Foto por FREDERIC J. BROWN / AFP from elpais.com
El artista chino Ai Weiwei
El arresto del cotizado artista, y disidente ha hecho saltar las alarmas en la comunidad internacional, pero Pekín le acusa de delitos económicos.
"Ser artista hoy en China me expone a la realidad de las condiciones actuales y exijo mi derecho a discutir abiertamente y dar mi opinión sobre la cultura, la sociedad y la política, e intentar expresar mis sentimientos personales, por ejemplo en Internet. La sociedad china actual no tiene moral, juicio propio, y la gente no está acostumbrada a asumir su responsabilidad. No está acostumbrada porque el mayor éxito de las sociedades totalitarias es hacer pensar a la gente que no es nada, que haga lo que haga nada va a cambiar".
Así hablaba Ai Weiwei, uno de los artistas de vanguardia chinos más prominentes y acerado crítico del régimen de Pekín, en una extensa entrevista con este diario en mayo de 2009, en la que hacía un repaso a su trayectoria artística y su defensa de la democracia, y lanzaba sus dardos contra el Gobierno único del Partido Comunista Chino (PCCh), del que decía que "está asustado" y "tiene miedo a mostrar la verdad" como evidenció, continuaba, "el viejo juego de propaganda" que fueron los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008.
Ante la pregunta de si no temía que sus continuas críticas al poder le llevaran a la cárcel, Ai respondió con decisión: "No. Quiero hablar todo lo que pueda antes de que esto ocurra. Cuando esté en prisión, no podré decir nada y me dedicaré a dormir".
El pasado 3 de abril, algo menos de dos años después de aquella conversación, Ai Weiwei fue detenido, en medio de una de las mayores campañas de represión contra la disidencia llevadas a cabo por Pekín desde las manifestaciones de Tiananmen en 1989, y su futuro es incierto.
Gao Zhen, de 54 años, y Gao Qiang, de 48, conocidos como Los hermanos Gao, amigos de Ai y también entre los más internacionales y renombrados artistas chinos, no creen, sin embargo, que Ai pueda dormir tan fácilmente. "La policía no le dejará. Suele someter (al detenido) a interrogatorios interminables con luces muy fuertes para destruirlo mentalmente", dice Zhen, mientras Qiang asiente, en su estudio en Pekín, situado en 798, un complejo de antiguas fábricas de electrónica transformadas en galerías de arte, cafés y tiendas. Los hermanos Gao trabajan a dúo, y dicen que hablan con una sola voz. "Con su detención, están intentando aterrorizar a otra gente. La situación, ahora, es más difícil, no solo para los artistas sino para cualquiera que pretenda expresar su opinión frente al Gobierno".
Ai Weiwei, de 53 años, fue bloqueado en el aeropuerto de Pekín cuando se disponía a abordar un avión con destino a Hong Kong, desde donde iba a viajar a Taiwan para organizar una futura exposición. Durante cuatro días, no se supo nada de este artista que tiene actualmente una gran instalación en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, uno de los templos del arte en Europa. El Gobierno se negó a reconocer que lo tenía en su poder, hasta que el 7 de abril, en medio de la inquietud y la ira provocadas por su desaparición en Occidente, un editorial en el periódico en inglés Global Times -ligado al PCCh- reconoció indirectamente su detención y le calificó de "inconformista de la sociedad china", al que le gusta "bordear la línea roja de la ley" y "hacer cosas a las que otros no se atreven".
El diario acusó a Occidente de "ignorar la complejidad del entorno judicial chino" por haber etiquetado el caso de Ai Weiwei de "supresión de los derechos humanos" y de querer minar la estabilidad social en China. La agencia oficial Xinhua afirmó que estaba siendo investigado por "delitos económicos" que no detalló. Hong Lei, portavoz de Exteriores, lo confirmó al día siguiente, y añadió: "China es un país que se rige por la ley, y las autoridades pertinentes trabajarán de acuerdo con la ley".
