lunes, 16 de septiembre de 2019

Yakarta: la tóxica capital con los días contados

Un hombre retira basura del agua estancada en el barrio de Pejagalan, en Yakarta, el pasado 1 de septiembre.

Un hombre retira basura del agua estancada en el barrio de Pejagalan, en Yakarta, el pasado 1 de septiembre. 
 GETTY IMAGES



El Gobierno de Indonesia ha decidido trasladar las instituciones por la baja calidad de vida de la ciudad


Menudo y enérgico, Fitri encadena un cigarro tras otro, interrumpiendo brevemente su discurso cuando despide una nueva bocanada. La nube de alquitrán que se desprende del humo del pitillo apenas se percibe, absorbida enseguida por el denso y contaminado aire que se respira en Yakarta. Algo que a Fitri parece no importarle demasiado, pues se enfrenta a otra amenaza más inmediata: la de las frecuentes inundaciones que, como hace unos meses, le dejaron sin casa.
“Más que miedo, me genera mucha preocupación. Sobre todo, por mis hijos”, afirma el hombre con pesadumbre. Casado y padre de tres niños de cinco, cuatro y dos años, rememora cómo el río Ciliwung, a menos de un kilómetro de su vivienda, se desbordó durante unas fuertes lluvias en abril. Sin tiempo para recoger más que un par de cosas, los cinco escaparon de la casa, que quedó completamente anegada. Junto a miles de personas, Fitri y su familia pasaron unos días en campamentos y refugios provisionales. Luego regresaron, sabiendo que todo podría volver a ocurrir.
Las inundaciones son solo uno de los ingredientes del cóctel que ha convertido Yakarta en una urbe muy hostil, una característica acelerada por el aumento del nivel del mar, consecuencia del cambio climático. Acumula tantos factores negativos que el presidente Joko Widodo ha decidido hacer oficial un viejo plan que se discutía desde hace décadas: crear una nueva capital en otro lugar de Indonesia. Lo anunció a finales de agosto: una nueva ciudad comenzará a levantarse el próximo año en el este de Kalimantán (la parte indonesia de Borneo, isla compartida con Malasia y Brunéi). El objetivo es que a partir de 2024 se traslade allí la parte administrativa de Yakarta (ubicada en la isla de Java), que se mantendrá como corazón financiero del país. Se espera que al menos un millón y medio de personas sean desplazadas inicialmente y que poco a poco acuda más gente, al calor de nuevas posibilidades de empleo.
La idea es atacar así la raíz de los graves problemas que asolan la ciudad capitalina: su superpoblación. Concebida para alojar a 500.000 personas cuando los holandeses la fundaron en el siglo XVII, la metrópolis supera ya los 10 millones, 30 si se incluye el área metropolitana. A su alta densidad poblacional se suma su geografía: ubicada en la confluencia de 13 ríos que se desbordan en época de lluvias.
Un hombre con mascarilla sale del metro en Yakarta.
Un hombre con mascarilla sale del metro en Yakarta. P.A.
“Yakarta no ha hecho nada significativo para mitigar los efectos del cambio climático, que le han afectado más que a otras ciudades costeras de Indonesia”, asegura Deden Rukmana, indonesio de origen y profesor de Urbanismo de la Universidad de Alabama. El docente cita el plan fallido por ahora del Gobierno de construir una gran muralla de 40 kilómetros de largo y 24 metros de alto en el mar para impedir el avance del océano sobre Yakarta.
Con todo, el problema más grave es que la ciudad se hunde. “A un ritmo de entre 1 y 15 centímetros por año, lo que, unido a que el aumento del nivel del mar ha alcanzado los 8,5 centímetros debido al cambio climático, significa que el norte de Yakarta quedará sumergido en 2050”, advierte Leonard Simanjuntak, director de Greenpeace en Indonesia.
Como la mitad de la población yakartí, Fitri, pescador y comerciante, no tiene acceso a agua corriente. Él y sus vecinos o bien recogen el agua estancada en los canales que flanquean las calles de su distrito o la extraen a través de precarias perforaciones del subsuelo, causa principal del hundimiento de la ciudad. Según un estudio del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) del pasado año las ciudades costeras del sur y el sureste asiático son más vulnerables al aumento del nivel del mar debido a “la naturaleza desigual y poco planificada de su urbanización”, además de su alta densidad. Los barrios más afectados son las zonas humildes como la de Fitri, con las casas levantadas a la vera de los ríos por comunidades de pescadores que viven en precarias edificaciones de una o dos plantas. “Supongo que [el traslado de la capital] será bueno, pero no sé si solucionará nuestros problemas”, medita el hombre.
A no mucha distancia de la casa de Fitri, pero a años luz en cuanto a nivel de desarrollo, el distrito financiero yakartí arranca la jornada con los rascacielos cubiertos por la capa grisácea de contaminación. Heni, de 39 años, se protege la cara con una mascarilla con un dibujo del gato de Doraemon mientras espera a su moto de Go Jek, el Uber indonesio. “En parte la llevo por no respirar la contaminación, pero también porque no quiero que mi cara se ensucie con el polvo y el humo de los tubos de escape”, dice la mujer, quien, pese a los innegables problemas de Yakarta, considera que trasladar la capital no es necesario. “Ahora tenemos un buen gobernador [Anies Baswedan, oponente de Jokowi]. Él mejorará la ciudad”, confía.
Por el contrario, Omar, funcionario yakartí del Ministerio de Salud —que tendrá que marcharse a Kalimantán dentro de cinco años— asegura que es la única solución. “Va a ser difícil, pero no hay más remedio. Yakarta está superpoblada, se hunde, hay demasiada contaminación… Con este calor es insoportable”, asegura el hombre mientras se seca el rostro con un pañuelo a la salida de una estación de metro.
Arief Wijaya, portavoz del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, en sus siglas en inglés) en Indonesia, cree que serán precisamente los proyectos que se acometan en Yakarta, más que el traslado de la capital, lo que determine la pervivencia de la ciudad. “El traslado puede ayudar a mejorar la habitabilidad de Yakarta, pero sin cambios significativos de su infraestructura actual, incluyendo una mejor gestión del agua, más inversión en transporte público o el cierre de plantas de carbón, el impacto será mínimo”, advierte.

NUEVAS ÁREAS AMENAZADAS

Mientras se buscan planes para salvar la actual capital, surge el temor de si la construcción de la nueva será perjudicial para el este de Borneo –hábitat de orangutanes y tigres–, que sufre la deforestación. Según el director WWF en Kalimantán, Irwan Gunawan, el territorio donde se ubicará la urbe “consta sobre todo de antiguas plantaciones de aceite de palma y bosques ya deforestados”. “Si se ejecuta sin darle la debida protección medioambiental, el plan de realojar la capital en Kalimantán Oriental corre el riesgo de crear una crisis en la nueva capital”, alerta Leonard Simanjuntak, de Greenpeace. “La amenaza derivada del cambio climático, combinada con la pobre gestión medioambiental de Yakarta, no debería ser una razón para salir corriendo de la capital”, añade.


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