sábado, 27 de diciembre de 2025

Estudian el cerebro de los jóvenes y descubren que deberías pensarte dos veces regalarle un teléfono a tus hijos en Navidad



Los efectos del uso del móvil a temprana edad son peores de lo esperado 
(Freepik)


Un amplio estudio ha desvelado que el uso de móviles a temprana edad causa problemas a nivel físico y psicológico. Los expertos recomiendan evitarlos en la medida de lo posible



Un amplio análisis sobre salud mental y desarrollo cerebral advierte de que regalar un smartphone antes de los 12 años eleva la probabilidad de sufrir tres graves problemas a nivel físico y mental. El estudio, publicado en la revista Pediatrics, implica a más de 10.000 menores y subraya la relevancia de la edad de acceso.

Los investigadores del Children’s Hospital of Philadelphia, junto con especialistas de la Universidad de California en Berkeley y Columbia University, analizaron los registros del proyecto ABCD, considerado el mayor seguimiento sobre desarrollo cerebral juvenil en EEUU. Sus conclusiones revelan que poseer un dispositivo propio a edades tempranas se asocia a peores resultados en bienestar psicológico y físico, incluso ajustando factores como la disponibilidad de otros aparatos electrónicos en el hogar.


Riesgos detectados

La investigación, centrada en adolescentes que recibieron el móvil a los 11 años, señala que los menores que acceden antes a la tecnología duermen peor y presentan más riesgo de obesidad. Estas tendencias aparecen con mayor intensidad cuando la edad de adquisición es especialmente baja. El psiquiatra infantil Ran Barzilay lo resume así: “Nos preguntamos si el simple hecho de tener un teléfono propio a esta edad influye en la salud, y los datos sugieren que sí”.


Los científicos también observaron un fenómeno preocupante cuando analizaron a quienes no tenían móvil a los 12 años. Aquellos que recibieron uno en el siguiente curso académico mostraron, al llegar a los 13, más señales de malestar emocional y menos calidad de sueño respecto a quienes seguían sin teléfono. Este detalle apunta a la influencia sostenida de la edad de acceso en etapas muy cortas de desarrollo.


Lo que no explica la pantalla

El estudio no distingue qué usos concretos del smartphone están detrás de estos efectos, aunque los autores recuerdan que investigaciones previas relacionan las redes sociales, el consumo audiovisual prolongado, los videojuegos o los chatbots de IA con el deterioro del descanso y la atención. Aun así, Barzilay matiza que los dispositivos pueden tener una vertiente positiva, ya que facilitan el aprendizaje y fortalecen la comunicación entre adolescentes.

En paralelo, los últimos años han registrado advertencias institucionales sobre el exceso de pantallas en edades tempranas. Las autoridades sanitarias de EEUU han recomendado crear espacios domésticos libres de tecnología y fomentar actividades presenciales entre menores. Además, numerosos centros educativos han optado por retirar los móviles de las aulas para proteger la concentración del alumnado.

Los investigadores sostienen que la intención no es demonizar la tecnología, sino asumir su peso real en la salud juvenil. Con niveles de uso cercanos al 95% entre adolescentes, Barzilay recuerda la importancia de establecer normas claras antes de entregar un móvil, revisar su presencia en dormitorios y promover actividades sin pantalla que protejan el descanso y la estabilidad emocional.

El equipo científico continuará estudiando a quienes reciben su primer teléfono antes de los 10 años con el objetivo de identificar perfiles vulnerables y diseñar estrategias más eficaces de protección. Barzilay lo resume así: “Es fundamental que nuestros hijos no estén expuestos a contenidos inapropiados y que los teléfonos no interrumpan el sueño”.