El Gobierno de Pekín silencia habitualmente las voces críticas con acusaciones de "subversión del poder del Estado", pero en algunas ocasiones utiliza cargos como evasión de impuestos y otros delitos no políticos. El viernes de la semana pasada, el periódico de Hong Kong Wen Wei Po -controlado por Pekín- aseguró, citando fuentes sin identificar, que los investigadores habían reunido "gran cantidad de pruebas de que Ai Weiwei es sospechoso de evadir impuestos, y las sumas son bastante grandes".
"Nadie está por encima de la ley. Cualquiera que incumpla la ley será llevado ante la justicia. No importa la reputación que pueda haber tenido en el pasado", insistió Hong Lei. "El pueblo chino también se siente confundido. ¿Por qué alguna gente en algunos países considera un héroe a un sospechoso de ser un delincuente? El pueblo chino está descontento con esto". La familia de Ai ha afirmado que la acusación no es más que un pretexto para vengarse de él por su activismo.
"Es un artista sin igual en China, que tiene un cerebro de político, y a quien admiro. Este caso marcará un hito. En los próximos cinco o 10 años, habrá cada vez menos gente con capacidad de decir la verdad", asegura Zuoxiao Zuzhou, músico y artista, amigo de Ai Weiwei desde hace 18 años. "La mayoría de sus amigos famosos, o aquellos a quienes ha ayudado, no han movido aún un dedo por él".
Ai Weiwei es el más conocido entre las decenas de activistas, abogados de derechos humanos, artistas e intelectuales detenidos, o recluidos bajo custodia secreta desde mediados de febrero, cuando el miedo al contagio de las revoluciones del norte de África y Oriente Medio desencadenó una dura campaña de represión contra la disidencia por parte del aparato de seguridad del Estado, que, según algunas informaciones, se ha visto reforzado en los últimos años como consecuencia de las protestas étnicas en Tíbet (2008) y en la región musulmana china de Xinjiang (2009). Más de 50 personas han sido detenidas, enviadas a campos de trabajos forzados o están en paradero desconocido, según la organización de derechos humanos Chinese Human Rights Defenders (CHRD), que tiene miembros tanto dentro como fuera de China.
La detención de este artista ha causado sorpresa. Muchos pensaban que su fama internacional le protegía, por no hablar de su estatus como hijo de Ai Qing, uno de los mejores poetas chinos del siglo XX. Ai, artista visionario, contribuyó a diseñar el estadio olímpico de Pekín, conocido como El Nido de Pájaro. Pensó que era "una buena oportunidad para mostrar al mundo que China quiere cambiar de forma sincera su historia". Más adelante, según confesión propia, se dio cuenta de que el Gobierno había utilizado el estadio como un elemento de propaganda del partido, y rechazó cualquier conexión con el edificio y con los Juegos Olímpicos. Desde entonces, su activismo ha ido en aumento.
El terremoto de Sichuan, en mayo de 2008, en el que murieron miles de niños porque sus escuelas se desplomaron -muchas de ellas por construcción defectuosa, debido a la corrupción-, le afectó profundamente. Registró los nombres de los chicos fallecidos, para enojo de las autoridades, y llegó a realizar una instalación con 9.000 mochilas colegiales, en recuerdo de la catástrofe.
En agosto de 2009, fue golpeado en un hotel de Chengdu (capital de Sichuan), supuestamente por agentes de paisano, la víspera del juicio de Tan Zuoren -un activista que investigaba las malas prácticas seguidas en la edificación de las escuelas-, y le impidieron asistir a la vista. Pekín temía que las investigaciones desembocaran en protestas de los padres de los niños fallecidos y que se produjera un estallido de violencia. El mes siguiente, mientras se encontraba en Alemania, Ai tuvo que ser intervenido de urgencia por una hemorragia cerebral, posiblemente consecuencia de la agresión policial.
En noviembre del año pasado, fue puesto bajo arresto domiciliario para impedirle asistir a la fiesta organizada en protesta por la decisión de las autoridades de demoler su estudio en Shanghai. Semanas después, la policía le impidió viajar a Corea del Sur, ante el temor de que pudiera acudir el 10 de diciembre a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz al disidente chino encarcelado Liu Xiaobo.
