Un hombre mira el Taj Mahal (Chandan Khanna / AFP)
- El Gobierno del país saca a concurso la gestión de los 90 monumentos más valiosos, animando así a que se privatice el sector
El patrimonio histórico en la India está a subasta. O, al menos, eso parece, tal y como apuntan algunos medios locales. El Gobierno del país lleva tiempo anunciando que es partidario de que empresas privadas se hagan cargo del mantenimiento y de la comercialización de los lugares emblemáticos. Una decisión que representa una amenaza para muchos pues, lejos de pensar que se conservarán mejor con el paso del tiempo (algo que defienden los gobernantes), creen que se está entregando las joyas del país a manos ajenas.
El Ejecutivo indio reiteró la semana pasada su opinión tras hacer oficial que el Grupo Dalmia Bharat, un conglomerado especializado en producir cemento y azúcar, ha firmado un contrato de cinco años con el ministerio de Turismo para encargarse de la gestión del Fuerte Rojo. Este monumento del siglo XVII y de origen musulmán, considerado Patrimonio de la Humanidad, está ubicado a las puertas de la Vieja y es en su interior donde cada 15 de agosto el primer ministro pronuncia el tradicional discurso que conmemora el día de la independencia de la India.
Una de las cláusulas del contrato exime a las entidades de cualquier responsabilidad ante posibles daños ocurridos en los monumentos durante su gestión
Con esta acción, se cumple la campaña que tenían en mente los gobernantes y que animaba a empresas privadas a algo así como a adoptar un lugar. La idea es que, una vez tengan dueño, sea la propia empresa quien ponga el precio de las entradas, se llevará su recaudación e, incluso, muestre su marca por todo el lugar y en los propios souvenirs. Como el Fuerte Rojo, esta acción está pensada emplearla en más de 90 sitios, entre los que destacan el propio Taj Mahal, el minarete de Qutub Minar o el aljibe de Chand Baori.
Polémica también ha sido la cláusula de dicho contrato, en el que se exime a las entidades de cualquier responsabilidad ante posibles daños ocurridos en los monumentos durante su gestión. Como era de esperar, las críticas no han tardado en llegar. La oposición ha acusado formalmente al gobierno por subastar al mejor postor las reliquias nacionales y ha promovido el hashtag #IndiaEnVenta para criticar la medida.
El portavoz del partido de los Gandhi, Pawan Kherantambién ha mostrado su malestar a la prensa: cuál será el próximo lugar insigne en ser alquilado. “Están entregando el monumento icónico a un negocio privado. ¿Cuál es su compromiso con la idea de la India, con su historia?”. A lo que ha añadido una duda: “Quiero preguntarle al Partido del Congreso qué hicieron ellos en los últimos 70 años porque todos los monumentos y las instalaciones a su alrededor están en una situación terrible”.
Pero el miedo a la privatización no es su única queja, pues muchos partidos también temen que se tergiverse la historia, pues serán las propias empresas las encargadas de elaborar los folletos que expliquen el origen e historia de cada monumento. Algo con lo que han puesto el grito al cielo los historiadores. “Los monumentos de primer nivel son las joyas de la corona de una nación. No debería jugarse con ellos. Es aún más preocupante que las empresas no se hagan responsables de ningún daño (que causen)”, tuiteaba el escocés residente en Delhi William Dalrymple.
Conscientes del revuelo que se les viene encima, el secretario de estado de turismo, Alphons J. Kannanthanam, ha insistido en que los lugares seguirán bajo el control del Estudio Arqueológico de la India (ASI), el organismo responsable del patrimonio histórico nacional. El acuerdo es “sólo para el desarrollo, las operaciones y el mantenimiento de los servicios turísticos”. “Las compañías involucradas en estos proyectos sólo gastarán, no ganarán dinero”.
“Están entregando el monumento icónico a un negocio privado. ¿Cuál es su compromiso con la idea de la India, con su historia?”
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