La ciencia tiene la respuesta (Wavebreakmedia / Getty Images/iStockphoto)
- Un estudio dice que la medida de las extremidades está muy relacionada con ello
Los ojos azules, el pelo rubio, un cuerpo musculoso, buena altura… son muchos los aspectos que podrían determinar la belleza de un hombre, pero seguro que también serían muy distintos para cada mujer. En cambio, hay un elemento determinante en el atractivo que vemos en un hombre.
Un estudio publicado en Royal Society Open Science confirma que lo que más atrae a una mujer no está en el color de los ojos o el pelo, sino en la largura de sus extremidades.
Los investigadores han preguntado a casi un millar de mujeres por distintos modelos masculinos con medidas diferentes y los resultados no dan lugar a dudas. Las mujeres prefieren a un hombre cuyas piernas sean largas, concretamente, que midan exactamente la mitad de su altura total.
La razón está en la evolución. Las mujeres eligen hombres sanos y desde esta perspectiva evolutiva, esto es un hombre que muestre aptitudes para sobrevivir y reproducirse en su entorno. Por ello, atraen más los hombres con piernas largas, que es probable que ofrezcan mejores cuidados y protección a la mujer.
Las piernas cortas, en cambio, se asocian a enfermedades
Por el contrario, las piernas cortas se asocian con enfermedades como la diabetes tipo 2, coronarias, presión alta o incluso demencia. Y lo mismo ocurre con los brazos cortos, relacionados con problemas de demencia y asociados a la malnutrición o a niveles socioeconómicos bajos.
En cambio, tener unos brazos largos es un síntoma positivo que atrae a más mujeres. Igual que tener las rodillas o los codos situados justo en el medio de la extremidad. Eso sí, estos factores no son tan determinantes en la capacidad de atracción de un hombre como unas piernas largas.
Ser atractivo no es solo algo con lo que adularse ante el espejo y alimentar nuestro ego. En nuestra sociedad, la belleza se asocia directamente con muchos aspectos positivos y se considera que una persona atractiva es también más sociable, inteligente y sana.
Estas contrapartidas positivas se denominan ‘efecto halo’ y puede tener implicaciones directas en la vida cotidiana de las personas, ya que el atractivo de una persona puede llegar a condicionar también desde el salario que reciba o la fecundidad, hasta una decisión judicial, los resultados de unas elecciones o la estabilidad matrimonial.
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