JUANJO BECERRA
@JJBECERRA
Actualizado Domingo, 29 mayo 2022 - 01:00
https://www.elmundo.es/tecnologia/innovacion/working-progress/2022/05/29/62921a1efdddff47788b45ed.html
El Monopoly, ese juego de mesa que tanta gente tiene en su casa, es una auténtica oda al capitalismo. Cada jugador compite por ser el más rico, pero sobre todo, por arruinar a todos los demás. Se compran calles, casas, hoteles, la compañía del agua y de la luz, estaciones de tren, lo peor que te puede pasar es pagar impuestos... y hasta puedes llegar a librarte de la cárcel si pagas.
El juego, quizá el más vendido de la historia, fue creado por Charles Darrow, un vendedor de calefactores domésticos que estaba en paro por culpa de la Gran Depresión. Lo fabricaba artesanalmente en su casa, con la ayuda de su mujer y su hijo, con trozos de hule y cartulina. Esas primeras versiones tuvieron tanto éxito que tuvo que encargar la producción a una imprenta de Pensilvania, ya con su clásico tablero de cartón. Patentó la idea en 1935. Y ese mismo año, tras varios intentos, le vendió los derechos a la juguetera Parker Brothers, ahora propiedad de Hasbro.
Dice el Libro Guiness de los Récords que más de 500 millones de personas han jugado al Monopoly en el mundo. Y Darrow, efectivamente, acabó haciéndose inmensamente rico. Un trabajador en paro que se hace millonario, una historia de superación perfecta como epílogo para hablar de capitalismo.
Si no fuera porque en realidad el Monopoly está inspirado, o copiado, de 'El juego del terrateniente', creado y patentado por Elisabeth Maggie más de 30 años antes. Y el espíritu de aquel juego era todo lo contrario.
Lizzie Maggie era inventora, poeta, feminista y muy de izquierdas, y en 1903 lanza 'The Landords Game'. Su objetivo era mostrar los peligros de acumular grandes sumas de dinero a expensas de los demás, los problemas que generaba la desigualdad de ingresos.
Para ello, el juego consistía en un tablero con un circuito, algo muy novedoso para la época, lleno de calles a la venta, y desarrolló dos reglamentos, uno anti-monopolios, y el otro monopolista. Con el primero, cada vez que un jugador compraba una de esas calles tenía que pagar impuestos, y ese dinero se repartía entre el resto de jugadores. Y el juego se acababa cuando el jugador que había empezado con menos dinero lograba duplicarlo. ¡Todos ganaban!
Con el segundo reglamento, el monopolista, los jugadores debían comprar propiedades y cobrarles a todos los que caían en ellas, y el ganador era el que lograba arruinar al resto de jugadores. Sí, este reglamento coincide con el del Monopoly.
El objetivo, explicaba la propia Maggie, era que los jugadores vivieran en sus propias carnes una demostración práctica del sistema de acaparamiento de tierras, así como sus resultados y consecuencias. Y que comprendieran las consecuencias que podía provocar los diferentes planteamientos de la propiedad.
"Los hombres y las mujeres descubrirán que son pobres porque Carnegie y Rockefeller tienen más de lo que saben qué hacer con él"
Hay que tener en cuenta que hablamos de la época gloriosa de los monopolios del ferrocarril, el acero o el petróleo. En este sentido, en una entrevista, la propia Maggie mostró su deseo de que "en poco tiempo, los hombres y las mujeres descubrieran que son pobres porque Carnegie y Rockefeller, tal vez, tienen más de lo que saben qué hacer con él".
Con el juego, Maggie en realidad trataba de reflejar y difundir las ideas de Henry George, un economista de la época, muy de izquierdas, que conoció a través de un libro que le regaló su padre, también un destacado activista antimonopolios. La base de la teoría de George era la defensa de la importancia de cobrar impuestos, y de reinventir lo recaudado en el bien común.
