El mercado lleva meses contemplando un goteo constante de datos macroeconómicos y otros indicadores que apuntan a una clara desaceleración del crecimiento global. Esto no es nuevo ni era un secreto.
De hecho, las estimaciones del aumento del PIB para este año se han ido recortando hasta dejarlas en un 1,2% en la eurozona frente al 2% que se preveía hace sólo unos meses.
Aunque esto es importante, hay otros muchos datos que también son tenidos muy en cuenta por todos los actores del mercado, y los que se publicaron el viernes decepcionaron de tal manera que el índice de sorpresas económicas elaborado por Citi -en función de si los datos vigentes han cumplido o no las previsiones- sufrió su mayor caída en puntos desde julio de 2008 y la segunda mayor de la historia, con un retroceso de casi 35 enteros hasta situarse en los 60 negativos.
Los números que hicieron saltar las alarmas del viernes fueron los referidos al indicador PMI -encuesta entre empresarios sobre expectativas de negocios- manufacturero de la eurozona, Francia y Alemania del mes de marzo. Este último descendió hasta los 44,7 puntos, su nivel más bajo desde agosto 2012. En el caso de la zona euro, se ha retrocedido desde 49,4 puntos en febrero hasta 47,7 en marzo.
Por contra, también la semana pasada se publicó la encuesta de confianza de los inversores elaborada por ZEW con un dato que escalaba a máximo de marzo del año pasado, lo que es una muestra más de que el mercado prefiere seguir ignorando la macro.
El último indicador en salir a la luz fue ayer el de confianza empresarial, compilado por la casa IFO, que repuntó hasta los 99,6 puntos frente a los 98,7 puntos esperados y a los 98,5 de febrero. Esta subida corta una racha de seis meses de caídas.
"Todos estos indicadores servirán para hacernos una idea más fiable del escenario económico al que se enfrentan las compañías cotizadas", indican desde Link Securities, que advierte de que "si siguen siendo negativas los inversores tenderán hacia activos de corte más defensivo en búsqueda de refugio", tal y como ya viene ocurriendo con la deuda soberana, donde las compras han llevado a mínimos de rentabilidad al papel de los principales países del mundo. De hecho, el bono a 10 años alemán ya cotiza en terreno negativo, es decir, el inversor paga por prestar su dinero. De igual forma, esta situación también existe al otro lado del Atlántico y el pasado viernes ya se vio cómo finalmente la curva de rentabilidades de la deuda norteamericana se invertía y el bono a 3 meses llegaba a ofrecer un rendimiento superior al de una década.
Como telón de fondo, continúan abiertas las tramas -aunque en principio se acerca al desenlace- en torno al Brexit y al pacto comercial entre Estados Unidos y China. Esta semana puede ser clave en la resolución de ambos conflictos. Además, se conocerá el dato de inflación de marzo en la eurozona este viernes, que deberá alcanzar el 1,5% para colmar al mercado.
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