Paul French Gallery, uno de los rincones 'trendy' de Palermo. CRISTINA CANDEL
El barrio más noctámbulo y disfrutón de la capital argentina aglutina campos de polo y museos de primera. Pero el Soho porteño triunfa por sus tiendas de diseño, speakeasies que sirven cócteles de autor y parrillas de carne renovadas. Es imposible aburrirse en Palermo
Las calles taciturnas que veía Borges en el barrio porteño de su niñez han cambiado de piel. Apenas hay rastro de oscuras esquinas y, en su lugar, corren las bicis por la bicisenda hacia la nueva choripanería de moda. Porque hasta ese gran clásico argentino que es el choripán ha dado un giro gourmet. Y es todo un éxito.
Ha cuajado también en Palermo una invasión de cervecerías artesanas, de tiendas de diseño, hoteles boutique y speakeasies con cócteles de autor donde en tiempos del escritor solo había cuchilleros y «vagos terrenos anegadizos a espaldas de la patria». Los de la liga de devoradores de tendencias no querrán dejar este Soho ni a empujones. Primera regla: no tenga prisa. La reina del Plata es una megalópolis sin fin y Palermo, bien podría ser una ciudad entera.
El barrio es un continuo vaivén de tentaciones, así que es mejor hacer los deberes cuanto antes. Empecemos en el Malba, el mejor museo de arte latinoamericano del continente para ver joyas como el Autorretrato con chango y loro, de Frida Kahlo, o el Baile en Tehuantepec, de Diego Rivera, por el que el coleccionista Eduardo Costantini pagó el récord de 15 millones de dólares hace un par de años. El hall del museo acaba de ser renovado por el estudio Herreros Arquitectos.
El Malba o Museo de Arte Latinoamericano. C. CANDEL
Paseaperros y bicis
Empapados de arte, podemos seguir la ruta hacia los Bosques de Palermo, nada menos que 350 hectáreas de parque, ideal para mezclarse con los porteños. Hay legión de ciclistas, profesores de rolley, mucho personal trainer y venga de pícnics. Es inevitable admirar a los paseaperros con hasta 20 canes atados con correa que se ven allá donde mires.
La oficina de Turismo de la ciudad ofrece tours gratuitos en bici, la mejor forma de conocerlo. Mientras se pedalea, se aprende la historia del Parque del 3 de Febrero, nombre oficial de esta inmensa superficie llena de palmeras, ceibos y gomeros donde encontramos desde un planetario a un campo de polo y de un jardín japonés a un rosedal con más de 90 variedades. El culpable de todo es el paisajista francés Charles Thays que, a principios del siglo XX, proyectó la urbanización de Palermo Chico.
El llamado Palermo Viejo, paradójicamente el más moderno, no es tan monumental pero sí muy interesante. Se divide a su vez en Palermo Hollywood, lleno de estudios de televisión y publicidad, y Palermo Soho, el de los garitos más actuales en torno a la plaza Cortázar. Aquí, las tiendas de ropa, las paredes de arte urbano y los restaurantes de moda dibujan la escena en estas calles adoquinadas y arboladas.
Arte urbano en el pasaje Santa Rosa. C. CANDEL
La escena 'gastro'
Junto a las parrillas de toda la vida, no faltan hamburgueserías hipsters y hasta esa choripanería del principio. Chorix, se llama, con chorizos de conejo, ñandú y hasta vegetariano que se toman con un gintonic. Aunque para fusión hay que poner rumbo a Gran Dabbang, donde la gente hace cola para entrar. El chef Mariano Ramón, una de las jóvenes promesas de la escena gastro de Buenos Aires, sirve platos de influencia asiática con los mejores ingredientes argentinos.
Nicky Harrison, por su parte, esconde premio: el acceso al speakease porteño más top. Para ser invitado hay que sentarse previamente a cenar sushi. A continuación vienen las reglas (nada de fotos... ) y luego los cócteles de autor escondidos en un espacio que recuerda al Nueva York de los años 20.
Otro propuesta es la de Ninina Bakery, con granola casera y zumos détox, justo junto al Jardín Escondido, la casa particular de Francis Ford Coppola convertida ahora en hotel. El director vivió aquí mientras rodaba Tetro y luego sumó la propiedad al catálogo de hoteles boutique que tiene por todo el mundo.
El Jardín Escondido, la casa de Francis Ford Coppola convertida en hotel. C. CANDEL
Cervezas y librerías
En la misma calle Gorriti, muy recomendable es también Paul French Gallery, un pasaje estrecho que esconde una tienda de decoración, los tés gourmet de Tealosophy, los dulces de Decata y la Floristería de Gabriela Crespi... Es un rincón tranquilo, ajeno al frenesí de la calle, lleno de aromas y artículos artesanales (nada baratos) donde se junta gente guapa.
El boom de la cerveza artesanal es patente en casi cada esquina de este barrio porteño. No hay que perderse Blest, que trae desde la Patagonia la cerveza artesanal más antigua de Argentina. Y la herencia italiana se nota también en el capítulo dulzón. Apunten un par de tips imprescindibles: la heladería Luchianos y la tienda Dulce de Leche & Co. para los que quieran sucumbir a ese otro gran tesoro argentino.
Por último, no se puede pasar de largo por sus librerías. Porque no son meras tiendas, sino espacios para sentarse a leer. Eterna Cadencia y Libros del Pasaje son fundamentales. Porque es imperdonable olvidar que Buenos Aires es ciudad de letras, ciudad sin fin.
La librería Libros del Pasaje. C. CANDEL
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Iberia (www.iberia.com) opera vuelos diarios a Buenos Aires desde 670 euros ida y vuelta. Desde el aeropuerto de Ezeiza al barrio de Palermo hay unos 45 minutos.
Dónde dormir
El hotel Be Jardín Escondido by Coppola (www.bourbon.com). En el meollo de Palermo Soho. La antigua casa del director de cine convertida en hotel boutique. Desde 150 euros.
Dónde comer
Nicky Harrison (www.nicky-harrison.com). Sushi en el speakeasy de moda. Don Julio Parrilla (www.parrilladonjulio.com) . La mejor carne en uno de lo clásicos de Palermo. Gran Dabbang (www.grandabbang.com). Cocina fusión de autor.Grappa Cantina (www.facebook.com/Grappa-Cantina). Comida italiana en ambiente de vieja taberna.
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