Aunque inicialmente no se interesó por los recientes levantamientos en Túnez y otros países musulmanes, luego comenzó a registrar en su cuenta de mensajes cortos en Twitter las detenciones de activistas, abogados y escritores.
Este puede haber sido un factor clave en su arresto. A pesar de que Twitter está bloqueado en China y que para utilizarlo es necesario un programa que evite la censura, Ai tenía más de 80.000 seguidores, probablemente la mayoría dentro de China, ya que escribe en chino. El artista, para quien su trabajo creativo y su activismo están íntimamente unidos, había cobrado mucha relevancia, y Pekín no quiere agitadores ni otros líderes que la cúpula del PCCh. Además, el Gobierno envía con este arresto un claro mensaje: nadie es inmune.
"Antes de lo ocurrido, algunos (incluidos artistas) decían que nos habíamos hecho famosos en Occidente porque utilizamos la política en nuestro arte y que esto nos protegía. La detención de Ai Weiwei prueba que se equivocaban", asegura Gao Zhen. "Los artistas que se mantienen alejados de lo que ocurre en la sociedad lo hacen por dos motivos. Para no tener que cuestionarse a sí mismos y para proteger sus beneficios".
Según el diario Wen Wei Po, además de evasión de impuestos, Ai está siendo investigado por bigamia, porque tiene un hijo con una mujer que no es su esposa, y por "difundir pornografía en Internet". Su mujer, Lu Qing, ha calificado las acusaciones de puro chiste. Asegura que Fake Design, la empresa que gestiona el estudio de Ai, está a nombre de ella y es de su propiedad. Respecto a la supuesta bigamia, dice que su marido solo se ha casado una vez. "Cualquier otra cosa que haya pasado en su vida es asunto privado nuestro", declaró a la agencia Associated Press. La hermana del artista ha asegurado que Ai y Lu se casaron en Estados Unidos y no registraron la unión en China, y que tiene un hijo con otra mujer, pero que el acuerdo es abierto y amigable.
La acusación de pornografía probablemente tenga que ver con un retrato del artista semidesnudo, en el que se cubre el sexo con un muñeco de peluche blanco, que representa un animal de ficción inventado por los internautas chinos para insultar a la censura. El animal se parece a una alpaca. Su nombre chino -cao ni ma (hierba barro caballo)- y su colocación evocan la frase "jode a tu madre, comité central del partido".
Según el diario de Hong Kong South China Morning Post, Ai recibió al menos dos visitas de la policía poco antes de su detención; la última, el 31 de marzo. Aparentemente, le propusieron entrar en la Conferencia Consultiva Política, un órgano de asesoramiento del Parlamento. También pudo tratarse de una oferta para que se uniera a la Academia de Arte Contemporáneo de China, creada a finales de 2009.
La detención de Ai Weiwei fue acompañada de registros en su estudio. La policía se incautó de ordenadores e interrogó a sus colaboradores, incluidos voluntarios extranjeros. En una carta abierta al Ministerio de Seguridad Pública y a la policía de Pekín, su esposa, Lu Qing, parientes del artista y empleados y voluntarios del estudio denunciaron la desaparición no solo de Ai, sino también de Wen Tao, de 38 años, amigo del artista; Zhang Jingsong (43), chófer; Liu Zhanggang (49), diseñador del estudio, y Hu Mingfen (55), la contable. Cuando se escribió la carta, 15 de abril, las personas citadas llevaban entre seis y 12 días ilocalizables. "Todas desaparecieron o fueron secuestradas en un corto periodo de tiempo. Pedimos a la policía que lo investigue", señala el documento. "Secuestrar o hacer desaparecer a personas es un crimen muy grave (...) Creemos que solo puede haber justicia si se siguen los procedimientos administrativos de acuerdo con la ley". La ley china establece que la policía debe informar a la familia cuando retiene a un sospechoso más de 24 horas, aunque las autoridades a menudo hacen excepciones, especialmente en casos de tinte político.
Ai parecía intuir que iba a ser arrestado. "Tres días antes de que le detuvieran, me llevó a ver la tumba que se había comprado. Señaló la cárcel de Qincheng (en la que el Gobierno interna a los presos políticos) no lejana y me dijo: 'No me suicidaré en la cárcel", cuenta Zuoxiao Zuzhou.
