Un ciclista contempla el escaparate de una chocolatería en Bruselas (anouchka / Getty Images)
De Bruselas a Quito, pasando por Zurich, Colonia y Oaxaca nos perdemos en los rincones más exquisitos
La unión de cacao y azúcar estalla en una bomba llamada chocolate. Aunque todos lo conocen, solamente algunos son verdaderos amantes de sus múltiples vertientes, capaces de recorrer miles de kilómetros para encontrar la combinación perfecta.
Aquellos viajeros golosos, ávidos de morder la tableta de sus sueños, pueden encontrar el chocolate más irresistible en cinco puntos del planeta, todos ellos entre Europa y Centroamérica. ¿Cuáles son las ciudades más irresistibles para los locos del chocolate?
La gran textura belga
Las chocolaterías son un personaje más en el paisaje belga, especialmente en su capital: Bruselas. Sofisticadas tiendas conviven junto a paradas callejeras para que el chocolate no le falte a nadie. La versatilidad de este producto toma forma en la diversidad de estos establecimientos, que ofrecen chocolate en todas sus formas, orígenes, sabores y texturas, dando una tercera dimensión a este delicioso producto. Las grandes marcas belgas van desde Godiva a Leonidas, y desde Côte d’Or a Neuhaus, aunque no basta con degustar un poco de este delicioso ingrediente en sus establecimientos.
El verdadero amante del chocolate puede adentrarse en sus museos chocolateros y apuntarse a experiencias como talleres para elaborar bombones o maridajes de estos dulces con cerveza, también belga. Dicen los ciudadanos de este país que su chocolate se caracteriza por una estructura fina y un alto contenido en cacao, el más alto de las producciones internacionales. Sus creadores también enarbolan la gran variedad de nuevos y diversos sabores y combinaciones: desde pralinés clásicos hasta atrevidas mezclas con sabores exóticos.
Innovación suiza
Ningún viaje a Suiza está completo sin probar de forma extensiva la oferta chocolatera de Zurich: la ciudad ofrece elaboraciones para todos los gustos, desde delicados pralinés hasta chocolate amargo, pasando por la especialidad suiza de los hüppen , que son unos rollos de obleas rellenas de crema de chocolate. Solo basta con plantarse en el centro de la capital suiza para dejarse maravillar por sus numerosas chocolaterías, llenas de sorpresas y propuestas innovadoras.
Uno de los hotspots en este sentido es la confitería Sprüngli, en Paradeplatz, donde comercializan todos los dulces clásicos suizos. Fundada en 1836 por David Sprüngli, la empresa perteneció a pioneros productores de chocolate, dando lugar a la actual fábrica de chocolate Lindt Sprüngli y también a un negocio de confitería. Aunque esta es la tienda más emblemática de Zurich, también rivalizan con ella la innovadora Max Chocolatier (con creaciones contemporáneas), Teuscher (con más de un centenar de especialidades de chocolate diferentes, todas ellas de manera artesanal) y el tradicional Vollenweider Chocolatier Confiseur, con elaboraciones hechas cien por cien a mano.
Colonia y sus museos
Si por algo se caracteriza la ciudad alemana de Colonia es por su famoso Museo del Chocolate, donde se relata una parte de la historia de la localidad. Como un enorme barco de vidrio y metal, el Schokoladen Museum se sitúa frente al casco antiguo, a la vera de los barqueros que surcaban el Rin. A través de nueve áreas de exposición y 4.000 metros cuadrados, el museo adentra al visitante en un fantástico viaje de la mano de culturas americanas, la influencia de la industrialización y algunos personajes del siglo XX.
Este enorme proyecto nació de la ambición de Hans Imhoff, apasionado fabricante de chocolates que soñó con un museo interminable. Así, en 1972 empezó a investigar la cultura y la historia industrial del chocolate, mientras continuaba desarrollando y ampliando su colección. El 31 de octubre de 1993, después de un período de construcción de trece meses, se inauguró el museo, que actualmente recibe unos seiscientos mil visitantes al año y se ha convertido en la institución cultural más visitada de la ciudad alemana.
Quito, cuna del cacao
Como una de las ciudades productoras de cacao más importantes del mundo, Quito no puede obviarse como destino chocolatero. Los mejores chocolates europeos han usado durante años su materia prima para alcanzar el reconocimiento mundial.
Tras una epidemia a inicios del siglo XX que casi borra del mapa este delicioso ingrediente, Ecuador se ha vuelto a posicionar hoy en día entre los grandes productores internacionales. Muestra de ello son compañías como Pacari, Hoja Verde, República del Cacao, Kallari, Caoni y To’ak, todas ellas con sede en Quito y donde es posible degustar barras y dulces creativos. Además, la capital ecuatoriana también ofrece magníficos rincones anónimos donde es posible degustar lo que la tierra genera, con pequeñas y sugerentes tiendas y establecimientos, conscientes del alto valor que tiene el cacao para los sibaritas.
Oaxaca ancestal
La ciudad mexicana tiene un cacao ancestral, que data de la época prehispánica, muy presente en su gastronomía. Sus recetas ancestrales llegan hasta la actualidad gracias a que el cacao oaxaqueño es valorado tanto por autóctonos como por turistas, que pueden disfrutar de este en numerosos platillos y bebidas. En Oaxaca también existe el chocolate caliente, pero no hay una sola versión del mismo, pues cada una de las poblaciones del valle elabora esta bebida a su modo, dando nuevas relecturas, siempre ancestrales, a este grano tan preciado.
El chocolate está presente en celebraciones civiles y también religiosas, siempre como un monumento más de la cultura oaxaqueña. Su valor histórico es también transversal, y el viajero que se adentre en sus resorts podrá degustar desde la expertise del emblemático Chocolate Mayordomo hasta recetas solo conocidas en los hogares, haciendo inolvidable tal experiencia gustativa.
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