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El suicidio del guionista y director italiano Mario Monicelli tras haberle detectado un cáncer de próstata en fase terminal ha reabierto un debate constantemente presente en la sociedad: el derecho a una muerte digna -entendida ésta como las medidas para mejorar la vida de los enfermos terminales- y la eutanasia -homicidio por compasión-.
Ahora bien, los expertos diferencian claramente entre el suicidio y la muerte digna. "Hay que distinguir entre eutanasia y muerte digna, que excluye los problemas de salud mental", afirma Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial Burgos.
Para De la Gándara, en este 'maremágnum' hay que distinguir los casos de suicidio que proceden, en casi el 100% de los casos, de una "depresión no diagnosticada o de la falta de serotonina en el cerebro -un componente que frena el impulso de suicidarte-".
"Cuando una enfermedad terminal va seguida de un comportamiento tan drástico como el suicidio, no se puede hablar de eutanasia porque esa persona no da la opción de la vida o la muerte, sólo piensa en la muerte", asegura Gándara.
No significa, en ningún caso, por tanto, permanecer contrario a una muerte digna. De hecho, De la Gándara cree "cada día con más seguridad", que es necesario "regular de una forma segura, valiente y sin tapujos" el derecho a una muerte digna, "porque hay mucha gente que lo va a necesitar", pero siempre con un análisis previo "para comprobar que esa persona no padece una depresión que le impide tomar la decisión libremente".
Monicelli, no es la primera cara conocida ni será la última que, desesperada por una enfermedad, pone fin a su vida. En el caso de Monicelli no recurrió a nadie que le ayudara y se suicidó, pero su caso sí ha puesto de nuevo sobre la mesa un tema que aún hoy sigue siendo en muchas ocasiones tabú.
Cada vez que salta a los medios de comunicación el caso de alguna persona que pide una muerte digna, o que finalmente lo consigue, la polémica vuelve a sembrarse. Personajes públicos, como por ejemplo Michael Caine, que pidió a un médico que ayudara a morir a su madre, se han posicionado en numerosas ocasiones a favor.
La historia del presentador de la cadena británica BBC, Ray Gosling, que confesó haber ayudado a morir a su amante conmovió a muchos e indignó a otros tantos.
Gosling contó como asfixió a su pareja con una almohada en el hospital para cumplir el acuerdo al que ambos habían llegado en caso de que su sufrimiento fuera insoportable.
En 2009, un destacado director de orquesta británico, Edward Downes, y su esposa Joan, viajaron hasta la ya famosa clínica 'Dignitas' en Suiza - asociación con base en Zúrich dirigida por el abogado y activista Ludwig Minelli-, para morir.
Downes, ciego desde hace muchos años, tomó esta decisión después de que a su mujer le diagnosticaran un cáncer terminal. La decisión de la pareja generó una gran conmoción en Reino Unido, país en el que el suicidio asistido es penado.
Reino Unido y el suicidio asistido
De hecho, es Reino Unido uno de los países donde la eutanasia genera más polémica. Más de 100 británicos se han quitado la vida en la clínica suiza, algunos de ellos en con Es lo que ya se conoce como 'el turismo de la muerte'. Ciudadanos que, ante la ilegalidad imperante en su país, viajan a otros países donde la legislación es más suave y así pueden recurrir al suicidio asistido o a la eutanasia.
Dicho 'turismo' ha provocado que el debate llegue a la Cámara de los Lores, donde desde hace varios años se plantea la posibilidad de legalizar el suicidio asistido.
Tampoco fueron los Downes la primera pareja en acudir a Dignitas. Uno de los más famosos industriales de Suiza, Eberhard von Brauchitsch, y su esposa Helga ingresaron en una habitación y se tomaron una dosis mortal de veneno, tras decidir no seguir padeciendo las enfermedades terminales que ambos padecían.
En Europa, por ejemplo, hay países en los que la eutanasia es legal, como es Holanda, Luxemburgo y Bélgica, pero hay otros en los que la prohibición y los vacíos legales obligan a muchas personas a trasladarse a otros países, como Suiza, para que no sean juzgados. En España, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha anunciado lo que ha denominado ley de 'muerte digna'.
Nada tiene que ver con la eutanasia, ni siquiera la citan, pero supone un paso muy importante. La normativa está dirigida a garantizar los derechos de los pacientes, sus familiares y médicos, y el derecho a morir dignamente, "que es lo mismo que decir morir sin dolor", aseguró el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba.
De hecho, es el caso de un español, Ramón Sampedro, el que más proyección internacional ha tenido gracias al cine y a la grabación que antes de su muerte dejó con el fin de que nadie fuera inculpado. Muchos años después y cuando el delito ya había prescrito, su amiga Ramona Maneiro confesó que le había ayudado.
Como Sampedro, tetrapléjico tras un accidente en el mar, otro de los casos que más conmocionó a la opinión pública fue el de la joven italiana Eluana Englaro. La historia de Eluana mantuvo en vilo a medio mundo hasta su muerte. La joven llevaba 17 años en coma, alimentada a través de tubos, y sin ninguna esperanza de que su estado se revirtiera, su padre pidió que la desconectaran.
La legislación en Italia es muy clara, ni se permite el suicidio asistido ni la eutanasia, pero ante la presión de la opinión pública y ante la decisión de unos padres desesperados por dejar de ver a su hija sufrir, la clínica Quiete de Udine le retiró los tubos que mantenían viva a Eluana. Sólo tardó tres días en morir. Su padre no pudo más que respirar tranquilo y afirmar que su hija "consideraba una barbarie estar en ese estado".
Por Esther Mucientes from elmundo.es 06/12/2010
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