Ai Weiwei no ha sido el único creador en el punto de mira del Gobierno. El 20 de marzo, docenas de artistas participaron en una exhibición en el Museo de Arte Contemporáneo de Pekín, en la que algunas de las obras aludían a la falta de libertad de expresión y a las manifestaciones jazmín (en referencia a las revoluciones árabes). Días después, tres de ellos -Huang Xiang, Zhui Hun y Cheng Li- fueron detenidos por "provocar alboroto" y un cuarto, Guo Gai, lo fue probablemente por haber tomado fotos durante la exhibición. Liu Xiaoyuan, un abogado que había asesorado a la familia de Ai Weiwei y había dicho que "por supuesto" le representaría si se lo pedían, desapareció también el 14 de abril. El martes pasado fue liberado.
"Todo artista tiene que hacer frente a sus responsabilidades y no olvidar los problemas sociales. Me gusta el arte de Ai Weiwei y lo respeto. Pienso que es honesto y ha ayudado a mejorar el arte en China. Pero el Gobierno quiere que las cosas cambien poco a poco, y no quiere que nadie le señale. Las actividades de Ai Weiwei son radicales, y esto hace sentirse inseguro al Gobierno. Le preocupa que Ai pueda encender la mecha y provocar disturbios sociales", dice un artista, que cobra un salario de las autoridades por pintar óleos y pide que no se cite su nombre.
Los llamamientos, en febrero pasado, a realizar en China concentraciones jazmín, efectuados por una página web en Estados Unidos, fueron recibidos con un refuerzo de la censura en Internet y una contundente respuesta policial. Las convocatorias instaban a los chinos a pasear sin pronunciarse ni identificarse en lugares céntricos de ciudades de todo el país. Pocos se atrevieron, aunque el carácter invisible de la protesta hizo imposible saber el grado real de participación.
La detención de Ai ha provocado un profundo rechazo entre la comunidad artística tanto dentro como fuera de China, y podría ser contraproducente para el partido. La mayoría de los artistas en el país asiático han vivido hasta ahora de espaldas a la realidad social, más interesados en ganar dinero que en la política.
Los seguidores de Ai han difundido decenas de miles de mensajes en Internet pidiendo su liberación, a pesar de que su nombre está bloqueado en microblogs (servicios de mensajes cortos) como Sina Weibo. La alternativa utilizada para su nombre -ai weilai (amo el futuro), que suena también como 'quiero que Ai Weiwei vuelva'- ha sido censurada igualmente.
"Ahora, más artistas se han vuelto hacia él y le han mostrado un fuerte apoyo", asegura Gao Zhen. "Como artista, no es posible encerrarte únicamente en tu estudio. Tienes que prestar atención a la sociedad", dicen los dos hermanos, cuya obra está marcada por la crítica y la ironía, como revelan su serie de esculturas llamadas Miss Mao -bustos de rostro redondo, con el pelo característico del fundador de la República Popular China, grandes pechos y nariz de Pinocho- o sus cuadros sobre arrestos de prostitutas. "Los artistas somos parte de la sociedad, y tenemos un deber como ciudadanos", afirma Gao Zhen.
Wang Jiabin, un diseñador gráfico de 26 años y guitarrista de rock, coincide. "Todo es abierto en China, todo es libre, puedes hacer lo que quieras, mientras gire alrededor del renminbi (la moneda china). Pero los jóvenes nos sentimos muy deprimidos por la falta de libertad de expresión. ¿Por qué en China no se permiten las protestas? Me gustaría organizar un concierto para decir a los jóvenes que tienen que mostrar su conciencia ciudadana, como hace Ai Weiwei. Hay que actuar, no basta sólo con mostrar enojo en Internet. Si Ai Weiwei ha sido detenido por evadir impuestos y bigamia, la mitad de los funcionarios del Gobierno debería estar en la cárcel", dice durante una visita a una galería de 798.
