.
Asimismo, recuerda que Hawking también contribuyó de forma importante a la Teoría de la Inflación que surgió a principios de los 80, "aunque no fue pionero porque hubo autores que simultáneamente llegaron a la misma conclusión. La propia física cuántica estaba en el origen de las irregularidades que se observaban en el Universo. A escala cósmica parece homogéneo pero, si se mira con detalle, hay zonas donde hay más densidad de galaxias. Todas esas irregularidades se podían explicar por la física cuántica", señala.
A lo largo de su carrera Hawking, posiblemente el científico más conocido por el público después de Einstein, recibió muchos premios de prestigio, aunque ha muerto sin conseguir el Nobel. "Pese a la trascendencia de su investigación, algunos de sus modelos, teorías y conjeturas tardarán años en cotejarse de manera inequívoca con la realidad. Por esta razón y considerando los criterios que se aplican habitualmente para la designación de los premios Nobel, no es de extrañar que no lo recibiera", argumenta Xavier Barcons.
"Quizás algún día tendremos evidencia directa de la existencia de horizontes de sucesos alrededor de agujeros negros, aunque el propio Hawking cuestionó la existencia de esas vallas de información alrededor de ellos. Cuando eso ocurra, nos acordaremos de él, aunque será demasiado tarde para el Nobel", añade el astrofísico español.
Navarro coincide con Barcons: "La fuerza, la belleza, la elegancia y la solidez de las teorías sobre agujeros negros de Hawking realmente son merecedoras del premio Nobel, pero el comité pone la condición de que haya una comprobación directa, empírica e inequívoca, como sí la hubo con la reciente detección del bosón de Higgs, que fue predicho en los años 60. ¿Era merecedor Peter Higgs del Nobel unos años antes que se detectara esa partícula? Con Hawking pasó algo parecido".
"En mi opinión, Hawking sí merecía el Nobel aunque he de decir que hay muchos otros científicos de valía equivalente, como Roger Penrose, que también trabajó con él, que lo merecían", apunta Miguel Ángel Sanchís.
Garik Israelian no sólo cree que "Hawking merecía un Nobel, sino dos". El investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) le conoció bien, pues fue su invitado estrella en dos de las cuatro ediciones celebradas hasta ahora del Festival Starmus del que Israelian es fundador. En esas dos ocasiones Hawking viajó a Tenerife en barco -no debe montar en avión por sus problemas de salud- acompañado de un séquito de una decena de personas.
Exploración del Cosmos
Como ejemplo del entusiasmo que derrochaba, Israelian recuerda esta anécdota: "En una ocasión nos pidió montar en un submarino en Tenerife. Cuando nos enteramos de que era imposible dijo que quería ver ballenas y tocarlas. Organizamos un viaje de avistamiento de cetáceos y se puso muy contento".
Unas ganas de vivir - "cada día es una recompensa", solía decir- que le llevaron a desafiar las recomendaciones de los médicos y a subirse a un avión para disfrutar de la experiencia de un vuelo parabólico, que permite experimentar la gravedad cero y flotar como hacen los astronautas. De hecho, durante los últimos años su interés por el espacio, el medio ambiente y la exploración de planetas fue en aumento y ocupó una parte importante de las numerosas charlas que daba por todo el mundo.
Formó parte del proyecto Starshot, que pretende enviar naves minúsculas al sistema estelar de Alfa Centauri para comprobar si hay vida extraterrestre. Y es que el genio de Cambridge no creía "que podamos sobrevivir más de 1.000 años sin escapar de nuestro frágil planeta", como declaró en Tenerife durante su participación en el festival Starmus 2016.
"De sus visitas al IAC recuerdo con qué interés me preguntaba si podríamos intentar confirmar sus teorías sobre radiación de agujeros negros utilizando la nueva generación de telescopios Cherenkov, su curiosidad por conocer los últimos avances en la búsqueda de otros planetas como el nuestro y, también, por si había cambios en el comportamiento de la actividad solar", recuerda Rafael Rebolo, director del IAC, en un comunicado emitido esta mañana tras su fallecimiento.
Una curiosidad que mantuvo intacta hasta su muerte y que intentaba transmitir al público: "Pregúntense qué es lo que hace que exista el Universo". Y sobre todo, sugería, "recuerde mirar a las estrellas y no a sus pies".
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