Foto por EFE from elconfidencial.com
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma
La gran pesadilla de los blancos sudafricanos comienza a tomar forma. Los procesos de nacionalizaciones de la propiedad privada, al menos de las dos grandes fuentes de producción del país: minas y granjas, podrían comenzar la próxima legislatura. Según una encuesta realizada por la empresa TNS Research Surveys “el 38% de los sudafricanos está a favor de la nacionalización de las minas, por un 28% que se muestra en contra y un 34 que no sabe o no contesta”.
Los datos del sondeo son además clarificadores de la brecha social, por razas, que hay en este país. Más de un 50% de los negros consultados están a favor de la nacionalización, mientras que entre los blancos la proporción es a la inversa: un 56% se opone radicalmente a la idea.
El resultado de esta encuesta ha reabierto un debate en el que está en juego el futuro de Sudáfrica. Dentro del propio partido del Gobierno las disensiones son constantes. Desde la Liga Juvenil del ANC se ha conseguido que en 2012, en la convención anual que preparará el programa electoral, se debata la nacionalización de las minas y de la producción agraria. Una batalla que los cachorros comenzaron solos pero que ha ido ganando adeptos dentro del propio partido. “Vamos a encargar un informe que estudie las diferentes posibilidades de entrada del Estado en el sector minero”, declaró el Gobierno en otoño pasado. Algunos se apresuraron entonces a asegurar que se nacionalizaría el cien por cien del sector y otros, como el ministro Trevor Manuel, histórico del partido y único blanco del Gabinete, aseguraron que “la participación será reducida”. Desde el Ministerio de Industria también se tranquilizó a los mineros en una reciente convención realizada en Ciudad del Cabo afirmando que “no habrá una compra total”. En medio de toda esa tormenta, Julius Malema, líder de la Liga Juvenial acaba de declarar que, al menos, el estado “debe tener el 60% de las participaciones de todas las nuevas minas y el 50% de las antiguas”. .
¿Qué supondría la nacionalización? “Probablemente la fuga completa de capital”, dicen algunos expertos económicos en los periódicos más conservadores sudafricanos. Otros, sin embargo, ponen a China como el ejemplo a seguir. “Nadie crece en el mundo más que ellos, porque no seguir su modelo económico”. “Recordemos lo que pasó en Zambia cuando se nacionalizó la minería del cobre. Pasó de ser un país puntero en la venta de este metal a tener ahora una industria estéril”, recuerda Trevor Manuel. Más cercano aún es el ejemplo de Zimbabue, donde el proceso de nacionalizar las tierras ha llevado a la absoluta banca rota a uno de los países más ricos en recursos minerales y agrícolas.
Sudáfrica es desde luego una superpotencia mundial de la minería: primer país exportador de oro, aunque es una posición que oscila con Australia y China; tercero en diamantes y primero en platino, con un 90% de la producción mundial. Es decir, un vendaval de dinero que entra por esta vía y que se queda en las grandes empresas del país, muchas dominadas por compañías angloamericanas dominadas por los blancos, y por la nueva clase negra apegada al ANC. De hecho, esta semana se ha sabido que la empresa minera en la que trabaja un sobrino del presidente Jacob Zuma ha donado al ANC un millón de Rands (100.000 euros). Una noticia que no sería reseñable si no fuera porque esa misma empresa adeuda 4,5 millones de rands a sus trabajadores.
Por Javier Brandoli. Ciudad del Cabo. From elConfidencial.com 24/04/2011
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