Quienes han intentado movilizarse se han dado de bruces con la policía. Según los hermanos Gao, la cantante Wu Hongfei intentó organizar una fiesta llamada ai weilai, pero fue citada por la policía, quien le advirtió que la cancelara. Otro artista fue detenido un par de días por convocar a través de Internet una concentración de apoyo a Ai en 798. "Los artistas y otra gente en China trabajamos en el filo de la navaja. ¿Hará la detención de Ai Weiwei a los artistas más valientes o más débiles? No lo sé", afirma Gao Zhen. "Aquellos que tienen un pensamiento sólido como Ai Weiwei no se asustarán. Pero el mercado del arte no está ahora en buen momento, y los artistas están preocupados por la economía", dice el pintor que trabaja para el Gobierno.
La fundación Guggenheim, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), la Tate Modern, la Asociación de Directores de Museos de Arte y otras instituciones de todo el mundo han lanzado una campaña de apoyo a Ai, que hasta el miércoles pasado había recogido cerca de 94.000 firmas. El domingo pasado, se produjeron protestas ante embajadas y consulados de China en Europa, Estados Unidos y Australia para pedir su liberación.
Ai Weiwei es hijo de Ai Qing, poeta que se unió a la revolución de Mao Zedong, aunque más tarde fue acusado de derechista y fue desterrado a la región occidental de Xinjiang. Weiwei permaneció en Xinjiang hasta que finalizó la escuela. De regreso en Pekín, realizó estudios en el Instituto de Cinematografía, y en 1979 fue uno de los fundadores del colectivo de artistas Stars (Xingxing). Dos años después, se fue a Estados Unidos. Allí, se empapó de arte occidental. Le interesaron especialmente el dadaísmo y el minimalismo. En 1993, regresó a Pekín, donde actuó como catalizador de la comunidad artística.
Es uno de los pocos creadores en China que se atrevían a elevar la voz contra el partido, lo que, según algunos críticos, incluidos artistas, le granjeaba las simpatías de Occidente y elevaba su cotización en el mercado. Cuando se les pregunta a los hermanos Gao cómo se sienten por la detención de Ai, contestan: "Su situación y la nuestra eran similares. Nuestro trabajo artístico es incluso más crítico que el suyo, pero su activismo lo ha colocado en una posición peor. Nunca sabes lo que puede ocurrir. El otro día nos llamó un amigo y nos preguntó si aún estábamos en Pekín. Pensó que, como habían detenido a Ai Weiwei, también nos habían detenido a nosotros. Nunca hemos escondido nuestras opiniones. Y tenemos que estar preparados. Porque aunque la Revolución Cultural sólo ocurrió una vez, el Gobierno está en continuo modo de revolución, arrestando activistas", dice este dúo, cuyas exposiciones han sido censuradas con frecuencia. "En China, puedes criticar todo, menos al partido comunista", asegura Gao Zhen. "No puedes tocarle el culo al tigre", añade Gao Qiang.
Varios países, incluidos Alemania, Reino Unido y Estados Unidos han pedido la liberación de Ai Weiwei, que ha acusado en el pasado a Occidente de tolerar la falta de derechos humanos en China. Catherine Ashton, responsable de política Exterior de la Unión Europea, se ha mostrado "profundamente alarmada" por el arresto del artista y otros activistas y por "el deterioro de los derechos humanos" en el país asiático.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, eludió el tema en sus encuentros con mandatarios de Pekín durante su reciente viaje a China. Preguntado por qué no había mencionado los derechos humanos o por qué no se había interesado por Ai Weiwei, quien ha expuesto su obra tanto en Madrid como Barcelona, Zapatero se limitó a decir que ese no era el motivo de su visita. Responsables del Gobierno volvieron a utilizar el argumento habitual de que en esos asuntos es mejor que haya "una sola voz", la de la Unión Europea.
Ai ha ligado su obra a la situación en su país, en un intento de animar a la gente a que se implique más en la sociedad. Defiende que todo artista tiene una responsabilidad, y que asumirla es la única posibilidad de "traer la democracia a China". Pero, para ello, es necesario, asegura, "ser capaz de cuestionarse, colocarse en una posición difícil y quedarse con las manos completamente vacías". Él lo ha hecho.
Por JOSÉ REINOSO | Pekín from elpais.com 24/04/2011
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