Christine Lagarde, al frente del FMI, este jueves en Washington (Andrew Harrer / Bloomberg)
- Hace una década los principales líderes se comprometieron a movilizar el dinero público para prevenir una nueva Gran Depresión
Hace exactamente diez años, la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washingtonalertó urgentemente sobre la necesidad de proteger el sistema bancario de la onda expansiva desatada por la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos. Pero ya era tarde.
Seis meses después, en la cumbre de octubre del G20 y el FMI, el gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King, confesó en un petit comite con periodista, después de reunirse con sus homólogos europeos y estadounidense: “Vuelvo a Londres y si no hemos dado la vuelta a lo que pasa en los mercados, vamos a tener que nacionalizar todos los bancos”. Lo que valía para el Reino Unido valía para todos los países europeos y para EE. UU. aún mas. El sistema financiero se situaba al borde del abismo tras una enorme acumulación de deuda en las economías avanzadas.
La losa de la deuda
Aunque los editoriales de los periódicos y los discursos de los ministros pronto echarían la culpa del desastre al excesivo gasto publico , no era verdad. El origen de la crisis, según demuestra el análisis del mismo FMI, empezó con la expansión vertiginosa de la deuda privada en Europa y en Estados Unidos durante la primera década del nuevo siglo. Entre en 2002 y el 2008, la deuda privada de las economías avanzadas –EE. UU., Europa y Japón- se disparó el 35%. Eso , según el FMI , se debió a “la globalización de la banca y el fácil acceso al crédito”.
Esta semana en Washington, al fin de una década de sufrimiento en una postcrisis de austeridad salvaje, recortes del estado bienestar y la destrucción de millones de puestos de trabajo, el FMI acaba de transmitir una dramática alerta a los medios de comunicación. Existe todavía un astronómico nivel de endeudamiento en el mundo. La deuda global se sitúa en estos momentos en 164 billones de dólares, equivalente al 225% del PIB mundial. Mas que en los años frenéticos de desregulación financiera y endeudamiento antes de la crisis.
Partiendo de ese dato, el fondo recomienda en su nuevo informe fiscal aprovechar la expansión económica actual para bajar los déficit públicos y frenar el crecimiento de la deuda. Los gobiernos “deben encaminar los déficits y la deuda por una senda bajista” como medida de prevención para “las tormentas que pueden estar en el horizonte”, dijo Vítor Gaspar, el responsable de análisis sobre política fiscal del FMI. Si no se adoptan medidas de disciplina publica, existe un elevado peligro de que las subidas de tipos de interés que los bancos centrales pretenden realizar en los próximos años desencadenen una crisis de solvencia otra vez.
Es el mensaje que se transmite a los medios de comunicación del mundo, desde la sede del fondo en el centro de Washington. Ya se ha publicado en miles de medios digitales y redes sociales. Pero un análisis más profundo de la llamada “bomba de relojería” de la deuda mundial cuestiona la lógica de una vuelta a las políticas de austeridad y recortes del gasto. En primer lugar, porque mas del 60% de esos 164 billones de dólares de deuda -el 140% el PIB mundial- corresponde a la deuda privada y no la publica.
El sector privado impulsa el endeudamiento
En China, responsable del 43% del aumento de la deuda mundial desde el 2007, la mayor parte del endeudamiento corresponde al sector privado . “Los datos oficiales para la deuda y déficit públicos son bastante modestos en China” reconoció Gaspar. El mismo fondo destaca en un apartado de su informe fiscal: “Desde una perspectiva a largo pazo el endeudamiento global ha sido impulsado por el sector privado cuya deuda se ha triplicado desde 1950”.
Es cierto que en las economías avanzadas la deuda privada se ha reducido en los últimos años mientras la deuda pública ha crecido. Esto es porque, después del colapso del sistema financiero en 2008-2009, el sector público se vio forzado a endeudarse fuertemente para salvar al sector privado.
Fue la decisión del G20 y el FMI en aquella histórica asamblea de octubre del 2008 cuando George W. Bush, Nicolás Sarkozy y Gordon Brown se comprometieron a movilizar el dinero público para prevenir una nueva Gran Depresión. Hank Paulson, el secretario del Tesoro fue al Congreso , se puso de rodillas y pidió seis billones de dólares para rescatar a los bancos. Si no se entregaba el dinero “this sucker is going dow” (este tinglado se viene abajo), dijo George W. Bush.
La recesión que se produjo en todo el mundo tras la crisis financiera desencadenó una profunda recesión que fue amortiguada en alguna medida por las transferencias de dinero público y los estabilizadores automáticos. Los bancos privados recibieron giagetscos paquetes de rescate. Tras este sacrificio estatal en beneficio del sector privado, la deuda pública en las economías avanzadas ya equivale al 105% del PIB, el nivel mas elevado desde la Segunda Guerra Mundial.
Una década después, el único país rico que no tiene planes para reducir su deuda pública es Estados Unidos el epicentro del colapso del 2008. Un enorme paquete de recortes tributarios será responsable de un aumento de su déficit publico hasta 5% del PIB en los próximos cinco años mientras que la deuda pública estadounidense subirá del 108% al 117% del PIB. “Los niveles de paro en EE. UU. son muy bajos en este contexto no recomendamos esta relajación de política fiscal”, advirtió Gaspar.
España y la deuda
La mayoría de los economistas coincidirán con esta valoración aunque lo cierto es que el llamado pleno empleo en EE.UU. esconde la cruda realidad de un mercado de trabajo repleto de trabajadores sin protección ni seguridad. Pero en otros países, las recomendaciones del FMI son muy discutibles. Gaspar respaldó el programa de ajuste fiscal del gobierno español ya que, al igual que EE. UU., el FMI considera que España se encuentra cerca de la plena capacidad económica.
“El análisis del FMI no tiene sentido; el desempleo en España es el 16% y quieren frenar la economía”, dijo Mark Weisbrot, autor del libro ‘Failed: What the ‘Experts’ Got Wrong About the Global Economy’ (Oxford University Press, 2015). En parte debido a esta consolidación fiscal, el FMI prevé una desaceleración fuerte en España hasta el 1,7% en 2023 . En general, dice Weisbrot, “el peligro para la economía no es la deuda pública sino las subidas de tipos de interés innecesarios que preparan los bancos centrales.
El caso de Brasil
Asimismo, en Brasil , un país típico de las llamadas economías emergentes, que apenas emerge de una profunda recesión provocada indirectamente por la crisis del 2008, el FMI apoya acelerar el programa de ajuste. La deuda pública en Brasil alcanzara el 96% del PIB en el 2023, según las previsiones del FMI. “Esto es muy alto en el contexto de las economías emergentes”. Pero economistas en Brasil destacan que el aumento de a la deuda pública en Brasil en los últimos años tiene que ver con tipos de interés innecesariamente datos. “Necesitamos mas inversión pública y no menos para que crezca a economía”, dijo Marcelo Mitterhof de BNDES.
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