El juego acabó teniendo relativo éxito, sobre todo entre los intelectuales de la Costa Este y de las grandes universidades del país. Tanto que se acabaron haciendo diferentes versiones del mismo. En la década de los 30, Darrow descubrió una de esas versiones en un encuentro con amigos. Le impactó tanto el juego que acabó desarrollando su propia versión, a la que llamó Monopoly, y es la que acabó vendiendo a Parker Brothers.
Las versiones de 'El juego del terrateniente' también llegaron a otros países. En España, por ejemplo, tuvo mucho éxito El Palé, con las calles de Madrid. La empresa editora acabó en juicio con los propietarios de los derechos, que se resolvió con la llegada a España del Monopoly original, de mano de Borrás. Detrás llegaron numerosas versiones basadas en las calles de otras ciudades de España, otro basado en todas las ciudades, de la Unión Europea... cualquier país que se precie tiene su propia edición. Y ya hasta hay versiones digitales, online...
Cuba desarrolló una versión en la que el objetivo no es comprar calles, sino derrotar al FMI
Hasta Cuba tuvo su propia versión apócrifa, llamada Deuda Eterna, donde los jugadores no hacían de empresarios que buscaban enriquecerse, sino que hacían el papel de gobiernos de países del tercer mundo, cuyo objetivo era derrotar al FMI.
Por si fuera poco, y por si Maggie no hubiera tenido suficientes disgustos con lo que ha acabado siendo su obra si hubiera vivido para verlo, han salido versiones de sagas cinematográficas, de empresas... ¡Hasta McDonald's tiene su propio Monopoly!
Hoy en día sigue siendo uno de los juegos de mesa más vendidos del mundo. De hecho, durante la pandemia, su compra se disparó. No hay ningún rastro en él de la idea original de Maggie, no tiene ningún espíritu pedagógico, y el ganador es el que logra arruinar a los demás.
Al aprender algo nuevo, como una canción en el piano, es más eficiente tomar descansos breves que practicar sin parar hasta el agotamiento. GETTY IMAGES
Para aprender algo nuevo, tienes que practicar, practicar, practicar, dice el sentido común, esa idea de "la práctica hace la perfección".
Pero varios estudios científicos han señalado que la práctica incesante puede no ser la forma más eficiente de aprender una nueva habilidad: el cerebro necesita descansos para consolidar el conocimiento recién adquirido y transformarlo de un recuerdo transitorio a un recuerdo duradero.
Y uno de los hallazgos más recientes es que los breves descansos intercalados con la actividad conducen a grandes ganancias de aprendizaje: el cerebro aprovecha estos descansos para realizar una "repetición" mental súper rápida de lo que acaba de aprender, reforzando la habilidad recién adquirida.
Estos breves descansos pueden ser particularmente productivos para el cerebro de aquellos que practican movimientos nuevos, diminutos y repetitivos, como atletas o músicos, o incluso pacientes que intentan recuperar las habilidades perdidas después de un accidente cerebrovascular (ver más adelante en el artículo).
"Imagínate un escenario en el que una persona comienza a aprender a tocar una nueva canción en el piano", explica a BBC News Brasil el investigador brasileño Leonardo Claudino, uno de los coautores de un estudio sobre el tema realizado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. y publicado en 2021 en la revista Cell Reports.
"Descubrimos que durante las pausas, el cerebro repite una versión 50 veces más rápida de los movimientos utilizados para tocar la canción, una y otra vez, lo que refuerza la conexión de neuronas en las áreas asociadas a esa nueva memoria", agrega.
Descanso de diez segundos
En ese estudio, Claudino y otros investigadores del NIH registraron la actividad cerebral de 33 voluntarios diestros mientras aprendían a escribir una secuencia de números con la mano izquierda en el teclado.
Los voluntarios tenían que escribir tantas secuencias como fuera posible durante diez segundos y luego tomar un descanso de diez segundos.
