Una auténtica 'máquina para descansar', como la definió Le Corbusier. Pero en la historia de uno de los muebles más icónicos de la historia del diseño es fundamental una mujer, una arquitecta francesa a la que cada vez se le reconoce más su influencia.
Esta chaise longue, aparte de muy apetecible, es uno de los iconos universales del mobiliario y del diseño en general. Aunque ha pasado a la historia con el nombre de la LC4 de Le Corbusier, la realidad es que fue un diseño del suizo junto con Charlotte Perriand (arquitecta y diseñadora francesa) y Pierre Jeanneret (arquitecto y diseñador suizo, primo además de Le Corbusier). Los dos últimos colaboraron en el estudio parisino de la rue de Sèvres de Le Corbusier durante casi diez años. Perriand fue específicamente la responsable de mobiliario y el diseño de interiores de los proyectos del estudio.
El inicio del mobiliario a medida
Charles-Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier, con Charlotte Perriand y Pierre Jeanneret (al fondo), en una imagen tomada en París en 1927.
La butaca que nos ocupa fue creada como parte del mobiliario para la Villa Church, una vivienda proyectada por Le Corbusier en Ville d'Avray, aunque oficialmente fue presentada en el Salón de Otoño del Diseño de 1929. Son los primeros pasos de La machine à habiter (la máquina para habitar) un concepto mucho más amplio concebido y mejorado por Le Corbusier a lo largo de su vida como la definición perfecta de vivienda, donde debía primar el componente funcional, en consonancia con su arquitectura racionalista y depurada. Perriand, quien según han pasado los años, ha sido cada vez más puesta en valor y reconocida como la gran cabeza pensante que supo trasladar el universo Le Corbusier a objetos cotidianos.
Sillones, mesas, sillas, estanterías, armarios, banquetas... llenos de modernidad, tradición y funcionalidad, junto con un particular interés por el uso de formas orgánicas fruto de su amor por la naturaleza. El Minim de Barcelona acaba de inaugurar una muestra, Charlotte Perriand: L'art d'habiter, l'art de vivre, en la que podrán verse hasta el próximo 7 de septiembre algunos de los diseños más emblemáticos de la hoy ya laureada como una de las figuras más relevantes de la arquitectura de interior y el diseño.
Sillones, mesas, sillas, estanterías, armarios, banquetas... llenos de modernidad, tradición y funcionalidad, junto con un particular interés por el uso de formas orgánicas fruto de su amor por la naturaleza. El Minim de Barcelona acaba de inaugurar una muestra, Charlotte Perriand: L'art d'habiter, l'art de vivre, en la que podrán verse hasta el próximo 7 de septiembre algunos de los diseños más emblemáticos de la hoy ya laureada como una de las figuras más relevantes de la arquitectura de interior y el diseño.
El sillón L4 se presentó como una "auténtica máquina de descansar", según palabras del propio Le Corbusier, ya que tiene en cuenta las curvas naturales del cuerpo siendo uno de los primeros objetos ergonómicos que, además, se ha convertido en todo un referente del diseño; dejaba así atrás las formas abigarradas del decó francés de los años 20 y 30. Para este trío de artistas, funcionalidad y diseño debían ir de la mano. La chaise L4 está formada por tres cuerpos independientes: la base, como un caballete metálico en forma de H; sobre él reposa la llamada cuna o tubo metálico moldeado, y por último, el cuerpo del asiento, tapizado en piel de potro o cuero.
Salto del taller a la producción en fábrica
El sillón se puso en producción poco después por la empresa de muebles Thonet, y en 1964 el diseñador fabricante de muebles Cassina, con origen en Meda (Italia), adquirió los derechos para fabricar toda la colección de muebles de Le Corbusier y Perriand, por lo que hoy en día esta veterana firma (tiene tienda en España en la calle Lagasca, Madrid) sigue siendo el fabricante oficial del definido por muchos como el sillón más cómodo del mundo. Es tal su influencia que ha pasado a formar parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pero su trascendencia no se limita sólo al lado occidental del mundo. Otra influencia innegable de estos diseñadores se produce con el arte japonés, con quien Perriand estuvo directamente relacionada. Tras terminar su colaboración con Le Corbusier, emprendió un viaje a Japón y Vietnam, donde permaneció hasta 1942. Fue entonces cuando creó la versión Tokyo de la Chaise Lounge L4, fabricada en madera de bambú, que hoy también reproduce fielmente Cassina y que supuso un paso más en su investigación de las formas orgánicas.
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