Joven minero de la República Democrática (Goran Tomasevic / Reuters)
- Tesla estudia prescindir del mineral en las baterías ante el auge de su precio y su origen problemático
La República Democrática de Congo, con una población de 65 millones de personas, es el país más pobre del mundo de acuerdo con el índice de desarrollo humano (IDH) de Oxfam y es, al mismo tiempo, el lugar del planeta que cuenta con las mayores reservas –un 65%– de un mineral muy cotizado: el cobalto.
Este material de color grisáceo pálido, bautizado como el nuevo oro blanco, es un componente esencial de las baterías que se usan en los móviles o en los coches. Es resistente a grandes temperaturas (su punto de fusión llega a 1.495 grados) y almacena gran cantidad de energía en una masa pequeña.
El 65%, en la República Democrática del Congo
Una batería de un smartphone contiene entre cinco y 10 gramos de cobalto, mientras que la de un coche eléctrico puede llegar hasta los 15 kilos. La mitad del cobalto extraído ahora se destina a estos usos. Ante el interés de la industria, está por las nubes. Este año el precio ha llegado a superar la barrera de los 90 dólares. Para que se tenga una idea, en el 2016 valía 26 dólares. Según la consultora Benchmark Minerals Intelligence, para el 2026 el mercado del cobalto seguiría siendo el doble que el actual.
Así que el país africano es un poco como Arabia Saudí con el petróleo: alberga en el subsuelo valiosos recursos naturales y a un coste de extracción un 30% más barato que en las minas de Australia o Canada. Eso sí, Amnistía Internacional estima que trabajan hasta 40.000 niños en el proceso de extracción, en condiciones muy difíciles (12 horas al día por 2 dólares).
Una industria en la mira
Esta república africana se sitúa en el lugar 182º de 190 en el ranking del Banco Mundial como lugar para hacer negocios y su calificación crediticia según Coface es “E”, igual que la de Libia. Emprender en un país tan conflictivo es delicado por la inseguridad jurídica. De hecho, el Congo había establecido con las compañías extractoras unos royalties del 2%, pero ahora planea subir el porcentaje al 10%.
Pero el pastel es demasiado apetitoso. De acuerdo con algunas fuentes, entre el 70% y el 90% de este mineral africano estaría en mano de firmas de refino chinas. Por cierto, la suiza Glencore, líder mundial en extracción de cobalto, cerró el 2017 con los mayores beneficios de su historia (13.000 millones de euros, un 44% más). Incluso las firmas automovilísticas han decidido que no pueden quedarse atrás. Toyota ha adquirido una cuota en la minera Orocobre, mientras que BMW ha empezado a invertir en la extracción de cobalto en Alemania.
Hay que tener en mente el contexto. El coche eléctrico aún tiene una presencia anecdótica, con una cuota mundial de nuevas matriculaciones del 2%. Asimismo, las baterías están siendo cada vez más baratas pese al aumento del precio de las materias primas, gracias a las mejoras productivas y las economías de escala, con lo que los fabricantes de coches necesitan abaratar aún más los costes para vender más modelos. Y aquí se entiende la apuesta de Tesla, que quiere eliminar el cobalto de sus baterías, después de haberlo reducido un 60% en seis años. Así lo anunció hace pocos días Elon Musk. Para ahorrar y reducir la dependencia de un país complicado.
Sin embargo, la apuesta tiene sus riesgos. “Sin cobalto, el rendimiento de las baterías baja un 30%. Además aumenta su peso y se reduce la autonomía del vehículo. Dicho esto, la empresa de Elon Musk necesita vender modelos a un precio accesible. Y extraer cobalto fuera del Congo es muy costoso”, señala Joaquín Chacón, presidente de Aepibal. El mercado cree que cuando el coste de las baterías baje hasta alcanzar los 100 euros el kWh se producirá un punto de inflexión. En este sentido, “no es descabellado que en un futuro el cobalto llegue incluso a desaparecer de las baterías”, dice Chacón. Tesla se adelanta.
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