Algunos miembros de este mismo equipo de investigación, liderado por la científica Marlene Bönstrup, ya habían observado en estudios anteriores que, tras los breves intervalos, los voluntarios mejoraban la velocidad y precisión con la que tecleaban secuencias numéricas de este tipo.
Ahora, el objetivo era entender qué sucede en el cerebro en este proceso.
Y, usando pruebas de magnetoencefalografía, los científicos pudieron observar las rápidas "repeticiones" que el cerebro hacía de lo que acababa de aprender.
"Y descubrimos que (la consolidación) ocurre en una escala de tiempo mucho más rápida de lo que se creía", señala Leonardo Claudino.
"Una habilidad de dos segundos se repite en el cerebro en la escala de milisegundos".
Al hacer estas "repeticiones", el cerebro consolida el aprendizaje.
Incluso antes de estudiar el efecto de estas pequeñas pausas, los científicos ya sabían que el cerebro necesitaba descansar para consolidar los recuerdos.
En la práctica, según el conocimiento científico hasta el momento, esto implica transferir la memoria desde el hipocampo, donde se guardan los registros temporales, a áreas del neocórtex, donde se encuentra la memoria más duradera.
Pero hasta estos descubrimientos más recientes, se creía que solo durante el sueño, cuando el cerebro está más libre de estímulos sensoriales externos, se producía este proceso de consolidación.
Con los nuevos estudios, señala Claudino, es posible percibir que los recuerdos también se consolidan casi simultáneamente con la práctica, proceso que parece ser complementario a lo que ocurre mientras dormimos.
Pero esto es algo que aún debe ser confirmado por más investigaciones.
"Todavía no se sabe mucho, y ciertamente son fisiológicamente diferentes. (...) pero quizás el sueño codifica una experiencia más completa: todo el contexto (de ese recuerdo), quién estaba allí, cómo era el entorno", señala Leonardo Claudino..
"Una pausa rápida puede registrar detalles más minuciosos: la sinergia entre los dedos al teclear, el movimiento. Es una hipótesis para que alguien investigue en el futuro".
¿Cómo, entonces, podemos sacar provecho práctico del conocimiento científico acumulado hasta ahora?
"Veo un uso más directo cuando pienso en prácticas deportivas o musicales, que implican sesiones en las que el deportista o artista realizará varias veces el mismo movimiento", explica Claudino.
"Una lección para tener en cuenta es esta: cuando comiences a aprender una nueva técnica, evita practicar hasta el agotamiento, hasta el fracaso. En cambio, es mejor tomar descansos", dice.
"La perfección llegará más rápido si se le da tiempo al cerebro para consolidar (el aprendizaje) en lugar de practicar sin cesar para la perfección".
"Por lo general aprendemos una nueva técnica repitiéndola una y otra vez, repites, repites y llega un momento en que ya conoces las secuencias de movimientos que producirán la actividad final".
"La idea es que tú, en vez de practicar hasta el agotamiento, lo hagas diez veces, por ejemplo, luego tómate un descanso y hazlo de nuevo".
El mismo razonamiento también puede orientar las prácticas pedagógicas en las escuelas o universidades.
"En un entorno de enseñanza, quizás el profesor, al introducir un concepto fundamentalmente nuevo, puede pensar en la sesión de aprendizaje como si incluyera estos descansos", detalla el investigador.
"Es importante que el estudiante tenga estos períodos de descanso, porque su cerebro estará activo, a pesar del descanso, este es nuestro descubrimiento. Su hipocampo y su corteza estarán realizando estos intercambios, que consolidarán el aprendizaje reciente", afirma.
Lo que aún no se sabe con certeza es la duración ideal de un descanso para la consolidación óptima de nuevos aprendizajes.
"Ese es uno de los desafíos de la aplicación práctica", dice Claudino, recordando que esto también puede depender del tipo de habilidad aprendida y de las características individuales de cada practicante.
Pero en los estudios de NIH, aquellos en los que los voluntarios escribieron secuencias en el teclado, los investigadores observaron que la ganancia de aprendizaje era mayor cuando la práctica y los descansos tenían una duración similar.
Por ejemplo, diez minutos de práctica y diez minutos de descanso.
Claudino señala, sin embargo, que se trata de estudios controlados, realizados en laboratorio, por lo que sus conclusiones no necesariamente se traducen exactamente a la vida real.
El hecho de que los experimentos tengan lugar en entornos totalmente controlados dificulta tener una "receta" para el tipo de pausa más eficiente para ayudar al cerebro a aprender.
En el caso de los estudios de laboratorio, durante el descanso, cada voluntario se quedó quieto, sin teclear en la computadora.
En la vida real, el investigador sugiere que el cerebro descanse un poco de lo que sea que esté aprendiendo.
"Si una persona está aprendiendo a tocar una canción, me imagino que (la pausa) sería simplemente dejar de tocar, pensar en otra cosa o no hacer otra actividad que pueda interferir con aquella; por ejemplo, no intentes aprende otra canción cuando estés descansando de la primera, porque usas las mismas regiones y capacidades", explica.
Otras líneas de investigación también han contribuido a la ciencia del aprendizaje y aportan conclusiones complementarias que pueden ayudar a consolidar el conocimiento.
En una entrevista con BBC News Brasil en 2020, la investigadora en psicología cognitiva Barbara Oakley, autora del libro "Aprender a aprender", explicó que el cerebro funciona de dos maneras diferentes, que se complementan en el aprendizaje.
Uno es el modo enfocado (cuando estamos prestando atención a un ejercicio, una película o el profesor, por ejemplo) y el modo difuso (cuando el cerebro está relajado).
Según Oakley, el cerebro necesita cambiar entre el modo difuso y el enfocado para aprender de manera efectiva.
Relajar la mente, ya sea dando un paseo o cambiando de actividad, ayuda directamente a mejorar el aprendizaje y la resolución de problemas.
"Cuando estás atascado en una tarea de matemáticas, lo mejor que puedes hacer es cambiar el enfoque y estudiar algo de geografía. De esa manera, podrás salir adelante cuando vuelvas a las matemáticas", sugirió Oakley.
Volviendo a la investigación de Leonardo Claudino, uno de los focos en el estudio de la consolidación de la memoria durante los descansos cortos es ayudar a las personas que están recuperando sus habilidades después de haber sufrido un accidente cerebrovascular.
Esto puede suceder, en el futuro, optimizando al máximo las sesiones de rehabilitación.
"Ahora tenemos un marcador biológico de cuándo el cerebro está consolidando la capacidad y dónde está ocurriendo", explica el científico.
"Podemos pensar en desarrollar un sistema de monitoreo mientras la persona está en terapia ocupacional o en una técnica de neuroestimulación o neuromodulación, (…) y que el sistema maximice las repeticiones de la habilidad".
Esta estimulación cerebral óptima puede hacer que la rehabilitación produzca resultados más rápidos, dice Claudino.
"Nuestros resultados sugieren que puede ser importante optimizar el tiempo y la configuración de los intervalos de descanso cuando se implementan tratamientos de rehabilitación en pacientes con accidente cerebrovascular o cuando se aprende a tocar el piano entre voluntarios normales", explicó en un comunicado el médico responsable de esta investigación en los NIH, Leonardo Cohen.
Son, por el momento, campos de investigación que siguen abiertos, añade Leonardo Claudino. Lo importante es entender que incluso durante el descanso, el cerebro nunca deja de aprender.
"Lo que va en contra del sentido común es que cuando estás quieto, tu cerebro no está quieto. Todavía estamos entendiendo este fenómeno, pero (en estas pausas) ocupas tu cerebro con menos procesamiento de estímulos y producción de movimiento", añade.
"Entonces le das esa ventana de oportunidad para consolidar lo que ya está aprendiendo".